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Futbol mexicano bajo el lente internacional de la violencia
La trifulca en La Corregidora se suma a la larga lista de manchas criminales, en todos los ámbitos, en la imagen de México; la respuesta de las autoridades será clave para limpiarla.
El capítulo de violencia registrado en Querétaro el 5 de marzo, que dio la vuelta al mundo a través de fotografías, videos y notas en las que se mostraban cuerpos ensangrentados y niños corriendo aterrorizados, trajo consigo un daño a la reputación no solo del futbol mexicano, sino también de la sociedad.
“Los hechos no solo pusieron en riesgo la vida de muchos, también dañaron la imagen del estado de Querétaro, de su gente, del club (Gallos Blancos), de la Liga MX y del futbol mexicano a nivel nacional e internacional”, calificó Yon De Luisa, presidente de la Federación Mexicana de Futbol (FMF), mientras que Mikel Arriola, presidente ejecutivo de la Liga MX, agregó: “La violencia en los estadios es un problema tan grave que todo el mundo tiene los ojos puestos en México”.
Pero a pesar de estas valoraciones, el propio mandatario de la FMF aseguró que la sede de México para la Copa Mundial de la FIFA en 2026 no está en riesgo: “Tuve comunicación con el presidente (de la FIFA), Gianni Infantino, obviamente se mostró muy preocupado, pero en todo momento nos mostró su apoyo en lo personal e institucional para que aterricemos todas las medidas extraordinarias que se necesiten. Igualmente, con el presidente de la Concacaf, Víctor Montagliani, y con la presidenta de US Soccer (federación de futbol de Estados Unidos), Cindy Parlow, también recibí sus mensajes de preocupación pero con afecto, con ganas de apoyar. En cuanto al 2026, en ninguna comunicación con ninguna de esas personas salió el tema del Mundial”.
Aunque la sede de la Copa del Mundo no esté en riesgo, la batalla entre aficionados de Querétaro y Atlas dejó otras repercusiones en cuestión de imagen que también son resultado de la acumulación de crímenes en otros ámbitos del país, explican a El Economista expertos en sociología y antropología.
“Cuando se sale de control lo que debe ocurrir en un evento deportivo es cuando sí llegan a los titulares internacionales y entonces tiene una repercusión que va marcada mucho con la coyuntura política del momento en el país y ahora es un efecto acumulativo con lo que está pasando con el narcotráfico, con el 8 de marzo y los feminicidios, es un elemento más que se agrega a esta visión de México como un país violento”, describe Axel Elías Jiménez, investigador postdoctoral en el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM.
Solo en una semana, asesinatos y violencia masiva acapararon los titulares internacionales respecto a México. El 27 de febrero, el diario español El País iniciaba una de sus notas con la frase “Cuando ya parece que no hay formas de imaginar algo peor para acabar con la vida de la gente, surge un nuevo capítulo en México”, en torno al ataque de un grupo de criminales contra los asistentes a un velatorio en Michoacán. Cinco días después, ese mismo medio internacional y otros publican el séptimo asesinato de un periodista mexicano en el año, esta vez en Fresnillo, Zacatecas. Inmediatamente siguió la nota sangrienta del estadio Corregidora.
De acuerdo con el Global Peace Index 2021, estudio generado por el Instituto de Economía y Paz (IEP, por sus siglas en inglés) y que se basa en 23 indicadores como terror político, muertes por conflictos internos y tasa de homicidios, México es el país número 24 más peligroso del mundo, con un índice de violencia incluso más alto que países como Palestina, Nicaragua o Arabia Saudita.
El sociólogo del deporte, Fernando Segura Trejo, colaborador de la Facultad Latinoamericana Unipol en México y de la ONG "Salvemos al futbol en Argentina", relata a este diario que empezó a recibir mensajes de periodistas deportivos argentinos preguntándole cómo la violencia en los estadios se transformó hasta un grado tan alto en México.
“Lamentablemente, por lo que sucedió, se asocia la violencia general del país en todos los ámbitos con el futbol. Cuando pasó esto se hablaba de muertos y se replicó muy fácil la información porque todos los días se informa de muertos en México, en zonas turísticas, de periodistas, por el narcotráfico y entonces cuando llegó esta información mucha gente lo creyó porque la imagen del país está muy asociada en este momento a la violencia”.
La consternación se hizo evidente en medios de comunicación y redes sociales, exigiendo respuestas a las autoridades de los clubes Querétaro y Atlas, a los altos mandos de la Liga MX y de la FMF, así como a las instancias de los tres órdenes de gobierno. El legado de impunidad que han dejado casos como el de los 43 estudiantes asesinados en Ayotzinapa no dejaba aspiraciones positivas en los aficionados que empezaron a clamar por justicia.
“Esto tiene que ver mucho con gobernanza, ver cómo, cuando surgen este tipo de conflictos, se agrupan otros actos de violencia como discriminación, asuntos de corrupción o desigualdad de género y se generan gritos para reformar un sistema que sí necesita ser cambiado en muchos niveles (…) Se trata de ver cómo a partir de un evento trágico se busca hacer una reforma en torno a definir un espectáculo deportivo y es algo que corresponde a las autoridades mexicanas, a los líderes de clubes, a la iniciativa privada involucrada, repensar el asunto del espectáculo deportivo y cómo reducir, más que castigar, estas opciones de violencia, porque lo interesante del deporte es que por otro lado crea cohesión social”, argumenta Axel Elías Jiménez.
Dos peticiones cobraron eco entre usuarios de redes sociales: desafiliar al Club Querétaro de la Liga MX y que México pierda la sede del Mundial 2026. Ninguna sucedió tras la investigación de las autoridades competentes. Al respecto, el experto en sociología, Fernando Segura Trejo, señala que él tampoco cree que la sede del Mundial 2026 esté en riesgo para México. En 2014 vivió en Brasil y también vio episodios de violencia en los escenarios de la liga local, pero reconoce que en una Copa del Mundo se viven condiciones diferentes.
“Lo que percibo es que los intereses y el público en Mundiales es diferente al público de un campeonato local. Me da la impresión que el Estado mexicano y la federación de futbol (FMF) tienen la capacidad de organizar espectáculos seguros en el marco de un Mundial. En Brasil también había muchos episodios de violencia en el campeonato local y también hubo medidas como las que se adoptaron ahora en México, pero el Mundial se hizo igual, porque ahí hay otros intereses más fuertes. Además, México no es la sede principal, si lo fuera ahí sí el ojo del huracán estaría muchísimo más concentrado en México”.
Desde un punto de vista más comercial, Joe Favorito, consultor de negocios deportivos y profesor de Sports Management en la Universidad de Columbia, explica a El Economista que las figuras de poder del futbol mexicano tendrán que demostrar con acciones cómo enderezar esta percepción: “Hemos visto cómo el vandalismo y la violencia de cualquier tipo han dañado al futbol en países europeos y otros lugares, eso no puede tolerarse si se quiere ser tomado en serio como un negocio en un escenario global (…) Como en cualquier tragedia masiva en la que la violencia entraña los próximos pasos, el proceso judicial, el liderazgo y las debidas garantías procesales deben ser muy públicas y muy transparentes. Hay poco espacio para el error aquí y el mundo está observando”.
Futbol mexicano está alejado de sus comunidades
El sociólogo Segura Trejo, quien obtuvo su doctorado por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, recalca que en el futbol mexicano existe un panorama heterogéneo entre los fanáticos, ya que es una mezcla entre porras, grupos de animación, barristas sociales y algunos que se identifican más con el estilo de las barras bravas sudamericanas. El especialista no se atreve a calificar a todos los grupos como violentos.
“Es ingenuo pensar que (el alto grado de violencia) sea únicamente porque los grupos adoptaron el estilo sudamericano en la forma de cantar, es una forma muy simplista de verlo. Sí creo que había condiciones sociales en México que favorecieron a eso, como la adrenalina que produce ir o pertenecer a una barra, incluso el sentido de pertenencia para muchos jóvenes que pueden encontrar ahí una afiliación que no tienen en otros aspectos de la vida. Encuentran excitación, adrenalina, sentido de pertenencia y en una concepción tribal están predispuestos a defender su honor, y en esa defensa, consideran un valor positivo enfrentarse con otros grupos”.
Desde su análisis, las medidas que tomaron tanto la Liga MX como la FMF a raíz del caso Querétaro son en aras de mantener sólida su imagen corporativa, pero destaca que el futbol mexicano tiene un vacío en cuanto a relaciones más comunitarias con sus aficionados y las plazas en donde juegan.
“El futbol mexicano sigue teniendo un potencial para construir comunidad y convivencia que no se está aprovechando. Se está tomando una faceta de ‘Está bien, vamos a preservar el negocio’, pero se está olvidando todo el potencial que el futbol tiene o podría tener para ofrecer algo diferente a la sociedad (…) El futbol mexicano está distante con sus aficionados y con las propias comunidades en donde están implantados sus clubes, en México no se conocen programas comunitarios. Ese tipo de acciones, si se trabajan con compromiso, podrían darle otra imagen al futbol mexicano, de más cercanía y compromiso social tanto por parte de la federación como de la liga”.
—¿Eso serviría para mejorar las condiciones de violencia existentes?
—“Ayuda al conjunto del futbol, un futbol más solidario, comprometido, le quita legitimidad a la violencia, incluso cuando pueda haber un conato le genera un contrapeso”.
Aunque Segura Trejo no está totalmente de acuerdo con la tesis de que lo que sucedió en Querétaro sea reflejo de la sociedad mexicana, sí destacó algunas características del termómetro social en la actualidad.
“La agresividad ha aumentado en prácticamente la mayoría de los espacios sociales, es constante, hay mucha tensión, hay poco espacio para el diálogo, cada vez hay más infiltración de grupos violentos en zonas del país y hay territorios que se van convirtiendo en zonas de nadie, donde la única forma que tiene el Estado para entrar es a través de la fuerza pública, entonces esto que pasó en el futbol es una llamada de atención más de que las cosas no están bien en la sociedad en general”.