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Hazaña de México, puerta para sanar el entorno beisbolero
La atención mediática lograda por la selección en el Clásico Mundial 2023 es una oportunidad para profundizar en los manejos de este deporte y mejorar las prácticas.
Fueron dos semanas en las que México recibió una ‘bomba’ mediática a través del beisbol, gracias a la notable participación de la selección varonil en el Clásico Mundial 2023, torneo en el que por primera vez avanzaron a semifinales. Pero de eso a saber si efectivamente habrá beneficios para los peloteros y para el desarrollo de menores dentro del entorno de este deporte a nivel nacional, todavía no hay nada claro.
“La verdad no estoy segura si habrá un efecto para el beisbol mexicano después de la participación histórica de la selección. Ahorita este resultado tiene a todo el mundo muy contento y muy pendiente del beisbol, pero no sé si de verdad vaya a tener un efecto duradero”, menciona a El Economista, Beatriz Pereyra, periodista deportiva de Proceso, Sin Embargo MX y Canal Once, además de autora del libro especializado en beisbol, Pelotero.
La gesta que lograron jugadores como Randy Arozarena, Joey Meneses, Alexis Wilson y compañía, llevando a México a los mejores cuatro lugares del beisbol mundial, tuvo un impacto mediático inmediato. Según reportes de Imagen TV, el canal de televisión abierta que transmitió el Clásico Mundial 2023 en el país, el duelo entre la novena mexicana y Japón fue el programa número 1 en alcance del día (20 de marzo) en todo el territorio con 5.3 millones de espectadores.
No obstante, esta cifra y otras, como el aumento de seguidores en redes sociales para las cuentas de la selección mexicana, no garantizan consecuencias positivas respecto a la producción de más talento nacional ni de mejores prácticas dentro de los organismos líderes de este deporte.
“Lo que podríamos ver como un termómetro a mediano plazo va a ser el final de temporada de la Liga Mexicana de Beisbol (LMB, la liga veraniega de México) con las cifras de asistencia contrastadas con el año anterior (…) a partir de eso puede haber cierta derrama en donde los clubes pueden invertir en fuerzas básicas. El mismo éxito de una selección puede motivar a clubes e incluso a la misma federación (mexicana de beisbol) a poner algo de orden y darle más forma al desarrollo de los niños y jóvenes”, opina Irving Furlong, coeditor de Séptima Entrada y con experiencia de tres coberturas en Serie del Caribe.
En un lapso de dos años, México ha tenido caras opuestas en su papel en el beisbol internacional. Durante los Juegos Olímpicos de Tokio quedó en el último lugar del torneo y fue el único equipo que perdió todos sus partidos (ante Japón, República Dominicana e Israel), contrario a lo que ocurrió en el Clásico 2023, donde se alcanzaron unas inéditas semifinales incluyendo victorias ante potencias como Estados Unidos y Puerto Rico.
Ese contraste en el rendimiento, explica Beatriz Pereyra, se debe a que la selección mexicana trabaja con dos equipos: uno de mayor calidad, cuando los clubes de Grandes Ligas le prestan elementos como Julio Urías, Giovanny Gallegos o el propio Randy Arozarena; y otro conformado en su mayoría por elementos formados totalmente en territorio mexicano, como ocurrió en el roster de los Juegos Olímpicos.
“Tenemos que hablar de dos universos diferentes de la selección nacional: la que está conformada por los peloteros que juegan en Estados Unidos, ya sea porque se formaron allá o que se formaron en México y luego fueron exportados; y la selección que se forma para otro tipo de eventos como los Juegos Centroamericanos, Panamericanos y Olímpicos, que son los jugadores hechos en México y que entonces ahí te desnudan la realidad de necesidades que urgen atender”.
Entre esas necesidades resalta la falta de profesionalización de peloteros en los clubes mexicanos en temas como alimentación, preparación en gimnasio y cultura física, que sí tienen los que radican en las Grandes Ligas. Dichas carencias de los jugadores nacionales provienen desde el sistema de captación de niños por parte de la Federación Mexicana de Beisbol (FEMEBE) y sus escasas acciones para desarrollarlos.
“Tenemos que entender que el beisbol infantil en México es un deporte privado y caro en la mayoría de los casos, hay que comprar uniformes, bats, pelotas, guantes y otras cosas. Eso es algo que los papás han venido absorbiendo, después lo que hace la FEMEBE, que la verdad no sirve para nada, es detectar a los niños y llevarlos a las selecciones infantiles y juveniles.
“Después, cuando tienen una selección mayor que va a los Panamericanos y Centroamericanos, es donde nos damos cuenta de que el beisbol local no está a tan buen nivel, como vimos en los Juegos Olímpicos, algo desastroso porque no ganaron. Ahí es donde te das cuenta que el talento mexicano no es suficiente porque todavía falta esta parte de la profesionalización que sí tienen los que están formados en Estados Unidos”, expone la periodista.
Uno de los puntos rescatables en la exposición mediática que logró el beisbol mexicano es el captar la atención de nuevos seguidores. Esto abre la posibilidad para que más niños busquen practicar este deporte y eventualmente intenten ser profesionales, y si no, al menos sean parte de los espectadores y consumidores del futuro.
“Quiero resaltar que el beisbol volvió a ganarse ese espacio que perdió durante mucho tiempo en México, desde aquellas épocas gloriosas entre los años 50 y 70 cuando era el deporte nacional. Esta victoria (en el Clásico) consolida el trabajo que se ha venido haciendo de años anteriores en las ligas profesionales, en donde se han hecho inversiones y movimientos estratégicos. Creo que a nivel infantil y juvenil primero se necesitaba de una actuación como esta para que los niños y los jóvenes se empezaran a interesar por esta disciplina”, argumenta Irving Furlong.
El próximo Clásico Mundial se llevará a cabo en 2026 y México tiene asegurado su lugar tras haber sido semifinalista, además de haberse embolsado 1.5 millones de dólares no sólo por llegar a esa ronda, sino también por haber sido líder de su grupo por encima de Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña y Colombia. La vara que dejó la generación de 2023 es muy alta, pero la edad y el momento que atraviesan sus jugadores permiten pensar que en la próxima edición el resultado debería ser similar.
“Tendrían que hacerlo. Si se considera que este roster fue muy poderoso, todos ellos todavía tienen edad para poder seguir en el siguiente WBC. Ahorita ellos ya tienen el listón alto y creo que lo que se tendría que exigir para las futuras participaciones es que México siempre tiene que estar pensando en las semifinales y tratando de encontrar la manera de vencer a equipos como Japón, Corea del Sur y cómo seguir ganándole a Estados Unidos (…) Ese es el nivel de México, ellos solitos subieron el listón y no pueden exigirse menos que eso”, concluye Beatriz Pereyra.