Lectura 3:00 min
Iniesta, el intelectual del balón
Iniesta superó en la votación a los otros dos finalistas, su compañero de club Lionel Messi y el delantero del Real Madrid, Cristiano Ronaldo.
El corazón de Iniesta es Barcelona y también al revés, la misma historia con la Selección Española. En el equipo en el que se desempeñe, el jugador es un culto para el balón. Pero Barsa y la Roja ya han sido premiados muchas veces y Andrés Iniesta, el jugador, no; siempre segundo tras Messi, tras Ronaldo. Pero este año parece el suyo, hoy coleccionó su segundo premio individual, mejor jugador UEFA 2011-12, luego del que recibió como mejor jugador de la pasada Eurocopa.
Ayer, a ese dios de la fantasía que crea el juego en su cabeza y lo imprime en la cancha, se le hicieron honores, más allá de los que le hacen en Fuentealbilla, su tierra natal, en donde su labor es bien reconocida e incluso una calle lleva su nombre.
Virtuoso no sólo de las batallas que emprenden sus botines en el centro del campo, también en las palabras: El cansancio es secundario , yo no compito con nadie, yo hago futbol , el sentirte feliz como persona es superior a cualquier triunfo , por fin fue galardonado.
Por que ése es Andrés Iniesta Luján, la persona que heredó el nombre de su tío paterno, familiar que se enorgullece de llevar el homónimo de uno de los más grandes jugadores en la historia de Barcelona, de uno de los jugadores que suma ya seis años con la Selección nacional, pero que sobre todo -asegura en cada entrevista- es una persona intachable.
El Fantasma, ése es el jugador, el mismo que podría adjudicar su mote a lo bien que pasa desapercibido entre más de dos jugadores que lo marcan, bajo la diligencia que muestra su dribling, pero que más bien se lo debe a su físico pálido y en particular a Luis Omar Tapia, comentarista de futbol del canal Fox Sports que alguna vez lo llamó Gasparín .
O se lo podría deber a su timidez, que no le hubiera permitido destacar de no ser en el futbol, ésa en la que el lenguaje se transmite en cada partido al hacer, deshacer y recrear jugadas en el momento justo con el balón bajo su cargo.
Esa capacidad que fue bien dirigida cuando a los ocho años apareció en la escuela de Barcelona y empezó entrenando una hora, que se convirtieron en dos y en tres, así hasta hoy que no hace más que vivir futbol, ser el corazón del deporte al que le ha entregado todo y por fin le premia, a él, Andrés Iniesta, no Barcelona, no la Selección de España, sí a un futbolista que sabe hacer culto a aquello llamado futbol.