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La isla de las maravillas se muestra al mundo

Tras una fiesta llena de cultura, color y algarabía, la reina Isabel II inauguró los Juegos Olímpicos.

Londres. A las 11 de la mañana, la cita en el Main Conference Press Room del Centro Internacional de Prensa llama al morbo. Danny Boyle, el director de las ceremonias de inauguración y clausura de los Juegos Olímpicos daría un adelanto de lo que ocho horas más tarde los británicos mostrarán al mundo entero.

Atiborrado el salón, pronto, la directora de comunicaciones del Comité Olímpico Internacional hace una advertencia: nada de lo que se escuche en ese salón puede ser publicado antes de las nueve de la noche. Y es que el evento que, oficialmente, le dará la bienvenida a la justa veraniega de Londres, es el secreto mejor guardado que habrá hasta que, las 4,000 millones de personas alrededor del mundo, se postren ante el televisor para mirar uno de los espectáculos más esperados de cada cuatro años.

Sin decirlo, la prensa que esperaba tener la primicia antes que nadie, entiende lo que el COI

quiere decir: si revelas algo dile hola a la fama y adiós a tu acreditación. Pero sería difícil revelar lo que pasará en la noche. Ningún reportero podría saber que los británicos iban a mostrarse más británicos que nunca.

Nadie, podría haber dicho que los corazones de las 60,000 personas de diversas partes del mundo que asistieron al estadio olímpico de Londres y aquellos que miraron por tv, se treparían a una montaña rusa de emociones que tendrían su punto más alto cuando, pasada la medianoche, no uno, sino siete jóvenes atletas encenderían, con la llama olímpica que había atravesado todo el Río Támes, un pebetero que emergería de las entrañas del estadio.

Danny Boyle habló sí, de Isla de maravillas, de la cita de Shakespare Be no afeard, the isle is full of noises inscrita en la campana que tocaría Bradley Wiggins, ciclista, recién coronado campeón del Tour de Francia. Habló sí, de las 13 etapas en las que consistiría la ceremonia, de los 16,000 voluntarios que fueron reclutados de todas partes del mundo, de los involucrados, como los encargados del vestuario que produjeron tal cantidad de ropa que, de reunirla toda, una persona sería capaz de vestirse con una prenda nueva diariamente por 63 años.

Coincidentemente, esa fue la diferencia de edad entre el participante más joven, quien tiene siete años y el más viejo que cuenta con 70. Que todos los voluntarios, tuvieron 284 ensayos y que a los niños más pequeños, se les convenció de guardar el secreto de la ceremonia, quién sabe cómo. Que la inauguración requirió 15,000 metros cuadrados de cable, lo cual equivale a 12 veces recorrer una piscina olímpica y que el sistema que se usó para quienes volaron, puede ser usado para levantar 25 toneladas, lo cual equivale al peso de cinco elefantes.

Pero había que guardar el secreto, porque el director británico, quería guardar lo mejor para

ese momento, en el que Londres mostraría al mundo la historia de Gran Bretaña. Ya fuera con la reina Isabel II, quien por cierto, había sorprendido en las casas de apuestas, al ser favorita para encender el pebetero. Cinco a uno porque ella lo haría. Boyle quería sorprender con un escenario parecido al mundo imaginario de Peter Pan, donde se reunieron entremezclaron los Beatles, Mary Poppins, Harry Potter, Charles Chaplin y Romeo y Julieta.

Sorprender con un inusual humor en la ceremonia de inauguración que pasó desde el agente 007 de Daniel Craig, hasta Mr. Bean e incluso, la misma Reina, quien supuestamente se lanzó de un helicóptero. Quería sorprender con el sonido, para el cual utilizó 500 altavoces, que se quedaron casi mudos ante los ensordecedores gritos de los emocionados asistentes. Quería sorprender, y lo hizo, con el baile, la música, con Muhammad Alí como portador de la bandera del COI, lo hizo con luces conformadas por más de 600,000 leds, con los recuerdos de Rolling Stones, con los bailarines con la orquesta de 60 músicos que produjeron 12 horas música.

Sorprendió, vaya que lo hizo, incluso cuando Sir Paul McCartney (prácticamente el único seguro en la ceremonia) salió para cantar Hey Jude, el éxito de los Beatles que vendió ocho millones de copias en todo el mundo y el estadio entero se unió en un ensordecedor canto. Porque fue entonces cuando más que nunca, Shakespare tuvo razón al decir: No tengas miedo, la isla está llena de ruidos .

Una mexicana, entre las participantes

La ceremonia de ayer, tuvo entre una de sus voluntarias a Laura Herrera, una mexicana que vive en Londres hace ya varios años y que fue elegida para formar parte de la ceremonia de inauguración. Laura fue la encargada de llevar el letrero de Malawi en el desfile de las delegaciones.

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