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Otra vez… no se pudo

El futbol mexicano sigue sin dar un golpe de resonancia mundial. Los felinos cayeron ante River y se quedaron en la orilla.

Ramiro Funes Mori salió eufórico apenas conectó el balón con la cabeza y lo mandó al fondo de la portería de Nahuel Guzmán. Con una pasión que contagió a los 65,000 espectadores del Estadio Monumental de Núñez, River Plate ganó 3-0 a Tigres, luego del empate sin goles en el partido de ida. Tigres terminó con la sensación de un cazador que deja escapar a su presa, así fueron los felinos, que desde la fase de grupos pudieron romper el sueño continental de los millonarios.

La Copa se queda en casa, ahí donde es el trofeo más preciado a nivel de clubes, la misma que es codiciada por futbolistas como Deco, Ronaldinho, Valderrama, Recoba y hasta Maradona, figuras que destacaron a nivel mundial y que, salvo el brasileño, no pudieron conseguir la corona.

Con una épica implacable, así desdibujaron los argentinos al equipo de Ferretti, superándolos en la convicción, como en la jugada del primer gol, cuando Leonel Vangioni se quitó de encima a un asustado Jürgen Damm, para después mandar un centro que conectó, casi en soledad, Lucas Alario.

No eran precisamente los mejores momentos de River, que sufrió con las proyecciones por los extremos de los hábiles Damm y Aquino, pero la anotación en el ocaso del primer tiempo desmoronó el carácter de Tigres.

La paradoja de la final, a la que River Plate llegó tras rescatar un empate en casa en el primer partido de la fase de grupos, luego se repuso a dos goles en el segundo partido de la fase y de saberse eliminado del torneo, hasta que un equipo alterno de Tigres goleó al rival directo de los Millonarios para pasar a los octavos de final.

Esos acontecimientos sólo alimentan el dolor del futbol mexicano, que tenía en Tigres la esperanza de conquistar por primera ocasión el trofeo de clubes más importante del continente, quizá más por alarde que por la convicción y pasión con la que se pelea en Sudamérica.

Y es que las ocasiones de Rafael Sobis, André-Pierre Gignac y Javier Aquino, quienes fallaron ocasiones claras, de frente a la portería de Marcelo Barovero, que lucía indefenso, agregan al sentimiento colectivo una profunda desilusión.

A pesar de los 24.4 millones de dólares que destinó el club regiomontano para ganar la Copa Libertadores, prioridad para una directiva ávida de reconocimiento mundial como lo fue cuando ficharon al delantero francés con el mejor salario del futbol mexicano , la actitud de Tigres fue de un equipo que se miró al mismo nivel de rival que entre su plantilla tiene a futbolistas que pasaron sin gloria por el futbol mexicano, como Fernando Cavenaghi, Nicolás Bertolo, Tabaré Viudez y Carlos Sánchez, este último autor del segundo gol, por la vía penal, que sólo así hizo reaccionar a la estrategia ofensiva de Ricardo Ferretti.

River, el club que hace cuatro años consumó su primer descenso, disfruta la Copa que ganó desde el carácter y la pasión. Mientras, Tigres, aquel espejismo de gloria continental a la que se aferró el futbol mexicano, decretó la peor derrota del balompié nacional en una final. La espera de llegar a la cima de América sigue siendo una cuenta pendiente para México. (Con información de Eduardo Hernández)

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