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Sol y sombra en la Plaza México
El matador hidrocálido Juan Pablo Sánchez y el rejoneador español Andy Cartagena se llevaron sendas orejas, mientras que el diestro potosino, Fermín Rivera, tuvo la mala fortuna de escuchar los tres avisos y regresó vivo a los corrales a su segundo enemigo.
El primero en tocar pelo fue Sánchez, quien a base de insistencia logró pases intermitentes ante Alabardero, astado de Torreón de Cañas que se paró pronto y no le puso las cosas tan fácil al diestro aguascalentense que con paciencia enceló a su enemigo hasta lograr templar sus embestidas y coronar su actuación con una buena estocada de efectos fulminantes que provocó la petición mayoritaria del premio por el público y fue concedida por el juez Enrique Braun.
El segundo de su lote y cierra plaza, un toro complicado y peligroso, Juan Pablo se jugó la vida ante Amparador, burel que le buscaba las pantorrillas, los costados y a toda costa prenderlo entre sus pitones, pero al que a base de porfiar le extrajo pases por el lado derecho que tuvieron mucho eco en los tendidos; labor firme y valiente que terminó de pinchazo y tres golpes de descabello para escuchar palmas.
Por su parte, abrió plaza el rejoneador Andy Cartagena, quien enfrentó un par de astados de José María Arturo Huerta de excelente juego, el primero, Turronero, recibió los honores del arrastre lento a sus restos y el segundo, Cinco Jotas, fue aplaudido rumbo al destazadero.
A bordo de Apolo, Gorrión y Jinocente, el torero a la jineta colocó rejones de castigo, banderillas y el carrusel, pasando por el toreo por la grupa, las piruetas, la suerte del teléfono y adornos que le fueron muy coreados pero estuvo errático con el rejón mortal y escuchó palmas tras un aviso en su primero.
Ante el cuarto del festejo, el centauro español montó a Cuco, Iluso, Cupido, Humano y una hermosa yegua de nombre Brujita, con los que hizo las delicias en suertes por la cara, caminando la hembra equina en dos patas y señalando un pinchazo antes de un rejón de efectos inmediatos que le valió la numerosa petición en los tendidos para recibir un apéndice al término de su actuación.
En cuanto a Fermín Rivera, no tuvo mucha suerte en su actuación y en su primero, tras una labor poderosa y templada escuchó palmas tras un aviso; pero en el quinto de la tarde, se eternizó con la espada y le sonaron los tres avisos, por lo que su enemigo fue apuntillado en el ruedo.