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Tesón, voluntad y hombría en La México

Las fallas con la espada y la escasa colaboración de los toros que ayer se lidiaron fueron las consecuencias de una corrida donde nadie brilló.

La tercia de la cuarta corrida de la temporada grande en la Plaza México no pudo obtener triunfo por parte de los actuantes por sus fallas con la espada, la poca o nula colaboración de los toros y regalos que de nada sirvieron para que hubiera algún corte de apéndices en el festejo.

Y es que habrá que consignar que Arturo Macías, Fermín Rivera y Juan Pablo Sánchez no escatimaron recursos para estructurar tres faenas importantes y de corte muy torero, pero las fallas con la espada evitaron que cortaran orejas.

Arturo Macías inició con Lingote de Plata, astado noble y con fijeza al que lanceó variado, le realizó un quite muy vistoso por saltilleras y una faena derechista que le resultó despaciosa, muy templada y con trasmisión en los tendidos, para que le corearan varias tandas. Al final, se eternizó con la espada y terminó por ser silenciado luego de escuchar un aviso.

Con su segundo, Fundador, un ejemplar soso y sin trasmisión, poco pudo hacer, ya que el astado se apagó en la faena de muleta, regateaba las embestidas y tenía tendencia a refugiarse en tablas, por lo que abrevió anunciando un toro de regalo del que para su mala fortuna tampoco tuvo colaboración, por lo que sólo alcanzó a saludar en el tercio.

Fermín Rivera enfrentó en primera instancia a Alebrije, un burel noble y con trasmisión al que lanceó por verónicas y le realizó un quite por chicuelinas, para después torear con mucho temple y despaciosidad, para obtener sonoros olés de parte del respetable, pero la espada le jugó una mala pasada y tras entregarse en la suerte suprema, incluso saliendo trompicado y a punto de sufrir un percance, le redituó que el público lo solicitara en el tercio para rendirle una calurosa ovación.

Con el quinto de la tarde, de nombre Conquistador y que no se prestó para el lucimiento, destacó el lance por saltilleras y su labor tesonera y voluntariosa en la faena de muleta, pero sin materia para el triunfo y sólo escuchó breves palmas.

El tercer espada, Juan Pablo Sánchez tuvo un lote de sol y sombra. A su primero, Jalapeño, que fue por mucho el mejor toro de la tarde por su nobleza, fijeza y calidad, le instrumentó una faena que alcanzó sus mejores momentos por el lado derecho, en el que las tandas se sucedían una detrás de otra y los gritos de la gente en los tendidos le acompañaban en presagio de un triunfo importante, pero pinchó dos veces antes de rematar al cuarto golpe de descabello y todo quedó en saludos en el tercio al término de su labor.

Con el sexto, Rey Moro, que también resultó complicado, lanceó variado e inició bien en la faena de muleta, pero el astado se rajó y Sánchez, en un afán de triunfo, se pegó un auténtico arrimón, se metió en los terrenos del toro, le expuso en demasía y le ponía los muslos de carnada, pero al final no mató al primer intento y se tuvo que conformar con palmas a su labor.

Tras la falta de triunfo, regaló un octavo astado de Campo Real con el que rozó la gloria tras otra faena de riñones, en la que de nueva cuenta se jugó la vida, pero la espada le volvió contrario y terminó por saludar en el tercio.

rgs

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