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Universidades de EU, las alas para el sueño de atletas mexicanos

El 21.5% de los mexicanos en Tokio 2020 son o han sido estudiantes de nivel superior en Estados Unidos. Ante las carencias en México, algunos cruzan en busca de mejores oportunidades en el vecino del norte.

Diving - Women

Diving - WomenREUTERS, X03756

Aunque el deporte mexicano regresó con cuatro medallas de los Juegos Olímpicos de Tokio, su delegación consiguió 17 diplomas y entró a más de 10 finales en diversas disciplinas. Sin embargo, el éxito no es enteramente del sistema deportivo que existe en México, sino que es impulsado por una estructura poderosa en técnica, recursos y posibilidades laborales: las universidades de Estados Unidos.

“Lo que es diferente es el apoyo. En México no hay infraestructura en una universidad para tener un equipo grande como los hay en EU; las instalaciones son increíbles, tienes todas las facilidades y México no cuenta con la infraestructura para que nosotros nos podamos formar en un equipo con altas competencias nacionales, eso nos afecta y no nos deja quedarnos en nuestro país”, explica Aranza Vázquez, finalista en trampolín de tres metros en Tokio 2020, en entrevista con El Economista.

De los 158 atletas que formaron la delegación mexicana en Tokio, el 21.5% (34) estudia o ha estudiado en universidades estadounidenses, destacando que pertenecen a nueve disciplinas: luchas asociadas, atletismo, natación, clavados, golf, tenis, softbol, beisbol y equitación.

Aranza Vázquez es una de ellas, al estudiar Ciencias del Deporte en la Universidad de Carolina del Norte. Otros atletas como ella son Jane Valencia (luchas), Gabriel Castaño (natación), Eugenio Garza (equitación) y Juan Joel Pacheco (maratón), además de las delegaciones enteras de softbol y golf, y siete elementos de la selección de beisbol.

La Universidad de Oklahoma es la que más representantes mexicanos tuvo, con cuatro, entre ellos: el maratonista Juan Joel Pacheco y el golfista Abraham Ancer. Le sigue la Universidad Estatal de Arizona (ASU) con tres y seis universidades más con dos. En total fueron 20 instituciones estadounidenses las que tuvieron al menos a un deportista mexicano en Tokio.

“Competitivamente me ha ayudado mucho el sistema de EU, son muchas competencias y vas aprendiendo de tus errores. En mis primeros tres meses competí muchísimo a nivel universitario: contra mi misma escuela, luego a nivel conferencia, regiones, zonas, nacionales… competí unas 20 o 25 veces, cuando en México, en un año competitivo, compites cinco o seis. Gracias a esa experiencia me siento mucho más relajada para competencias internacionales”, mencionó Aranza Vázquez.

Nacida en La Paz, Baja California Sur, hace apenas 18 años, fue reclutada por la Universidad de Carolina del Norte gracias a su alto rendimiento en clavados y a que terminó su preparatoria en México con promedio de 9.6. En Estados Unidos le dan una beca al 100% que le permite alternar su licenciatura y su rendimiento en clavados.

Resalta que su equipo de trabajo es “muy completo” con entrenadores, fisioterapeutas y psicólogos, entre otros profesionales, pero una de las cosas que más le ha servido es el alto número de competencias nacionales, que son cuatro veces más que en México y que le permitieron llegar a Tokio sin nervios ni pánico escénico.

Aranza cuenta que había tenido la opción de irse a Estados Unidos desde los 13 años por consejo de su padre, que confiaba en su alto nivel deportivo. Pero lo que terminó por convencerla fue el consejo de Juan Manuel Celaya, otro clavadista olímpico mexicano que emigró a la Universidad de Louisiana para estudiar Ingeniería Civil.

“Hay a quienes les toca la suerte de un buen sistema y logran destacar en México, pero hay a quienes no se les da el más mínimo apoyo y tienen que buscar competir en otro país o también porque los sistemas de selección te decepcionan. Son diversas razones por las que buscamos irnos, pero hay a quienes se les condiciona o perjudica, en los selectivos ganan su lugar pero les dicen que va otra persona; ahí nos decepcionamos y buscamos competir en otro país”, reflexiona la clavadista Vázquez.

Ella espera terminar su carrera en 2024, justo el año en el que también desea volver a los Juegos Olímpicos (París) para pelear por el top 5 de clavados, gracias a la fortaleza mental que está adquiriendo en EU: “Como persona ahora soy más independiente y ellos se enfocan mucho en tu salud mental. Me siento muy fuerte y me la he pasado increíble allá”.

Los 34 mexicanos con paso en las universidades de EU responden a lo que también ocurrió en los Juegos Panamericanos de Lima 2019, en los que México obtuvo su mejor participación histórica con un total de 136 preseas y culminó en el tercer lugar del medallero.

En aquella ocasión, 17 de esos 136 metales fueron ganados por atletas que estudiaban o habían estudiado en Estados Unidos, aunque solo el 5% de la delegación procedía de las universidades de aquel país. La diferencia es que el tamaño de muestra fue mayor, ya que a Lima 2019 asistieron 543 mexicanos y 28 eran los procedentes de escuelas estadounidenses.

“Las oportunidades para las universidades mexicanas de tener una mejor gestión de los eventos deportivos estudiantiles son amplísimas. Además de lograr una educación integral que contribuirá con alumnos más exitosos, un sistema sólido generaría un mayor sentido de pertenencia. Basta mirar hacia nuestro vecino del norte para dimensionar el impacto que puede tener un sistema de deporte universitario consolidado”, criticó en 2016, Dieter Holtz, impulsor de atletas mexicanos y becado por la Universidad de Florida en su juventud.

Diferencias de sistemas entre México y EU

Aunque algunos atletas deciden emigrar por razones como obtener una carrera profesional o un abanico más amplio de opciones laborales, no existe aún una fuga masiva “porque aquí los deportistas de muy alto nivel sí tienen privilegios, entre ellos muy buenos ‘sueldos’ o becas de distinto tipo, tienen dinero y eso les facilita sus necesidades básicas de vida”, explica a este diario Juan Ramón Piña, académico en Organización Deportiva de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL).

También con experiencia cubriendo cuatro ciclos olímpicos entre 1996 y 2016, aclara que el deporte universitario en México no tiene la injerencia que en EU: “Aquí todas las selecciones nacionales salen del deporte federado, el universitario se limita a organizar las Universiadas e integrar selecciones a Centroamericanos y Panamericanos Universitarios, así como a la Universiada Mundial. Nuestro sistema es muy distinto al de EU, donde las selecciones sí integran a universitarios. Aquí también, pero se hace bajo el lineamiento del deporte federado”.

Señala que las fortalezas del deporte federado mexicano son las “instalaciones aceptables, escuelas formadoras de cuadros profesionales, investigación, talento y buenos entrenadores”, aunque también destaca factores de peso en contra: “Directivos sin preparación, carencia de gerentes deportivos que trabajen de tiempo completo, políticas obsoletas, burocracia, corrupción, falta de planeación y de un proyecto nacional, pero la principal debilidad es la falta de voluntad política”.

¿Se pueden considerar los logros de los mexicanos en Tokio 2020 como productos del sistema deportivo nacional?

“Sí. La mayoría pasó por la Olimpiada Nacional y esta, se acepte o no, ha sido gran semillero y siempre organizada por las federaciones nacionales; de ella surgieron muchos medallistas y diplomas olímpicos. Entonces, aún con sus carencias y a pesar de muchos directivos y autoridades incompetentes, el Sistema Nacional del Deporte funciona. Si trabajara como debiera ser estaríamos mejor en el medallero, que siempre termina por desnudar la realidad”, concluyó el especialista.

fredi.figueroa@eleconomista.mx

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