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Hundimiento del suelo y su efecto en la respuesta sísmica de la Ciudad de México
Expertos afirman que la extracción de agua de los mantos acuíferos del Valle de México impacta en la resiliencia de la urbe
El sismo de septiembre de 1985 en la Ciudad de México fue un parteaguas en el país, pues se estima que el desastre natural dejó más de 880 edificios colapsados y 2,800 inmuebles dañados, así como miles de pérdidas humanas, lo que detonó la investigación científica alrededor de estos fenómenos y la regulación en términos de construcción.
Años después, en septiembre del 2017, la ciudad volvió a ser sacudida por un terremoto de magnitud 7.1, lo que volvió a remover la ingeniería mexicana; si bien, expertos afirman que la urbe ha mejorado su capacidad de respuesta a los terremotos, existen cambios en su estructura geomorfológica que representan un reto hacia el futuro.
De acuerdo con Raúl Aguilar Becerril, miembro de la Sociedad Mexicana de Ingeniería Geotécnica (SMIG) y de la Sociedad Mexicana de Ingeniería Sísmica (SMIS), el efecto de la consolidación del suelo, asociada a la extracción de agua de los mantos acuíferos del Valle de México, ha modificado las propiedades de respuesta sísmica del mismo. Este fenómeno debe ser analizado para evaluar los mejores métodos de construcción.
“El periodo de vibración del suelo se ha ido acortando con el tiempo porque el suelo se ha hecho más rígido. Sabemos que, en el oriente, la respuesta en el futuro debido al hundimiento va a ser más desfavorable y debemos considerarla desde este momento para la construcción de infraestructura”, comentó el experto.
Por su parte, Rodolfo Valles Mattox, miembro de la Sociedad Mexicana de Ingeniería Estructural (SMIE) y del Instituto Americano de Construcción en Acero (AISC, por sus siglas en inglés) destacó que, en el sismo del 2017, se registró una menor cantidad de colapsos estructurales en comparación con 1985, pero, fue alto el reclamo de la sociedad debido a que diversos edificios importantes detuvieron su operación por daños.
“Tenemos el reto de hacer nuestras ciudades más resilientes, estar mejor preparados para el siguiente sismo. Es un hecho que va a temblar, no sabemos cuándo, a qué distancia y con qué magnitud, pero va a pasar. Hay que hacer algo con las estructuras existentes, debemos modernizarlas o descartar algunas para tener una ciudad segura”, dijo el ingeniero.
Las experiencias sísmicas en la Ciudad de México han detonado la creatividad de los ingenieros mexicanos para fortalecer la resistencia de la infraestructura, así como cambios en la regulación de construcción. A partir del 2017, el gobierno capitalino es el encargado de llevar a cabo una revisión a la normatividad cada seis años.
Valles destacó que esta medida como un avance positivo, ya que antes se realizaban modificaciones casi cada década; en cambio, las revisiones periódicas permiten una evolución en la construcción de la mano de la ingeniería, al tiempo que se integran nuevas tecnologías.
Jesús Campos López, vicepresidente técnico del Colegio de Ingenieros Civiles de México, apuntó que la evolución en la ingeniería para la nueva edificación ya no sólo apunta a salvar vidas, sino también a salvaguardar las finanzas de los proyectos frente a los riesgos de temblores.
No obstante, el especialista subrayó que los edificios con inversiones millonarias no representan la mayor parte del parque inmobiliario en la Ciudad de México: “la parte financiera del negocio es fundamental, pero esto se queda en los grandes edificios que no son la mayoría de lo que se construye. Hay una preocupación sobre la zona oriente y la sobreexplotación de los acuíferos del Valle de México”.