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19-S: Aprendizajes en el sector de la construcción y sus reglamentos

A pesar de los avances en ingeniería sísmica, persiste un reto en la falta de transparencia y en mejorar la verificación sobre el cumplimiento de la normativa 

La Ciudad de México se distingue por sus rascacielos. Foto: Shutterstock.

La Ciudad de México se distingue por sus rascacielos. Foto: Shutterstock.

Después del terremoto de 1957, conocido también como el “terremoto del Ángel”, cuya magnitud fue de 7.8 en escala Richter, la Ciudad de México ha sido testigo de sismos que han marcado la historia de sus edificios y quienes los habitan.  

 

A su vez, la urbe ha cultivado conocimiento de ingeniería sísmica para desarrollar estructuras seguras, pero, a pesar de los esfuerzos académicos, persiste un reto en la falta de transparencia y en mejorar la verificación sobre el cumplimiento de la normativa. 

 

Desde el sismo del 19 de septiembre del 2017, se formó el Instituto de Seguridad para las Construcciones, responsable de integrar y actualizar las normas. Recientemente, se realizó una consulta pública y está por lanzarse el nuevo Reglamento de Construcciones y sus Normas Técnicas Complementarias 2023, que incluye un apartado de diseño para sismos y otro de evaluación y rehabilitación de edificios existentes. 

 

“El sismo de hace cinco años puso a trabajar al Colegio de Ingenieros Civiles, a las sociedades técnicas, a todos los especialistas, para un nuevo reglamento que garantice la seguridad. El problema es que por rapidez, desconocimiento, o cualquier otro motivo, muchos no lo cumplen y ponen en alto riesgo a las edificaciones y a sus usuarios”, comentó Ricardo Gutierrez, director responsable de obra del proyecto University Tower.   

Rascacielos, con mejor desempeño sísmico 

El riesgo sísmico de la Ciudad de México es uno de los diversos obstáculos para dar mayor apertura a la construcción vertical; no obstante, Esteban Astudillo, responsable de Diseño Estructural del University Tower, mencionó que se han realizado estudios exhaustivos a partir de sismos previos para crear técnicas y materiales de construcción con mayor resistencia a los desastres naturales

 

“Desde el punto de vista técnico y estructural, (siempre que se ejecuten las técnicas adecuadas) no hay ninguna restricción de altura en la ciudad. Por el contrario, un edificio alto tiene un mejor desempeño sísmico, porque está lejos del periodo natural del suelo y es menos sensible a la excitación sísmica en la base”, dijo el experto en entrevista.  

 

Un ejemplo de los avances de la ingeniería sísmica, es el proyecto vertical University Tower, de la Desarrolladora del Parque. El rascacielos próximo a inaugurarse tendrá 58 pisos y más de 200 metros de altura.  

 

Durante el diseño, se contó con la asesoría de Joseph Colaco, un ingeniero involucrado en el desarrollo de edificaciones similares en Chicago y encargado de algunas revisiones del emblemático Burj Khalifa en Dubai.  

 

Hasta el momento, el proyecto de Desarrolladora del Parque es el único con una cimentación de 75 metros de profundidad, lo que refuerza su capacidad de carga y su comportamiento en caso de sismos. Cabe mencionar que edificios como la Torre Latinoamericana o la Torre Mayor tienen una cimentación aproximada de 35 metros.  

 

“Es un edificio icónico y se cuidaron todos los aspectos del diseño, pero este proceso se debe aplicar en toda la ciudad para garantizar estructuras seguras. Habría que permear más la cultura de la prevención en la construcción”, remarcó Astudillo.  

No hay cultura del mantenimiento 

Contrario a los nuevos rascacielos, que se realizan con mayor supervisión y bajo las normas actualizadas en materia estructural, los edificios antiguos representan un mayor riesgo en la Ciudad de México frente a un sismo

 

El ingeniero Gutiérrez explicó que “existen 7,000 inmuebles en la capital que fueron construidos entre los años 60 y 80, muchos de ellos no se apegan a la norma vigente y tienen falta de mantenimiento, por lo que tienden a fallar”.  

 

De acuerdo con las normas de la capital, los edificios deben contar con una cédula que acredite su correcto funcionamiento, la cual debe ser actualizada cada cinco años. Los propietarios pueden acudir a su alcaldía y solicitar un diagnóstico visual por parte de un ingeniero para valorar si se necesita un reforzamiento de la estructura.  

 

“Este procedimiento lo indica la ley, pero se debe exigir su cumplimiento, porque la mayoría de los propietarios no lo hacen o sólo arreglan la fachada. El reglamento debe cumplirse, pero tenemos una falta de cultura de mantenimiento, de apego normativo y de temor al costo (antes que al riesgo)”, concluyó Gutierrez. 

 

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