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Economía

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Alta inflación y bajo crecimiento darán revés a la lucha de México vs. la pobreza: CEPAL

Indicó que la política fiscal debe seguir como un elemento central en la política de desarrollo de los países de la región; destacó que los subsidios a la energía y alimentos deben impulsarse.

Los altos niveles de inflación, así como el bajo crecimiento de la economía, le cobrarán factura a México en cuanto al tema del combate contra la pobreza, advirtió el más reciente estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

En el informe “Repercusiones en América Latina y el Caribe de la guerra en Ucrania: ¿cómo enfrentar esta nueva crisis?”, la Cepal vaticina que no sólo México será uno de los países más afectados, sino también Colombia, Paraguay y Brasil.

“El impacto del alza de precios y de la baja del crecimiento en la pobreza será diferente de un país al otro. En Colombia, México, Paraguay y Brasil tendrá lugar un fuerte retroceso de la lucha contra la pobreza”, precisó el documento.

En este sentido, las proyecciones de la Cepal colocan a México como el cuarto país de la región que cerrará el año con la mayor tasa de pobreza, con un porcentaje de 36.2%, mayor a la tasa de 34.9% que se observó el año pasado. Sin embargo, si se llega a un nivel aún mayor de inflación de lo estimado, la pobreza en territorio mexicano podría llegar a 37.2 por ciento.

Rolando Ocampo, director de la División de Estadística de la Cepal, explicó que en México el incremento de la pobreza sería de 1.6 hasta 2.5 millones de personas, dependiendo el escenario que se cumpla de inflación.

Mario Cimoli, secretario ejecutivo interino de la Cepal, señaló en videoconferencia de prensa, que los altos niveles de inflación preocupan, sobre todo, por el impacto que tienen en aquellos hogares más vulnerables con ingresos más bajos.

Por ello, señaló que en lo inmediato se necesita cuidar el bienestar de los sectores más pobres, así como darle prioridad a la seguridad alimentaria.

La tendencia de un crecimiento de los precios de los alimentos superior a la inflación general en la mayoría de los países perjudica no solo a las personas extremadamente pobres, sino también a los hogares de las partes media y media baja de la distribución del ingreso. Esto se debe a que la participación de los alimentos en la estructura de consumo de los hogares aumenta a medida que disminuye el ingreso”, se lee en el documento.

Desafío para política monetaria y cambiaria

Los altos niveles de inflación en medio de un menor crecimiento ponen en jaque a las autoridades monetarias de la región. La Cepal explica que mantener la política de alza de tasas para intentar frenar las presiones inflacionarias reduce, a su vez, el espacio de la política monetaria para sostener la actividad económica y demanda agregada, que a su vez podría frenar el crecimiento.

Lo anterior se combina con unas condiciones financieras menos favorables ante la normalización mundial de la política monetaria y la reversión de los estímulos monetarios que se dieron en los países desarrollados.

“Esto podría repercutir en salidas repentinas de capitales (como las observadas al inicio de la pandemia), junto con una mayor aversión al riesgo y apreciación del dólar, que podría aumentar el riesgo de inestabilidad macrofinanciera y acelerar la inflación en los países de la región a través del canal cambiario”, explicó la Cepal.

Subsidios e impulso fiscal

Por otro lado, la Cepal indicó que la política fiscal debe seguir como un elemento central en la política de desarrollo de los países de la región, y destacó que los subsidios a la energía y alimentos, así como las transferencias a los sectores más vulnerables, deben impulsarse para evitar los impactos inflacionarios.

No obstante, señaló que el impulso fiscal mediante el gasto público empezó a desacelerarse en el 2021 en la región, con una reducción de las erogaciones por subsidios y transferencias corrientes.

“Para el 2022, el contexto macroeconómico se ha hecho más complejo, planteando retos al manejo de la política fiscal que se manifestarán de forma diferente en los distintos países, como reflejo de la heterogeneidad de sus situaciones fiscales. Destacan los problemas de los países con elevados niveles de deuda, importadores netos de energía y alimentos, y con estructuras productivas altamente expuestas a condiciones internacionales como el turismo”.

En este sentido, señaló que la desaceleración en el crecimiento de las economías debilitará, a su vez, la recaudación de impuestos, con lo que se reducirá el margen para tener políticas fiscales activas.  “La ralentización del consumo privado y la inversión representaría un lastre para los ingresos tributarios. No obstante, el alza de los precios de la energía y otras materias primas podría impulsar los ingresos públicos en los países exportadores netos de estos productos”.

ana.martinez@eleconomista.mx

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