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Desigualdad preocupa a los bancos centrales, pero no tienen herramientas para resolverla: Agustín Carstens
Las políticas fiscales y estructurales abren las oportunidades para reducir los costos de la desigualdad.
La desigualdad es un factor de preocupación para los bancos centrales, pero ninguno de ellos cuenta con las herramientas para mejorar la distribución de los ingresos, advirtió desde Basilea, Suiza, Agustín Carstens, gerente general del Banco de Pagos Internacionales (BIS por su sigla en inglés).
“Sin embargo, los bancos centrales son plenamente conscientes de las consecuencias de sus acciones sobre la distribución de la renta y la riqueza en horizontes más cortos”, detalló.
Al participar en el ciclo de conferencias de Princeton Bendheim Center of Finance de Princeton University argumentó que “la desigualdad no es un fenómeno monetario en el largo plazo. Si bien los bancos centrales pueden contribuir a mejorar las condiciones para la estabilidad económica y financiera, son las políticas fiscales y estructurales las que abren las oportunidades para reducir los costos de la desigualdad”.
Destacó que hay una amplia evidencia sobre los factores que amplían la desigualdad: la pobreza en los sistemas educativos; el desigual acceso a los cuidados de la salud; la escasez de competencia; la inadecuada protección al consumidor y la pobreza en la regulación laboral.
Es a través de la política fiscal que se puede buscar una recaudación equitativa y dispersar el ingreso entre la población, incluso vía transferencias directas cuando es necesario, acotó.
En la conferencia, transmitida en línea, el banquero de los bancos centrales expuso que “la alta inflación, así como las recesiones suelen generar altos costos en la desigualdad de la distribución de los ingresos y golpear desproporcionadamente a los más desfavorecidos”.
“Por tanto, la mejor contribución que puede hacer la política monetaria para una sociedad equitativa es tratar de mantener la economía en equilibrio mediante el cumplimiento de su mandato”, consignó.
De acuerdo con él, “la política monetaria y la desigualdad requieren un enfoque integral que considere el vínculo entre la política monetaria y la estabilidad macroeconómica de manera más general.
En el conversatorio, Carstens enfatizó que “la política monetaria tiene que actuar con más fuerza para proporcionar el mismo estímulo económico en una economía más desigual, tal como lo respaldan recientes investigaciones del BIS.
“La desigualdad es parte del entorno en el que se establece la política monetaria y los banqueros centrales deben reflejarlo en sus decisiones (...) El aumento de la desigualdad afecta las decisiones de política monetaria en la medida que debilita la transmisión de la política monetaria”.
Esto, porque “los hogares con ingresos y riqueza relativamente más altos, suelen tener una menor tendencia a consumir y suelen reaccionar menos a los cambios en las tasas”.
Prestamista de última instancia
Agustín Carstens explicó que cuando se presentan desequilibrios financieros tras una recesión, la política monetaria tendrá que entrar en modo de “gestión de crisis”, es decir, con los bancos centrales actuando como prestamistas de última instancia.
“Y una vez más, no pueden tener éxito por sí solos, pues se requieren respaldos fiscales para estabilizar a los bancos y al sistema financiero en general”.
Además, dijo que es fundamental la intervención del gobierno para ayudar a reparar los balances de las empresas y sentar las bases para una recuperación saludable.
Luego explicó que en una economía desigual, son los trabajadores menos calificados los que están más expuestos en las recesiones y los que se ven más afectados si no hay estabilidad de precios.
Tomó por ejemplo la pandemia, donde los trabajadores no calificados fueron afectados desde el inicio, pues fueron los primeros en ser despedidos.
“Desafortunadamente, después de una recesión, los trabajadores de bajos ingresos y poco calificados también encuentran cada vez más dificultades para volver a ingresar al mercado laboral a medida que la economía se recupera”, comentó.
Esto explica por qué el desempleo tiene un impacto persistente también sobre la desigualdad de ingresos.
kg