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La catástrofe mexicana, el preámbulo electoral 2011-2012
La guerra de acusaciones entre los diferentes actores políticos ha iniciado. Con ella se desencadenarán muchas barbaridades que hoy el país no está en condiciones de recibir.
La guerra de acusaciones entre los diferentes actores políticos ha iniciado. Con ella se desencadenarán muchas barbaridades que hoy el país no está en condiciones de recibir. Después de más de 40 años, los legisladores se han dignado a presentar algunas mejoras, por que aún no son del todo reformas, en los ámbitos laboral, energético y fiscal, oportunamente, meses antes de la contienda electoral mexiquense.
El uso de la imagen gubernamental como esquema partidista es una vieja costumbre muy arraigada no sólo en un partido. Es un mecanismo de acción y reacción por parte de todos los agremiados políticos, olvidándose del fundamento del servidor público: actuar porque así lo demanda la ciudadanía.
Pero lo lamentable en todo esto no son las tradiciones políticas mexicanas, sino el cambio tan radical que han dado los esquemas de izquierda y derecha.
No se trata de juntar el negro y el blanco para ver si obtenemos un gris brillante, las corrientes políticas se sustentan en criterios sociales y económicos muy divergentes unos con otros.
Combinar un esquema basado en la equidad social con una alternativa neoliberal lo está convirtiendo en lo que hoy llaman un representante o gobierno ciudadano.
¿Cuál será el resultado de una reforma fiscal y laboral a la postre de estas alianzas, pagar los impuestos en abonos chiquitos? ¿O tal vez extender los programas sociales a la clase media para hacerla sentir parte de la pobreza mexicana?
Al final, si no se puede erradicar la pobreza en México, esta es una opción para que todos los mexicanos seamos parte de ella.
Es más que notorio, se trata del poder por el poder. Al no estar en posibilidades de hacer frente a los cientos de millones de pesos del partido gobernante en el Estado de México, la suma monetaria del resto de los partidos emparejaría el presupuesto para gastos de campaña. Hay que aclarar: aquí es donde el todo no es más que la suma de las partes; por el contrario, resta calidad a las propuestas de gobierno que un candidato estaría en posibilidades de presentar. Es retroceder en el proceso democrático nacional.
Para muestra del desastre que se avecina, de concretarse la conjunción izquierdaderecha en México, ¿quién sería candidato presidencial para el 2012? ¿Cómo se daría la conformación legislativa y la toma de decisiones en las diferentes cámaras? ¿Cuál sería el resultado de las tan anheladas reformas estructurales? ¿La repartición de las secretarías de Estado? ¿La conformación política en cada entidad federativa? En fin, es una apuesta clara, que gane quien sea, pero tú no . No se dan cuenta de que, en este sentido, el único perdedor es el país.
*El MF Ricardo Gutiérrez es profesor investigador del Tecnológico de Monterrey Campus Toluca.
ricardo.gtz@itesm.mx