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Economía

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Reino Unido, el mayor paraíso fiscal de Europa

Sin duda alguna, el Brexit va a suponer grandes cambios en una y otra orilla del Canal de la Mancha, algunos de estos pueden ser previsibles pero otros no.

Sin duda alguna, el Brexit va a suponer grandes cambios en una y otra orilla del Canal de la Mancha, algunos de estos pueden ser previsibles pero otros no.

Gran Bretaña está dispuesta a modificar su modelo económico y convertirse en el paraíso fiscal de Europa si se le excluyera de manera traumática del Mercado Común (UE); sin duda, el gobierno británico hará lo que tenga que hacer para recuperarse después del Brexit .

El Reino Unido ya ha evidenciado al mundo entero que no le asusta quedarse solo , tal y como ocurrió frente a la Alemania nazi antes de la entrada de EU en la Segunda Guerra Mundial. Esa soledad relativa ya que siempre han tenido, a diferencia de España, su riqueza común - commonwealth no quita el sueño a los británicos.

Podemos asegurar que, si Albión deja la UE de manera traumática, es decir, mediante un Brexit duro y pierde el acceso al mercado europeo, la UE sufrirá su venganza, orientada a generar graves daños económicos al Mercado Común.

Ese botón rojo del Brexit duro europeo supondrá reducir el impuesto de sociedades en el Reino Unido, y limitar las comunicaciones bancarias con países de la OCDE, para recuperar la competitividad en la escena mundial. ¿Si estas situaciones se materializaran, podríamos llamar al Reino Unido paraíso fiscal? La respuesta es sí.

Probablemente, la salida del Reino Unido de la UE, provoque en los socios un efecto liberalizador, digno de agradecer por el común de los ciudadanos anónimos, por el mero hecho de poder huir, sin el permiso de la AEAT, con las rentas personales y societarias al Paraíso Fiscal Británico .

Si el futuro acuerdo entre el Reino Unido y la UE se aleja del principio de reciprocidad sobre la libertad de movimientos de personas y mercancías, provocará el nacimiento de la mayor paraíso fiscal del planeta Tierra, y no es probable un acuerdo fácil, ya que los británicos desean libertad de movimientos en mercancías y capitales, pero duros controles migratorios para europeos y no europeos que decidan entrar en las Islas.

Los británicos son conscientes de que no pueden competir en mercancías con las regiones más competitivas de la UE (Polonia, Portugal, Eslovaquia, etcétera), pero con la libra esterlina como una de las monedas más estables de mundo al cambio con el dólar y el euro se convertirán en el mercando financiero más atractivo del mundo.

Ya lo decían los defensores del Brexit: Gran Bretaña nunca fue una nación que se centró en la Europa continental, y en lugar de ser 'anticomercio' siempre deseó mirar más allá, en un mundo más amplio y global .

Sin embargo, si la UE no se convierte en un clan de bobos burócratas bruselenses amedrentados por los sables de los creadores de la Patente de Corso, el Brexit puede ser muy buena noticia para la Gran Bretaña, pues los paraísos fiscales no son políticamente hablando grandes amigos de la democracia, y pueden tener sus lagunas en los políticos, pero nadie se acuerda de ese insignificante detalle, con salarios medios que triplican los salarios patrios en cualquier sector, y los octuplican en el sector financiero; aunque sinceramente, no creo que los padres de la democracia parlamentaria vayan a convertirse en el Singapur político de Europa.

En la actualidad, el Reino Unido grava los beneficios corporativos con 20%, el nivel de impuesto de sociedades del Reino Unido, el más bajo en el grupo de los siete (G7). Sin embargo, ya se ha anunciado la reducción a 17% en el 2020, la tasa más baja de impuestos sobre países del G20, y en ese sentido, cabe decir que los británicos predican la rebaja de estos gravámenes a nivel mundial.

En el polo opuesto están los supuestos dos motores de Europa, es decir, Francia y Alemania, que tienen tasas de impuesto de sociedades más elevados, en concreto 34 y 30%, respectivamente.

Cualquier político inteligente debería saber que el impuesto sobre sociedades debe ser un punto de venta para el país que lo impone.

Pareciera que los conservadores (George Osborne) y los laboristas británicos (Gordon Brown) sí se pusieron de acuerdo en la reducción progresiva de la tasa, desde 33 a 28% durante sus mandatos. Así, ambos ministros, aunque de extremos opuestos del espectro político, redujeron el impuesto de sociedades por razones similares para dar impulso a las empresas británicas y para atraer inversiones de corporaciones extranjeras.

Destaquemos que la reducción del impuesto de sociedades también es parte de un requilibrio a largo plazo de la carga fiscal, pasando de las empresas a las personas físicas. Según todos los cálculos, esta política ha tenido éxito, ya que se estima que en el 2014 la Inversión Extranjera Directa en el Reino Unido pasó la marca de un billón de libras. Este tipo de inversión creó 85,000 nuevos puestos de trabajo en Gran Bretaña en 2014/15, más que en cualquier otro país europeo.

Pero la reducción constante del impuesto de sociedades también es parte de un requilibrio a largo plazo de la carga fiscal de las empresas a los particulares.

Los números no engañan, en el año fiscal 2013-2014, el último año para el que se dispone de cifras, el impuesto de sociedades representó sólo 6.75% de los ingresos fiscales totales del Reino Unido, frente a 10.53%, menos que una década antes en 2005-2006. ?(Pedro Muñoz)

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