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Bolsas de moda, maletas y mochilas ¿de papel? Mariana lo hace posible
Hace cinco años y medio, Mariana Navarro y su mamá Marcela, comenzaron una aventura: crear su empresa Maralgui, enfocada en la producción y venta de bolsas de moda, mochilas, maletas y accesorios para el hogar hechos a partir de papel reciclado.
Hace cinco años y medio, Mariana Navarro y su mamá Marcela, comenzaron una aventura: crear su empresa Maralgui, enfocada en la producción y venta de bolsas de moda, mochilas, maletas y accesorios para el hogar hechos a partir de papel reciclado, que hoy les ha permitido tener presencia en todo el país e incluso a nivel internacional.
Al conversar con El Economista, Mariana relata que al tener sus papás un negocio dedicado a las producción de papel, registraban mucho material que no se utilizaba al que podían darle una segunda vida. Al analizar la situación, decidieron convertirlo, primero, en pequeños costales decorativos para el hogar, que fueran resistentes y durables.
“Comenzamos en la cocina de mi casa con la máquina de coser de mi mamá y nuestro objetivo era quitar la idea de que las bolsas ecológicas solo son las famosas de color verde o que son de mala calidad. Queríamos hacer algo que se usara a diario, bien hecho, durara lo mismo que otros productos y fuera amigable con el medio ambiente”, narra.
De esa manera, diseñaron un proceso de reutilización del papel que se comprime y se hace resistente al agua, por lo que se puede mojar pero no romperse. Al comienzo hicieron pruebas con los costales y al ver la calidad que se asemejaba con la piel, en relación a firmeza y calidad, comenzaron la producción de las bolsas de moda.
En esa primera etapa, su mamá era la encargada de coser, pero con el paso del tiempo y debido a su mayor exposición, sobre todo en bazares, fueron creciendo hasta poner un taller que actualmente emplea a 15 personas de forma directa y a 15 indirectamente. Los costureros hacen cada bolsa a mano, convirtiéndolo en un articulo único y personalizado.
Actualmente la marca tiene más de 50 modelos entre bolsas, maletas, backpacks, costales y lonchas, cuyo costo va desde los 150 hasta 3,500 pesos. Su tiempo de vida es de cinco a 10 años dependiendo el uso que se le de, no se deforman y resisten mucho peso. Por ejemplo, las maletas soportan hasta 10 kilogramos y los backpacks 5 kilogramos.
“Yo tengo una desde que empezamos y está en super buen estado, y eso que la cargo mucho. Todo depende el cuidado que le des”.
Añade que para la fabricación, se toman pliegos de 1.50 metros por 1.50 metros que permiten crear cuatro bolsas de tamaño mediano.
El crecimiento
Para comenzar el negocio, Mariana y su mamá invirtieron lo ahorrado de un negocio de mesa de dulces que ambas tenían, además que su papá siempre ha estado a su lado, convirtiéndose así en una empresa familiar.
Al inicio, no tenían idea que crecerían tanto, pero al ver los buenos resultados, decidieron formalizar más el negocio. Por ello, tuvieron que capacitarse en finanzas y contabilidad, así como aprender de otras áreas operativas de una empresa “aprendimos a la mala”, revela.
Ahora, gracias a la dedicación que han puesto en Maralgui (nombre creado a partir del nombre de madre e hija y una combinación de otras palabras), ahora tienen un showroom en Ciudad de México, venden por internet y tienen presencia en 10 sucursales de Liverpool y en 14 sucursales de Palacio de Hierro.
Además, sus ventas han llegado a países como Costa Rica para quienes crearon una línea especial de productos, Guatemala y Wisconsin, Estados Unidos. En el pasado habían ingresado a Canadá, pero por problemas con los proveedores se retiraron. El plan es retomar ese mercado en el corto plazo.
“No funcionó bien con el distribuidor por mala comunicación”.
En cuestión de financiamientos, no han recurrido a ninguno o solicitado créditos, todo es a partir de los ingresos obtenidos que reinvierten.
Uno de los retos más difíciles ha sido mantenerse durante la pandemia, al no ser consideradas un negocio de primera necesidad; sin embargo, han logrado afrontar la situación. En relación a sus empleados, han trasladado el trabajo de los talleres a sus casas y se han mantenido todos los empleos.
Otro reto es dar a conocer su producto por el escepticismo de utilizar papel como materia prima.
“La gente que ve los productos se enamora y se convence de la calidad, pero en la página web es más complicado demostrar que el papel resiste”, indica.
Lo más importante tanto para Mariana y Marcela es hacer un cambio en la sociedad y medio ambiente, demostrar que con pocas acciones todo se puede transformar para bien y esa misión es lo que seguirá manteniendo vigente a Maralgui.