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En busca del perfecto emprendedor
La fórmula del perfecto emprendedor no existe, pero sí hay una diferencia entre los que quieren cambiar el mundo y los que sólo buscan ganar dinero.
Los líderes y los emprendedores comparten una cuestión para la que aún no existe una respuesta definitiva: "¿Nacen o se hacen?". Si ambos son fruto de la lotería genética, de la formación o de un plan meticulosamente trazado es aún un misterio que, en el caso de los emprendedores, el Consejo Internacional de Empresarios y Emprendedores (Entreps), está tratando de desvelar analizando, sólo en Europa, el ADN de 10,000 personas que han sacado adelante su empresa. Mientras tanto, otros expertos en emprendimiento no cejan en su empeño de analizar cuál es el patrón de emprendedor que mejor encaja en un ecosistema en el que caben desde start up tecnológicas a pymes de toda índole.
Cambiar el mundo
Iñaki Ortega, director de Deusto Business School, hace referencia al Global Entrepreneurship Monitor (GEM) cuando explica que "hay factores que predisponen a emprender como son el género masculino, la situación familiar de clase media, estar situado en una gran ciudad, tener estudios superiores, además de una edad entre 35 y 44 años". Al margen de esto, señala que existe cierto consenso en los estudios académicos sobre la personalidad de los que ponen en marcha un negocio: "Propenso al riesgo, innovador y buscador de oportunidades".
Este emprendedor libre con inquietud por cambiar la sociedad en la que vive, contrasta con lo que Ortega denomina estabulado, acostumbrado a vivir en ecosistemas hiperprotegidos. Disfrutar de un horario con el objetivo de ganar dinero o levantar fondos a toda costa de las iniciativas de financiación define a estos emprendedores que suspiran por las ventajas de emprender fuera sin intentar poner un pie en el extranjero. Eugenio Galdón, fundador de ONOy presidente de la Fundación Everis, no los considera emprendedores porque "hacen del emprendimiento una profesión, no una vía para transformar el mundo".
Añade además que la jerga ligada a este entorno, como aceleradoras, incubadoras o ángeles inversionistas le incomoda: "Emprender no tiene que ver con un espacio hiperprotegido, quien crea un negocio no es un ave de corral, sino un animal en la selva de la economía con competencia y enfrentado a un conflicto creador". Galdón cree que emprender tiene que ver con superar obstáculos: "Son personas a las que mueve un interés, cambiar la vida de los otros".
Ana Isabel Jiménez Zarco, profesora en la UOC, matiza que "entre el emprendedor rupturista y el cautivo, que sería la no innovación, es posible establecer otro tipo, aquel que sobre la base de una idea de negocio interesante introduce mejoras que la hacen más eficiente considerando las características que presenta el entorno competitivo".
El perfecto emprendedor
Y en busca del perfecto emprendedor, los expertos en empredimiento coinciden en que la intuición, la experiencia y la formación son las fuentes de inspiración. Según Jiménez Zarco "las dos últimas son posiblemente las más fiables, o al menos algo más objetivas, ya que la evaluación que el emprendedor realiza sobre un idea de negocio se hace a partir de una serie de criterios objetivos".
Jesús Rebollo, director general de Just Eat, insiste en que "las habilidades de gestión son cruciales. Una idea brillante marca el punto de partida, pero lo que la convierte en un negocio de éxito es la gestión de los primeros años de vida". Identifica así al ejecutivo emprendedor, "los directivos que son capaces de inyectar el espíritu start up en las organizaciones, los que tienen la capacidad de gestionar equipos orientados al emprendimiento, es algo en lo que ya están formando las escuelas de negocio".
También el liderazgo es un atributo determinante. Nacho de Pinedo, CEO del Instituto Superior para el Desarrollo de Internet, cree que, junto con la gestión es "crítico y complementario para poder ejecutar un proyecto emprendedor, ya que se basa en formular un objetivo ambicioso desde un punto de partida muy limitado. El liderazgo es imprescindible en este tipo de aventuras en las que uno tiene que diseñar su propia hoja de ruta, lograr embarcar en ese viaje a un equipo y mantenerlo motivado formulando y persiguiendo un sueño".
Y de nada serviría todo ello sin las habilidades sociales para vender y hacer atractivo el negocio. Según Ortega, "la enseñanza de los nuevos métodos de gestión como lean start up es que hay que vender, pero también hay que fallar rápido y barato. Los fundadores de las start up de nuestro país han atraído talento con un liderazgo inclusivo y colaborativo, no basado en el carisma".