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Yvon Chouinard, el empresario que donó su empresa; ¿por qué lo hizo?
A sus 83 años Chouinard decidió donar su empresa para luchar contra la crisis ambiental.
“Nunca quise ser un hombre de negocio”, con esas palabras Yvon Chouinard, fundador de Patagonia, una marca de ropa para actividades al aire libre, anunció la donación de su compañías, valuada en 3,000 millones de dólares.
La Patagonia nació en 1979, en California gracias al amor de Chouinard, un apasionado del alpinismo, el surf y la vida al aire libre.
A sus 83 años Chouinard decidió donar su empresa para luchar contra la crisis ambiental “La Tierra es ahora nuestro único accionista”, señaló en una carta pública.
Un artículo de The New York Times, detalló que todas las ganancias, 100 millones de dólares al año, se utilizarán para combatir el cambio climático y proteger las tierras no desarrolladas a nivel mundial.
El activismo y el cuidado del medio ambiente siempre han sido parte de Chouinard, en el 2011, la compañía publicó un anuncio en la prensa donde animaba a los consumidores a adquirir productos de segunda mano en lugar de nuevos para concienciar sobre el impacto medioambiental de la producción de la ropa.
Un adolescente emprendedor
En 1957, con tan solo 19 años, Chouinard creó su propia línea de clavos de escalada reutilizables. Pero cuando descubrió que el material dañaba la roca abandonó el negocio. Veinte años después de su primera aventura empresarial, lanzó una alternativa a los clavos originales que se convirtieron en un éxito entre los escaladores.
En uno de sus primeros catálogos, defendió la importancia de disfrutar de la naturaleza sin dejar rastro humano en ella. Para aquel entonces, ya había viajado a Escocia, donde compró unas camisetas de rugby que revendió éxito en Estados Unidos, en lo que fue la semilla de la creación de Patagonia en 1979.
En la actualidad, Chouinard pasa la mayoría del tiempo junto a su esposa Malinda Pennoyer, cofundadora de la marca, en la casa que construyeron en la localidad de Moose en las montañas de Wyoming, donde continúa dedicado a la pesca y a los paseos por la naturaleza.
El activismo corporativo
Desde el inicio, la marca se convirtió en un ejemplo único del complicado equilibrio de combinar el activismo con sus intereses comerciales. Una estrategia que funcionó entre los urbanistas que comenzaron a utilizarlas en ciudades como Nueva York, Los Ángeles y Chicago.
En los años 80, Patagonia comenzó a donar el 10% de sus ganancias a organizaciones ecológicas, luego lo cambió por el 1% de todos los ingresos. Más tarde convenció a sus competidores, REI, North Face y Kelty, para fundar la Alianza para la Conservación con el fin de recaudar cuotas de membresía entre las empresas para destinar el dinero a pequeños grupos de lucha a favor del medioambiente. En 2022, ha repartido ya más de 2.2 millones de euros.
En los años 90, les dio a los gerentes de la compañía un plazo de 18 meses para cambiar del algodón convencional al orgánico bajo la amenaza de dejar de vender ropa deportiva. Poco después comenzó a utilizar solo algodón 100% orgánico, cultivado sin pesticidas sintéticos, herbicidas ni semillas transgénicas, a la vez que se convertía en el primer productor de California en utilizar un 100% de energía eólica.
La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca en 2016 con su discurso negacionista del cambio climático hizo que la compañía se adentrara en el activismo político. Patagonia demandó al republicano por decisión de reducir la zona protegida de dos áreas de gran valor arqueológico en Utah. "El presidente te robó tu tierra", alertó la compañía en un anuncio.
Más tarde se involucró de lleno en las carreras de los candidatos demócratas al Senado y al Congreso por Montana, Jon Tester y Jacky Rosen, respectivamente. Antes de ir a por todas en las últimas elecciones presidenciales de 2020 contra Trump al imprimir en las etiquetas de las prendas de Patagonia la frase: "Vote the Assholes Out", o lo que es lo mismo en español, "Vota para sacar a los cabrones".