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Controla el enojo y evita alejar al equipo ante decisiones impulsivas
Sentirse frustrado y molesto es parte del ser humano, pero gestionarlo dentro del liderazgo requiere de la inteligencia emocional.

No es recomendable actuar desde la emoción, porque se toman decisiones impulsivas.
Sentirse feliz por un logro y compartirlo con los demás es bien visto, pero cuando se trata de una emoción relacionada con aspectos negativos como la tristeza o el enojo, se reprime o se cometen actos impulsivos.
Sin embargo, esta idea tiene un impacto negativo, ya que el enojo es una emoción más del ser humano y los líderes no están exentos de sentirse así, pero el problema se presenta cuando libera esa emoción con el equipo a través de malos tratos.
Así como tenemos derecho a reír y amar, tenemos el derecho a enojarnos, pero eso no da derecho a humillar, denigrar o a desquitarse físicamente con alguna persona, y por eso es tan importante que las figuras de autoría y en general tengamos formación en inteligencia emocional porque no hay emociones buenas o malas”, explica Ivonne Borden, fundadora de Agregando Valor.
Un líder impulsivo pierde credibilidad
En el país, hablar de salud mental en las organizaciones no es común, ya que el 30% de los trabajadores menciona que sus centros de trabajo no fomentan la apertura a estos temas, ya que es visto como una debilidad, de acuerdo con el Termómetro Laboral, realizado por OCCMundial.
“Un líder puede estar enojado, pero su deber es controlar esa emoción, al fin y al cabo es una persona que está en proceso de mejora continua. Un líder tiene que conseguir resultados con el equipo, no estar en su contra”, argumenta Juan Pablo Ventosa, coach de talento y eficiencia organizacional.
En este sentido, cuando un líder opta por ser impulsivo y ser agresivo por un enojo, pierde credibilidad y confianza con los demás, de hecho, 19% de los empleados dice que son pocas las veces que expresa su salud mental en el trabajo, debido a que falta confianza, según OCCMundial.
Por otra parte, Ivonne Borden puntualiza en que cuando se ejercen gritos o malos tratos hacia el equipo se tiene un impacto social dentro de la empresa, es decir, aunque los colaboradores no expresen nada a simple vista, la imagen que tienen hacia el líder se daña y se expande a otras áreas.
Las decisiones impulsivas pueden evitarse
Estar enojado no es malo, ya que implica un desacuerdo en los límites que imponemos, por ejemplo, esperar por largo tiempo a alguien o comportamientos que generan incomodidad, como la falta de empatía.
Cuando nos enojamos, nuestro lóbulo frontal en la corteza del cerebro no funciona bien y nuestra parte más instintiva nos lleva a ponernos a la defensiva”, comenta Ivonne Borden. Lo que conlleva a no pensar con claridad y a tomar decisiones desde la emoción, no desde el razonamiento.
En este contexto, es posible manejar esta emoción, más no reprimirla, y el primer paso es reconocer y validar lo que sentimos, para comenzar a procesar el momento y ser consciente de que las acciones que se puedan tomar no sean las adecuadas en ese momento, menciona Juan Pablo Ventosa.
El segundo paso es practicar la respiración profunda para oxigenar el cerebro y con ello tener mayor claridad en los pensamientos. Asimismo, esto ayuda a relajar el cuerpo, ya que al estar enojados la mandíbula se tensa, al igual que los dientes, lo cual transmite al cerebro como si estuviera en una situación de peligro.
“En lo que pasa la intensidad de la emocionalidad, puedes acudir con tu red de apoyo para hablarlo, pero es importante tomar distancia de la persona con la que te enojaste en ese momento, por la razón que sea, hasta que la emoción baje”, aconseja Ivonne Borden.
Evita caer en el paternalismo
Los malos tratos no son justificación si el equipo comete un error, pero tampoco hay que caer en el otro extremo y llegar a la sobreprotección o tolerar de más los errores, es decir, llegar al paternalismo.
Por lo que si el líder se molesta con alguien de su equipo, debe poner en práctica la respiración y cuando se encuentre tranquilo conversar con el colaborador, a pesar de que la situación sea incómoda o difícil.
En caso de haber actuado mal, siempre hay que actuar desde la humildad para disculparse, hacer un propósito de enmienda para no volver a reaccionar de esta manera. Todo directivo o gerente tiene el deber de corregir las consecuencias que ha producido”, reitera Juan Pablo Ventosa.