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Claro TV de Carlos Slim consigue una autorización para vender capacidad satelital en México

América Móvil ya estudiaba desde el año 2016 la manera de comercializar productos satelitales en México, pues entonces alistaba el lanzamiento del satélite Star One D1 y pensó en ofrecer algún tipo de producto masivo de la mano de Telmex.

Preparación del satélite Star One D1 de América Móvil para su lanzamiento en 2016. Foto: Embratel.

Preparación del satélite Star One D1 de América Móvil para su lanzamiento en 2016. Foto: Embratel.

Claro TV, la división sudamericana de América Móvil en telecomunicaciones fijas, móviles y de reciente constitución como empresa en México, consiguió una autorización para proveer capacidad de servicios satelitales en territorio nacional, a través de la banda KU con el satélite Star One D1 que brinda cobertura a toda América del Norte.

La autorización perteneció originalmente a Claro Sat, otra de las subsidiarias de América Móvil, que tras una serie de solicitudes de modificación a su título de autorización y el establecimiento de su marca comercial ocurrido entre 2018 y 2020, cedió la licencia a Claro TV, también después de que esta compañía formalizara en 2019 una petición para comercializar servicios de televisión de paga en el país, solicitud que aún es analizada por la autoridad reguladora.

Claro TV está facultada entonces desde febrero de 2021 para proveer capacidad satelital para la prestación de servicios de telefonía o Internet, y cuenta con la tecnología para facilitar la oferta de video restringido, pero no está claro todavía si Claro TV puede vender capacidad satelital que signifique una prestación indirecta de productos de video, al que el resto de empresas relacionadas con el grupo América Móvil están impedidas por un mandato regulatorio del 2014 o por título de concesión desde 1990. 

En esa materia, Claro TV también vive en un limbo, porque hoy no le es aplicable la regulación asimétrica que sí cae sobre Telmex y Telcel, y porque tampoco cuenta con un título de concesión debido a que el regulador IFT no ha negado ni avalado todavía su petición para vender video aquí; sólo le entregó una autorización para vender capacidad satelital.

Lo que sí está claro, es que Claro TV está imposibilitada hoy para proveer esos servicios de forma directa y el tercer operador que le contrate insumos, debe contar también con un título habilitante, una concesión única, por ejemplo, para comercializar cualesquiera de esos productos o una combinación empaquetada de ellos. Claro TV empieza en México como una suerte de mayorista satelital.

América Móvil, propiedad del empresario Carlos Slim, ya estudiaba desde el año 2016 la manera de comercializar productos satelitales en México, pues entonces alistaba el lanzamiento del satélite Star One D1 y pensó en ofrecer algún tipo de producto masivo de la mano de Telmex. Los planes se postergaron y eran también los días de la polémica entre América Móvil y el resto de la industria respecto a si Clarovideo, el OTT de la compañía, vulneraba la legislación en televisión de paga.

En Brasil, desde donde América Móvil maneja su flota satelital, los Star One prestan servicios de televisión, Internet, telefonía, servicios de comunicación empresarial y productos de educación a distancia, a través de la banda KU.

Más allá de que Claro TV estaría allanando su camino al negocio del video en México con esta maniobra que involucró a Claro Sat, la compañía se convierte ahora en un nuevo actor que proveerá insumos para que terceras empresas vendan, entre otros, productos de Internet inalámbrico fijo vía satélite, un segmento de mercado en el que ya participan marcas como HughesNet, Viasat, Star Go, Dish de MVS Comunicaciones y Sky de Grupo Televisa como operadores directos.

El 3 de abril de 2019, El Economista desveló que Claro TV S.A. de C.V. era la subsidiaria América Móvil que había presentado una solicitud de ingreso al negocio de la televisión restringida ante el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) a fines del 2018. Este medio también adelantó entonces que Claro TV prometió al Estado mexicano una inversión cercana a 6,000 millones de pesos, si conseguía la concesión para vender productos de video en territorio nacional. 

En septiembre de ese mismo año, se confirmó que América Móvil garantizó una inversión inicial de 6,028 millones 678,884 pesos para los primeros despliegues de servicios de Claro TV que llegarían a los consumidores a través de la señal del satélite Star One D-1 como primera etapa y después, a través de redes de fibra óptica desde las que enviaría un producto de televisión IP.

Claro TV anunció que, de conseguir la concesión solicitada, su servicio sería de alcance nacional, a través de redes satelitales y fijas de fibra óptica, un insumo que sería contratado a proveedores mayoristas, como Telmex y otras empresas de terceros agentes económicos, para llegar más rápidamente a los 1,408 municipios de mayor relevancia para el mercado.

La empresa descartó, por ese entonces, comprar espectro para sus despliegues de servicios, pues dijo que buscaría la manera de contratar capacidad espectral a empresas hermanas como Telcel o la Red Compartida de Altán Redes, para completar sus ofertas allí donde fuese necesario.

El Instituto Federal de Telecomunicaciones no se ha manifestado aún sobre la petición de Claro TV para vender televisión de paga y otros productos de video en México. 

El regulador se encuentra hoy con la actualización de la regulación asimétrica para Telmex-Telnor/Telcel, derivada ésta de las revisiones bienales y estudia también qué tipo de medidas serán aplicables para Grupo Televisa, luego que esa empresa resultó un agente con poder sustancial de mercado en televisión de paga en 35 plazas de la República. 

Y en el camino, el IFT resolverá si la política de preponderancia alcanza a Claro TV, pues los accionistas Sercotel S.A. de C.V. y Amov IV S.A. de C.V., que también controlan Telcel, sí hacen parte del grupo de interés económico calificado como agente económico preponderante de las telecomunicaciones mexicanas.

 

 

Periodista de negocios para El Economista, con especialidad en telecomunicaciones e infraestructura. Es licenciado en comunicación y periodismo por la UNAM, con estudios posteriores en el ITESM Campus Ciudad de México, el ITAM y la Universidad Panamericana. Fue colaborador en Grupo Radio Centro, Televisa, El Financiero y Alto Nivel, entre otros. Ha sido moderador en los congresos internacionales de Futurecom y NexTV Latam; y también citado en el “Estudio sobre telecomunicaciones y radiodifusión en México, 2017” de la OCDE, y en distintos informes sobre espectro radioeléctrico de la GSMA y de la Asociación Interamericana de Empresas de Telecomunicaciones (Asiet).

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