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El AICM pierde peso en el pasaje aéreo del país
La desconcentración se da en coincidencia con la saturación de la terminal capitalina, la emergencia de nuevos mercados y, recientemente, con la apertura del AIFA.
El Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) perdió en la última década ocho puntos porcentuales en su participación de mercado en el transporte de pasajeros totales, que el año pasado sumó 186 millones 617,839, el 64% de ellos en aerolíneas comerciales con operaciones regulares (el resto fueron usuarios de la aviación privada y en tránsito).
Su histórico y obligado paso para conectar con otros destinos, nacionales e internacionales, disminuye (ahora existen, por ejemplo, vuelos directos Madrid-Guadalajara y Monterrey-Bogotá).
En tanto, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) comienza, lentamente, a ocupar un lugar relevante como consecuencia de las restricciones en la terminal de la capital del país por su condición de saturación con rutas no imaginadas con anterioridad (este jueves, por ejemplo, Aeroméxico inicia su operación desde el referido aeropuerto con destino a McAllen, Texas).
En el top ten de pasajeros totales en las terminales aéreas de México, al cierre del 2023 el AICM fue el único que tuvo una caída, de acuerdo con cifras de la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC), aunque por su volumen de tráfico total se mantiene como el de mayor actividad del país.
Por el contrario, el aeropuerto de Tijuana fue el que mayor participación incrementó en los últimos diez años: el 2.5%, seguido de Puerto Vallarta, el 0.8%, y de Guadalajara, el 0.7 por ciento.
El Grupo Aeroportuario del Pacífico (GAP), que opera cinco de los diez aeropuertos con mayor actividad del país (Guadalajara, Tijuana, Puerto Vallarta, San José del Cabo y el Bajío) ya ha advertido de modificaciones en las participaciones de los aeropuertos del país y de una eventual atomización de servicios, entre otros motivos, por la competencia entre destinos de sol y playa y por la participación del Estado en su operación, gracias a las modificaciones a las leyes de Aviación Civil y Aeropuertos.
En su último informe anual refiere: El gobierno mexicano podría otorgar nuevas concesiones para administrar, operar, desarrollar y construir aeropuertos.
Actualmente, eso es un hecho, bajo la figura jurídica de asignaciones a la Sedena y a la Secretaría de Marina. Así está el AIFA (que pese a su baja actividad desde el 2022 se ubicó en el top ten), el Aeropuerto Internacional de Tulum y otras terminales que anteriormente se encontraban bajo la jurisdicción de Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA).
Además, el Estado ya cuenta con una aerolínea (Mexicana de Aviación), con la que pretende detonar aeropuertos en los que las aerolíneas comerciales no miran los flujos de pasajeros requeridos de su modelo de negocio como Ixtepec, Palenque o Ciudad Victoria con aviones de 50 pasajeros, como marca la aviación regional.
Al cierre del 2024 se prevé que la participación de aeropuertos volverá a cambiar, según lo prometido por el gobierno, que se ha propuesto “detonar” los aeropuertos estatales.
La creciente demanda
Previo a la pandemia del 2020, la industria de la aviación crecía en un promedio del 7%, impulsado por las aerolíneas de bajo costo (Volaris y VivaAerobus), modelo de negocio que más pasajeros atrae en la actualidad al competir en tarifas con rutas que se atienden por autobús (Durango-Monterrey o Veracruz-Tampico) o generando nuevas demandas (como Los Cabos-Culiacán o Bajío-Ixtapa Zihuatanejo).
Pese a ello, el aeropuerto de Cancún, que es el segundo de mayor transporte de pasajeros totales del país (32 millones 750,411 en el 2023, con una participación de mercado del 17.5%), ya muestra signos de saturación, al igual que los de Monterrey o Guadalajara, que realizan inversiones para poder atender la creciente demanda y no generar malas experiencias a sus usuarios, como en el AICM.
Sin embargo, en un contexto donde la terminal de Cancún (la de mayor uso por viajeros extranjeros, alista la ampliación de la terminal 4), la Sedena puso en operación el aeropuerto de Tulum, que le representa competencia directa y cuyos efectos se han comenzado a estimar.
Este 2024, los aeropuertos concesionados también enfrentan cambios regulatorios, luego que el año pasado la autoridad impulsara modificaciones a las bases de regulación tarifaria, con la idea de abaratar los pasajes. En pleno año electoral y con retos de promoción, seguridad y regulación, la industria aérea no pasará desapercibida. (Con información de Octavio Amador).