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¿El quid del éxito de Inditex es la economía sumergida?
Economía sumergida es el conjunto de actividades económicas no declaradas que se encuentra fuera de la legalidad fiscal, laboral y de la seguridad social. Tal vez la firma de origen español no deba todo su éxito a la gestión gerencial creativa de Pablo Isla.
Inditex tiene en Plablo Isla este año al mejor CEO del mundo, según medición y criterios de la Harvard Business Review. Forbes coloca a Amancio Ortega, dueño de Inditex, con la cuarta mayor fortuna personal en el mundo, quien acumula bajo su colchón 77,900 millones de dólares. En su reporte del primer trimestre del 2017, Inditex informó que sus ventas en 2016 alcanzaron los 23,311 millones de euros. Inditex es la mayor empresa de España y una de las 100 más grandes en el mundo.
El éxito de la empresa es caso de estudio en universidades con pretigiosos programas de negocios. El “modelo Inditex” se intenta explicar con rocambolescos conceptos como la “anentropía”, término propuesto por improvisados analistas de gestión gerencial para definir administraciones corporativas dinámicas que incorporan orden y progreso a cada una de sus áreas para garantizar la escalada progresiva de pingües beneficios. Pero hay otros análisis muy lejanos a la valoración de los aciertos gerenciales de Inditex, que van a la base de la pirámide e indican que el éxito de la empresa del retail se debe a la economía sumergida.
Se entiende por economía sumergida el conjunto de actividades económicas no declaradas que se encuentra fuera de la legalidad fiscal, laboral y de la seguridad social. En el caso de Inditex, el crecimiento de la empresa inició con el contrato de los servicios de pequeños talleres de costura en varias localidades de España —en exclusividad, lo que les impide ofrecer sus servicios a otras empresas—, principalmente en la región autónoma de Galicia. Estos talleres deben cumplir con los volúmenes de los pedidos de la empresa en tiempo y forma, y de no hacerlo se les sanciona al disminuir el número de pedidos, o castigando el precio bajo pretextos tales como el de que las etiquetas estaban desalineadas. No aceptar las condiciones impuestas por la firma condena a los talleres al cierre, destinando a las costureras que en ellos laboran al desempleo.
La explotación no se registra, debido a que Inditex subcontrata el servicio. Son los propietarios de los pequeños talleres las cooperativas que se instituyeron bajo la promesa de que Inditex haría pedidos constantes que equilibrarían los bajos precios pagados, y las costureras que trabajan en sus casas, quienes cargan con el costo laboral. Muchos de estos talleres deben trabajar jornadas de 12 horas diarias, con tiempos para comida y descanso que totalizan apenas 30 minutos de una jornada completa, para cumplir con los pedidos de Inditex, so pena de que de no lograrlo, ya no otorgará más contratos.
Las condiciones de esta explotación pueden ser vistas en el documental Fíos Fóra (“Hilos fuera”, en gallego), que recoge los testimonios de seis costureras, en los que dan cuenta de las condiciones imperantes en que se trabaja en los pequeños talleres de costura en varias zonas de Galicia, y cuya producción va a parar a las tiendas de la cadena Inditex. Las realizadoras del documental, Adriana P. Villanueva y Sabela Iglesias, refieren que se encontraron ante la negativa de las personas de presentar su testimonio, ante el miedo de que Inditex tomara represalias tales como llevarse lo que aún queda de la producción en la región. Este temor no carece de fundamentos. Como hace saber un reportaje realizado por el canal France2 titulado “Inditex al descubierto”, tras la deslocalización de la producción de Inditex a países como Bangladesh, Turquía, India o Marruecos, en la comarca gallega de Ordes se quedaron sin trabajo más de 1,500 costureras, por citar sólo uno de los casos que se han presentado en toda la Costa da Morte, región que impulsó con el trabajo de miles de costureras al actual imperio de Inditex, que laboraron en condiciones de explotación y hoy muchas están en el desempleo.
La deslocalización consiste trasladar la producción a naciones en los que las condiciones laborales permiten a las empresas reducir sus costos y aumentar sus ganancias. Países en vías de desarrollo que apostaron por las manufacturas a bajo costo para hacerse atractivos a la inversión son los destinos favoritos de las firmas que buscan erigirse como el próximo caso de éxito en el mundillo empresarial.
Inditex dio el siguiente paso para continuar con su crecimiento. Pasó de subcontratar la producción de pequeños talleres de costura en Galicia, a subcontratar la producción de fábricas textiles ubicadas en países cuyas legislaciones laborales hacen legalizan la explotación de miles de obreros. Zara, una de las tiendas que forman parte del Grupo Inditex, ha sido denunciada en Argentina por la ONG “La Alameda” al encontrar en las fábricas trabajadores en condiciones precarias, que en su mayoría son inmigrantes ilegales bolivianos, entre ellos niños.
El reportaje de France2 comienza con la denuncia de que en 75% de las empresas que trabajan para Inditex no se respeta el salario mínimo. Otro de los datos que exhibe el reportaje es que el trabajo infantil representa 25% de la planta laboral de las fábricas subcontratadas por la empresa dirigida por Pablo Isla. Los reporteros responsables del trabajo periodístico refieren que asistieron a una rueda de prensa dada por el CEO de Inditex para presentar los resultados financieros del primer trimestre del 2016 de la empresa, para cuestionarlo sobre por qué la empresa bajo su dirección permitía el trabajo infantil en las fábricas subcontratadas. La respuesta de Isla, descrito como un hombre amante de la discreción y la humildad, fue que que las preguntas eran “improcedentes” y estaban “fuera de lugar”.
El mejor CEO del mundo llegó a esta posición en el 2017 gracias a que Harvard Business Review dio altos puntajes en los rubros de Responsabilidad Social Corporativa y de Sustentabilidad a la gestión de Pablo Isla. La publicación detalla uno de los programas de Inditex que abonaron a las alta calificaciones recibidas por el ejecutivo este año. La iniciativa consiste en el reciclaje de prendas, y la logística comprende la instalación de contenedores a los cuales los clientes llevan las prendas que ya no usan y que aún están en buenas condiciones, para luego ser donadas a personas poco favorecidas. Llevar la moda a destiempo a los pobres bajo el encomiable propósito de cubrirlos. Otra de las iniciativas, pero esta inscrita en el campo de la sustentabilidad, es la hacer un uso racional del agua en todas las instalaciones propiedad de Inditex. Desafortunadamente, y gracias a la subcontratación y la deslocalización, formas de la economía sumergida, Inditex no es propietaria de las fábricas donde se producen los artículos que vende en sus tiendas de diseño.
Algunos analistas refieren que Inditex cuenta con un Código de Conducta de obligado cumplimiento, al que se encuentran adheridas más de 7,000 fábricas repartidas por todo el mundo, y que su incumplimiento supone la ruptura de la relación comercial. La efectividad de este Código —y la sanción por su incumplimiento, debe decirse también— se puso en entredicho en China por un informe sindical que refiere que las condiciones laborales de los obreros en las fábricas que proveen de stock a las tiendas de Inditex incluyen jornadas interminables, sin apenas días de descanso en el mes y con mínimas vacaciones, amén de que los salarios son paupérrimos. Para estos analistas a modo, la empresa del magnate Amancio Ortega enfrenta un dilema ético entre romper la relación con los fabricantes chinos a costa de dejar a un gran número de familias sin empleo o mantener los contratos a sabiendas del incumplimiento de su Código de Conducta. La gran cuestión es por qué Inditex resolvió contratar la producción en un país bajo el que pesan denuncias de explotación laboral. ¿O es que el gobierno chino decidió cambiar las reglas después de la llegada de Inditex?