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Estigma, desigualdad y lactancia materna
Esta semana, se conmemora la Semana Mundial de Lactancia Materna, promovida principalmente por la Alianza Mundial para la Acción de la Lactancia Materna (WABA, por sus siglas en inglés) dedicada a la protección, promoción y apoyo a la lactancia materna alrededor del mundo.
Los beneficios biológicos, psicológicos y sociales de la lactancia materna para el bebé y la madre son mayormente conocidos. Más allá de eso, la promoción de la lactancia materna involucra un conjunto de acciones necesarias a nivel macrosocial y microsocial, es decir, involucra desde políticas de gobierno que no sólo se articulan a nivel de secretarías de salud, sino también de las secretarías implicadas en lo laboral y en el desarrollo social. A nivel microsocial, se tiene el reto de incidir en la dañina estigmatización alrededor de procesos que pudieran parecer contradictorios, pero que involucran tanto el inicio como el final de la lactancia materna.
Aunque existen estudios que demuestran que sesiones informativas y educativas a nivel individual pueden tener un impacto positivo en el hecho de que una madre decida dar lactancia materna exclusiva a su bebé por lo menos durante los 6 primeros meses, lo cierto es que esta capacidad se ha vuelto un tema de desigualdad en diferentes esferas, sobre todo en aquellas madres cuyas condiciones laborales no les permiten amamantar a sus hijos hasta los 6 meses de edad, principalmente por no poder tener descansos para dar pecho o sacarse la leche en el mejor de los casos. En Estados Unidos, recientemente una iniciativa de ley que pretendía otorgar mayores facilidades a las mujeres trabajadoras para poder amamantar a sus hijos, fue rechazada. De esta manera, aunque una madre esté consciente e informada sobre los beneficios de la leche materna, lo cierto es que en algunas ocasiones la prolongación de la lactancia hasta los 2 años de edad, como recomiendan algunas Asociaciones de médicos, está más que influenciada por factores externos que condicionan de manera directa la lactancia.
Además, existe un doble proceso de estigmatización sobre las mujeres en la lactancia. Por un lado, se estigmatiza a la mujer que no ha dado pecho de manera exclusiva a su bebé durante los primeros 6 meses de edad, muchas veces sin conocer cuáles son las causas subyacentes de esa decisión. Pero también, se estigmatiza a las mujeres que deciden prolongar la lactancia hasta los 2 años de edad del niño, preservando mitos acerca de la poca utilidad de la leche materna más allá de que los bebés inician la alimentación complementaria.
Por ello, es común que toda la carga sobre la responsabilidad individual se deposite en las mujeres lactantes como una decisión que sólo obedece a sus intereses, sin tomar en cuenta que esos intereses están altamente influenciados por las condiciones laborales, emocionales y ambientales que esa mujer tiene para decidir o no, dar leche materna.
La leche materna es una de las estrategias fundamentales en tiempos pospandémicos para poder asegurar un mejor desarrollo sustentable en muchos sentidos. Pero si no es apoyada a nivel sistémico e institucional con políticas y acciones que de verdad faciliten la vida de las madres lactantes, cualquier acceso a la información sobre las bondades de la leche materna se queda corto ante las problemáticas reales de mujeres que tienen que salir a trabajar o que cuentan con pocos recursos emocionales o de su red de apoyo para prolongar la lactancia.