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Intervenciones de mala calidad causaron colapso de monumentos: INAH

El coordinador de Monumentos Históricos, Arturo Balandrano, aboga por hacer más rigurosos los criterios para restaurar edificios antiguos y casas tradicionales.

Arturo Balandrano, coordinador nacional de Monumentos Históricos del INAH.

Arturo Balandrano, coordinador nacional de Monumentos Históricos del INAH.

Las construcciones de cal y canto o de arquitectura tradicional vernácula que no han tenido añadidos ni intervenciones inadecuadas, salieron indemnes del sismo. Pero los añadidos mal asistidos fueron los causantes del colapso de muchas edificaciones históricas. “Ese es el problema generalizado y lo hemos constatado una y otra vez”, afirma el arquitecto Arturo Balandrano, coordinador nacional de Monumentos Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Muchos edificios del Centro Histórico de la Ciudad de México que han permanecido de pie a través de los siglos y han sobrevivido al menos a tres fuertes sismos en los últimos 60 años, pero la mayoría de los edificios históricos dañados presentan añadidos, parches o modificaciones malhechas o no asistidas por expertos en ese tipo de arquitectura, refiere el especialista.

Y da ejemplos: “En Cuernavaca, la torre del reloj del Palacio de Cortés, Museo Regional Cuauhnáhuac, estuvo a punto del colapso porque fue un elemento que le añadieron posteriormente al edificio novohispano del siglo XVI; en Juchitán, Oaxaca, el templo de San Vicente Ferrer perdió un campanario de adobe que tenía unos muros muy resistentes, de 1.60 metros de ancho, porque no soportó una estructura de tabiques que sobrepusieron a la estructura original, ya que en un sismo los muros de adobe y los de ladrillo y concreto se mueven de manera diferente.

En el caso de la arquitectura vernácula tradicional en Chiapas y Oaxaca, las casonas de adobe, y techos de tejas sostenidos por estructuras de madera, colapsaron o se dañaron aquellas que han tenido intervenciones de mala calidad, y sin la asesoría de los especialistas del INAH, asegura el arquitecto.

“Ahora que se habla tanto de arquitectura inteligente, pues esa arquitectura (tradicional vernácula) es de las más inteligentes que ha habido en la historia de la humanidad; además de sus propiedades aislantes, el adobe, la madera y el barro son muy flexibles, y cuando viene un sismo, como los que tuvimos, las construcciones se mueven, el sismo pasa, hay pequeñas fisuras, que en los adobes son fáciles de arreglar y se acaba el daño; pero cuando a las construcciones les cambian las tejas por lámina, las estructuras de madera por metálicas y amplían puertas y ventanas de adobe con tabicón o se les añaden muros de concreto, entonces quedan unos muros de adobe y otros de tabicón y eso debilita la estructura, y cuando llega el sismo, estas estructuras de tabicón o de concreto son muy rígidas y golpean, y entonces lo que se cae es el adobe y la teja”, detalla Balandrano.

Ante esta circunstancia, la gente en Chiapas y en Oaxaca pensó que el problema era el adobe. “El asesino es el adobe”, dijeron. “Pero no, hemos de ser muy enfáticos en este punto: el problema fue la falta de calidad y de asesoría en intervenir las casas tradicionales, pues las que no están mal intervenidas quedaron indemnes”, afirma.

El coordinador de Monumentos Históricos resalta que por esa razón, la recomendación del INAH es que cuando necesiten intervenir una construcción, usen las técnicas tradicionales y que respeten el sistema constructivo original. Por ejemplo, las casas construidas a cal y canto (cal, arena y piedra), como el Palacio de Marqués del Apartado (siglo XVII), atrás del Templo Mayor; el Museo Nacional de las Culturas, en la calle de Moneda, y muchas otras que conforman el Centro Histórico de la Ciudad de México sobrevivieron perfectamente al pasado movimiento telúrico y a otros anteriores, “no les pasó nada, a pesar de los hundimientos diferenciados que tenemos en el Centro Histórico por el tipo de suelo, pero son construcciones que no tienen una sola varilla, y por supuesto sería un grave error añadirles o repararlas con concreto”.

A efecto de conservar el patrimonio cultural edificado y prevenir futuras afectaciones, Arturo Balandrano, asegura que “no es momento de flexibilizar los criterios del INAH en materia de intervenciones, por el contrario, se deben hacer más rigurosos para intervenir estos monumentos, que son tan entrañables para los mexicanos”.

@PacoDeAnda_C

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