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Producción petrolera mexicana, menguante

Tras un récord de producción de 3.4 millones de barriles diarios, en el 2004, al siguiente año se redujo en 1.9%; fue el aviso de que el ímpetu con que venía creciendo la producción del hidrocarburo en el país se había interrumpido.

La extracción de crudo comenzó a decaer y no ha parado. De acuerdo con datos de Pemex, a septiembre del 2017 la producción de crudo fue de 1.73 millones de barriles diarios (mbd), una caída de 5% cada año desde el 2004, y ahora es sólo la mitad que hace 13 años.

La caída en la oferta interna de hidrocarburos contrasta con el ascenso en la demanda interna. En el mercado de gasolinas, en esos mismos 13 años la demanda pasó de 4.1 mbd en el 2004 a 8.6 mbd a septiembre del 2017, un aumento anual promedio de 6.4% o un acumulado de 111% en dicho lapso.

Ante el estancamiento en la producción de gasolina y la creciente demanda interna, del autotransporte y particulares, entre el 2004 y el 2017, la compra de gasolina del exterior, particularmente de refinerías en EU, creció 725%, es decir, 21.6% al año.

Si bien las cuentas externas ofrecen un panorama cada vez más crítico, la aplicación de gravámenes al hidrocarburo —los cuales el gobierno no termina de reconocer que tienen fines recaudatorios, pero tampoco los puede eliminar o reducir en corto plazo— ha sido resentida entre la población en general. La promesa de gasolina más barata terminó con la caída en los precios internacionales del hidrocarburo, la depreciación del peso respecto del dólar y el agotamiento de la contratación de deuda por parte del gobierno para cubrir su programa de gasto.

Más aún, para algunos analistas, el hecho de que la misma gasolina al consumidor final en México le cueste 43% más cara que a los automovilistas de la Costa del Golfo de Estados Unidos implica la imperiosa necesidad del Gobierno de mantener esa fuente de recursos. Ciertamente la liberación de precios es deseable en toda economía que aspire a ser eficiente; sin embargo, cuando se incorporan cargas impositivas que en el caso de México representa en promedio 42% del precio que pagan los consumidores por cada litro que cargan en su tanque, la liberación de precios se vuelve polémica y a veces hasta cuestionada.

Finalmente, la industria generadora de divisas se convirtió en una importadora. En los últimos tres años el monto de las importaciones petroleras ha sido cada vez mayor a las exportaciones que realiza este mismo sector. Las divisas producidas por el sector petrolero en México han sido superadas por las generadas en los sectores agroalimentario y turístico, y ni qué decir respecto a las generadas por la industria automotriz o los envíos de los mexicanos que trabajan en el exterior.

luis.caballer@eleconomista.mx

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