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Trabajadoras del hogar en México: formalizar, profesionalizar, revalorizar y dignificar sus labores

Saldar la deuda histórica con las trabajadoras del hogar implica garantizarles espacios seguros, libres de cualquier tipo de violencia o discriminación, revalorizar las actividades que realizan y darles acceso efectivo a todos los derechos laborales que tienen el resto de trabajadores.

La recuperación laboral no ha avanzado de manera homogénea en México, aunque en términos generales y absolutos, ya se han regenerado los empleos que se perdieron durante los meses más complicados con la Covid-19, para las trabajadoras del hogar la historia no ha sido la misma. 

Al corte de febrero del 2022 se observa que todavía no logra alcanzarse el número de empleos prepandemia en este sector, entre 100,000 y 150,000 trabajadores y trabajadoras podrían seguir en paro o haber sido expulsados hacia otras actividades económicas. 

Durante este segundo mes del año se registraron 2 millones 147,316 personas ocupadas en el trabajo del hogar y cuidados, de acuerdo con cifras de la ENOE (Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo).

De este total, el 92% son mujeres, la mayoría ocupadas en actividades de servicio, limpieza y cuidados, mientras que el 8% son hombres, ocupados en actividades de jardinería y reparaciones o como choferes privados.

Este sector, además, es fundamental en la ocupación total femenina: 1 de cada 10 mujeres que trabajan lo hacen en estas actividades.

Y aunque podría pensarse que el sector está cerca de recuperar sus niveles de empleo prepandémicos –porque durante 2020 se perdieron hasta medio millón de empleos en este sector– ésta no es la única tarea pendiente. Revalorizar, dignificar, formalizar y profesionalizar el trabajo del hogar son tareas fundamentales. 

Formalizar

La informalidad en la que ocurre cerca del 98% de este trabajo contribuye a que múltiples violencias a los y las trabajadoras del hogar persistan. El trabajo del hogar, además, tiene las remuneraciones más bajas del mercado; de acuerdo con cifras estimadas por la Oxfam, el ingreso promedio de las trabajadoras del hogar es de 1,500 pesos al mes, por debajo incluso del salario mínimo.

Trasladar el trabajo del hogar hacia la formalidad es una realidad cada vez más cercana y visible. El programa piloto, que inició en 2019, para la afiliación al IMSS de quienes se ocupan en este sector, está por concluir con la ratificación de la cámara alta para modificar la Ley de Seguro Social y garantizar este derecho laboral. 

La formalización de estas actividades implica que las empleadas domésticas sean reconocidas como trabajadoras y que gocen de los mismos derechos laborales que el resto: seguro por enfermedad y maternidad; seguro por riesgos de trabajo, invalidez y vida, retiro, cesantía en edad avanzada, acceso a guarderías y prestaciones sociales (como vacaciones y aguinaldo). 

En la lista de pendientes queda también el acceso a la vivienda, el Infonavit, es la única oportunidad que tienen miles de trabajadores para tener un hogar propio, el acceso a las cotizaciones y al crédito para la vivienda debe llegar también al trabajo remunerado de los hogares. 

Profesionalizar

Limpiar y organizar la casa, ir al súper, ir al mercado, lavar y planchar la ropa no es cualquier cosa; mucho menos cuidar a niñas y niños menores, cuidar a adultos mayores o personas con discapacidad. Y aunque históricamente se ha mirado hacia estas actividades como si fueran de baja calificación, la realidad es para realizarlas no sólo se necesitan habilidades particulares, también conocimientos. 

La profesionalización, por un lado busca que todas las personas que se emplean en este sector puedan acceder a la información sobre sus derechos y situación laborales, así como que tengan acceso a cursos, talleres y capacitaciones que les otorgen una preparación más sólida para desempeñar sus laborales.

Revalorizar y dignificar

Antes y durante la pandemia las organizaciones como CACEH (Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar) y SINACTRAHO (Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Hogar) han reportado decenas de casos de despidos injustificados, violaciones a los derechos laborales, violencia emocional o física y hasta privación de la libertad en contra de trabajadores y trabajadoras del hogar. 

Las actividades del hogar y cuidados a terceros son fundamentales para el funcionamiento de la sociedad y la economía; y paradójicamente quienes realizan estas laborales –de manera remunerada o no remunerada– conforman uno de los grupos más vulnerables y discriminados en términos laborales. 

Y aunque la agenda en materia de derechos laborales para los y las trabajadoras del hogar ha avanzado a buen paso en los años recientes, tras una larga lucha de organización, activismo y movilización, todavía queda pendiente cambiar la perspectiva social y colectiva sobre el trabajo del hogar y los cuidados.

Saldar la deuda histórica con las trabajadoras del hogar implica garantizarles espacios seguros, libres de cualquier tipo de violencia o discriminación, revalorizar las actividades que realizan y darles acceso efectivo a todos los derechos laborales que tienen el resto de trabajadores.

Economista por la Universidad Nacional Autónoma de México. Periodista especializada en género, derechos humanos, justicia social y desarrollo económico.

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