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Una red mayorista y neutra de fibra óptica sobre CFE es posible: Jorge Estévez, de Grupo BackBone

El Grupo BackBone, que aún espera el pago de 30 millones de pesos del Infotec por la construcción de una red de alta capacidad para esa oficina y el Conacyt, cree que es posible construir una red de capacidad mayorista de fibra óptica sobre los cables de transmisión de la CFE para cumplir los objetivos de conectividad del gobierno federal y al mismo tiempo hacer negocio con operadores comerciales.

Fotos: Especial.

Fotos: Especial.

Jorge Estévez fue graduado en la ESIME del Politécnico en ingeniería eléctrica, pero su suerte lo llevó por los tendidos de fibra óptica y luego a convertirse en operador de servicios de telecomunicaciones en Hidalgo. Allí anilló con fibra en todo Tizayuca, aunque su concesión le permite dar cobertura en lugares más lejanos como Aguascalientes o la Ciudad de México, y el internet que vende lo compra a Axtel en Querétaro, lo envía por redes de AT&T y lo baja en Pachuca para distribuirlo en poblaciones desatendidas, desde sus propias redes.

A través de su compañía Kuali Digital presta conexión a internet de hasta veinte megas de velocidad a cerca de 500 suscriptores de esa región y pronto espera volverse un competidor directo de Totalplay en el nicho de atención a corporativos de allí y ofrecer televisión por streaming al consumidor final.

Estévez Abreu también participa en el desarrollo de redes de fibra óptica con el Grupo BackBone, que aglutina a fabricantes y constructoras de redes que también buscan los grandes contratos. Con todo ese conocimiento y por el hecho de que habría en el país unas 5,000 micro y medianas operadoras de telecomunicaciones a las que pocos ponen atención, Estévez cree que es posible construir una red mayorista y neutra de fibra óptica que ayude al gobierno a conectar más gente; a los pequeños operadores a hacer negocio y a las empresas grandes a completar sus propias redes.

—¿Qué tan difícil es hacer tendido de red para una empresa del tamaño de la suya en la época del coronavirus?

—Difícil es para todos, porque todos estamos en el mismo terreno; aunque no todos tenemos las mismas posibilidades, pero dentro de nuestros recursos pudimos contratar a dos médicos de tiempo completo que han hecho programas de prevención y atención; cercos sanitarios y nos indican cómo deben ser atendidos los empleados contagiados. Tenemos veinte infectados a este día y todos están siendo tratados para que puedan volver pronto, porque para nosotros veinte trabajadores son tan importantes como 200 para las empresas más fuertes de este sector.

—El Grupo BackBone parece ser una asociación o una alianza de empresas entre fabricantes y constructores. En un ejercicio de claridad, ¿cómo lo definiría?

—Somos un grupo que desarrolla redes de fibra óptica, con una fuerza aproximada en campo de 650 empleados, y con el respaldo de fabricantes y constructores; unos nueve para empezar. Nos especializamos sólo en fibra óptica, porque creemos mucho en la fibra óptica y en las bondades para la cobertura y de mercado da la fibra óptica. En algunas ocasiones hemos sido contratados por Telmex, CenturyLink, Totalplay, Izzi o el Conacyt para construir sus redes de fibra y aparte también construimos nuestras propias redes, porque, creemos en los beneficios de este tipo de infraestructuras.

Si es por el tamaño, el Grupo BackBone es una compañía mediana; los inversionistas son mexicanos y nos dedicamos a todo lo que tiene que ver con construcción, instalación y mantenimiento de redes de fibra óptica. Para algunas empresas somos proveedores en el Estado de México y para otras podremos ser operadores, como es mi caso en Hidalgo.

—Es sabido que la bondad de la fibra óptica está en su poder de capacidad. ¿Qué otro beneficio halla usted? ¿Coincide en que este país necesita medio millón de kilómetros más para satisfacer su crecimiento de datos?

—Este país necesita, para empezar, 40,000 kilómetros de hilos para hacer los recambios de los cables que empezaron a instalarse en el año 2000, porque esos hilos están cerca de ser obsoletos; algunos ni se usan o están dañados, y están repartidos entre todas las empresas del sector, desde CFE hasta las privadas.

Creemos tanto en el poder de la fibra, que desde hace unos años hemos estado asociando a compañías similares a la nuestra y se ha estado haciendo un plan para hacer un solo grupo de trabajo que pueda ser frente a grandes proyectos como los que ha anunciado el gobierno federal, como este de CFE Telecomunicaciones, que en teoría dijeron que se iban a construir muchos kilómetros de fibra óptica y la realidad es que no se ha construido lo prometido.

—Pero CFE Telecomunicaciones va para el año de vida; ese es un tiempo insuficiente para tener resultados…

—Pongo otro ejemplo entonces. Con la Red Compartida se hablaba de que iban a construir unos 25,000 kilómetros de fibra óptica. ¿Qué se hizo? Altán básicamente salió a rentar todo lo que ya estaba construido; está utilizando la infraestructura existente y construyó fibra donde le faltaba cerrar sus anillos. ¿Cuánto o hacia qué rubros ha crecido la infraestructura con la fuerza de la Red Compartida?

No es nada contra ellos, pero si Altán hubiera hecho más y se le hubiera apoyado con otras fórmulas, hoy el gobierno federal no hubiera creado CFE Telecomunicaciones y lo hizo porque todavía no hemos llegado a esas poblaciones con ausencia de internet.

—¿A qué se refiere con fórmulas? ¿Qué propondría este Grupo BackBone para llegar a más desconectados? Según la fuente, habría unos 34 millones de ellos por todo el país.

—El problema es que todos quieren hacer proyectos pero nadie quiere invertir, porque no lo saben explicar o no saben cómo hacerlo; muchas veces en los gobiernos cubren un puesto por cubrir y nunca nos invitan a los operadores chicos para ayudarlos, siendo que nosotros conocemos el lugar a donde ellos quieren llegar y no solamente no nos dejan entrar a nosotros, también a gente de otras regiones y alianzas. En el trabajo de hacer la inversión, nosotros podríamos ayudarlos en el cómo, es sólo que nos tengan confianza.

CFE Telecomunicaciones dice hoy: “yo quiero, yo puedo, pero no tengo el recurso económico” y seguramente ni el conocimiento. Altán, aunque invierte, tampoco ha podido llegar a donde se requiere. Pero sí hay empresas regionales y locales que quieren y tienen el recurso que se necesita, pero no les hacen caso a sus propuestas.

A CFE Telecomunicaciones le proponemos que si ellos quieren llegar a esos sitios donde nadie ha llegado, porque económicamente no es viable ir solos, que nos permita hacer despliegues de fibra óptica sobre las líneas de transmisión, nosotros invertimos y como contraprestación, le cedemos hilos de fibra para hacer lo que buscan.

—Es decir, que a ustedes les traspasen este proyecto… ¿podría ser así?

—Nosotros pedimos que nos consideren como una especie de inversor de apoyo en su proyecto. Nosotros, como Grupo BackBone, le pedimos al gobierno federal que nos otorgue una concesión única como carrier neutral para instalar fibra óptica en las torres transmisión, porque aquí lo interesante, por muchos varios factores, son las torres; que un operador pueda llegar de la Ciudad de México a Querétaro en dos meses, con un cable que ya está probado sobre la red en funcionamiento de la misma CFE.

Nosotros invertimos y ponemos un cable de 96 hilos de fibra y cedemos a CFE tres pares de hilos para que con esa inversión que ya hicimos ellos doten a esos lugares de los servicios que están requiriendo allí, principalmente internet y el resto lo comercializamos nosotros para recuperar la inversión, para rentarle capacidad a todos. Que indiscriminadamente, todos tengan acceso y el que va a ganar al final es el gobierno con un proyecto terminado, la gente con su servicio y la industria con una nueva capacidad disponible.

¿Qué queremos? Una red mayorista exclusivamente de fibra óptica. ¿Por qué creemos que es posible? Porque todos necesitan estar al día con sus redes y porque desde esas redes se pueden mandar productos de mayor valor al cliente. Es donde está el negocio ahora.

—Sería similar a un Grupo de Telecomunicaciones de Alta Capacidad (GTAC) versión 2.0, aunque ellos, más que otra cosa, administran un par de hilos de CFE…

—Nosotros construimos una buena parte de esa red en el año 2000 y otra entre 2004 y 2010. ¿Qué significa? Esa red tiene una expectativa de vida útil de veinte años. O sea que esa fibra óptica ya va a llegar a su vida útil. ¿Quién va invertir para cambiarla? Yo no sé cuánto de esa red se esté utilizando ahora. Y el GTAC no ha podido crecer más porque ya es una red que no es tan operativamente viable; hay una evolución de la fibra. Ya no es tan rentable entonces.

Si nos escuchan o que escuchen otras propuestas que vengan de los que estamos en el terreno viendo cómo van las cosas, todos los operadores van a tener la oportunidad de usar una red que ya esté lista, operativa y de última generación; y más barata, cargada sobre las líneas de transmisión.

—En un tema de política regulatoria, ¿entonces habría una alternativa más a la red de Telmex para usar en tema de última milla?

—Telmex (…) quieran o no quieran abrir su red, es un tema de su propia economía de negocio, pero también es una fibra que comenzó a instalarse hace veinte años. Es decir, sí hay tramos totalmente nuevos, pero que a lo mejor nos estamos peleando por un acceso a una fibra que realmente ya no es tan operativa.

Telmex, en un momento dado, tiene recursos e irá por el recambio, pero obviamente no la van a cambiar nada más para compartirla y más cuando otros van a poder vender productos que no los dejan vender a ellos. ¿Qué pasa? Que pateamos más en el tiempo, el tema de conectar personas y a este gobierno ya se le fueron dos años ¿y qué realmente ha hecho? Y otra cosa, quizá con Telmex nos estamos peleando por un acceso a una fibra que fue construida hace diez a veinte años.

—Esto que plantea, tiene cierta similitud a otro proyecto mayorista de fibra en Perú, aunque aquél no parece haber funcionado como se esperaba.

—En Perú el modelo de negocio no funcionó por un asunto de leyes (regulación tarifaria), pero la idea era buena. Aquí la idea de construir sobre las redes de transmisión es lo más óptimo, económicamente hablando y en materia de tecnología. El modelo que planteamos es muy sencillo. La infraestructura se construye y todo lo que se vaya construyendo, el gobierno tiene derecho a seis hilos y todo lo demás se comercializa a todo aquel que quiera sus hilos y cada quien va a vender al precio que quiera, que sea el mercado el que decida quién vende mejor.

Con seis hilos de fibra de nueva generación llegan a donde han soñado. Hoy, la CFE, en toda su red, a nivel nacional, tiene 36 hilos y ocupan cuatro. Aparte les dieron dos a GTAC y dos a Altán, que díganos cómo utilizan. Es mejor construir una red nueva, que gastar en adaptadores para una red que va estar obsoleta en dos o cinco años.

Ellos tendrían que poner un pie en la realidad, reflexionar y dar a un privado la concesión, aunque no sea a nosotros, para que él invierta y que les dé una contraprestación. Si tú, CFE, hoy usas cuatro hilos y te van a dar seis…

Nosotros pagamos con red, con cobertura y ellos deberían hacer su salto de última milla. Y en esa última milla, también podríamos asociarnos, porque en México hay muchas compañías, unas 5,000 operadoras pequeñas que prestan un servicio local. Yo tengo una compañía pequeña, muy regional, donde yo le compro el internet a Axtel y lo revendo a través de mi propia red que construí.

En el interior hay muchas cableras y teleoperadores pequeños, que están en muchas localidades y que tienen cables de cobre y dinero, y aunque su negocio es la agroindustria, pusieron esos cables para sus propias necesidades y vieron que hay negocio, pero desconocen cómo y no hay quién los oriente para crecer. Aunque tengan dinero, no tienen acceso a ese conocimiento.

—Piense que en el gobierno lo escucharon, ¿qué propuesta tendría para el salto de última milla?

—Nosotros proponemos buscar a esas compañías, los actualizamos en estas tecnologías y los ponemos en el último hit de lo que es una red GPON, de lo más avanzado que hay en telecomunicaciones y estoy seguro que si el gobierno federal les dice que les dará precio preferencial en compra de internet u otros apoyos, y tú, que eres local, inviertes en estos pueblitos, cada quien se va acomodar en el negocio. Nosotros podemos ser los nacionales mayoristas; ellos, los de última milla y el gobierno, el encargado de vigilar la operación correcta de la red; estar de respaldo.

Podría ser un precio preferente de uno o dos años para que ellos se capitalicen y desarrollen redes en esos pueblos, porque el problema no es crearlas; el gobierno puede decir “voy a gastar equis millonaria inversión”, pero luego quién las va mantener operativas si tampoco hay conocimiento.

Con 1,000 millones de pesos que dicen que ya invirtieron no llegan solos al último rincón. Aquí deben hacer parte a todos y sobre todo a ellos, porque conocen la realidad de cada pueblo donde están con su servicio. Con la última milla, la tecnología permite que, por ejemplo, si vamos tendiendo una red México-Querétaro, vamos subiendo cable en las líneas de transmisión y cada que haya pueblos intermedios dejamos una bajada para que desde ahí hagan red, que se pueda seccionar. El kilómetro de fibra área vale unos 80,000 pesos en su construcción; es el precio de mercado, todo completo, y en subterráneo vale como 650,000 pesos. En dos meses podríamos llegar a Querétaro y en un año hasta Tijuana. Hoy, con el tiempo que ya lleva este gobierno, CFE Telecomunicaciones ya tendría sus primeros seis hilos.

Escúchenos a los pequeños. Un operador pequeño, en el mercado más rural que cualquiera que se pueda imaginar, le cobra 350 pesos a un usuario por un paquete de 5 Megas por fibra y lo pagan porque son sitios donde no hay nadie. Ese dinero se vuelve su conexión al mundo; pueden hacer lo que quieran como las personas de la ciudad: ver su Netflix, ver su correo o navegar en Facebook; tener acceso a conocimiento.

Pero tiene que haber alguien que convoque a todos ellos. Ese tiene que ser CFE y alguien que construya, porque si no hay fibra, todo lo demás se queda en plática.

Periodista de negocios para El Economista, con especialidad en telecomunicaciones e infraestructura. Es licenciado en comunicación y periodismo por la UNAM, con estudios posteriores en el ITESM Campus Ciudad de México, el ITAM y la Universidad Panamericana. Fue colaborador en Grupo Radio Centro, Televisa, El Financiero y Alto Nivel, entre otros. Ha sido moderador en los congresos internacionales de Futurecom y NexTV Latam; y también citado en el “Estudio sobre telecomunicaciones y radiodifusión en México, 2017” de la OCDE, y en distintos informes sobre espectro radioeléctrico de la GSMA y de la Asociación Interamericana de Empresas de Telecomunicaciones (Asiet).

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