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¿Por qué le importan tanto a Europa los aranceles de Trump al aluminio?

Gigantescos rollos de papel de aluminio en una fábrica. Foto: AFP

Gigantescos rollos de papel de aluminio en una fábrica. Foto: AFPAFP

Desde el 12 de marzo, Estados Unidos ha impuesto aranceles de hasta el 25% a las importaciones de acero y aluminio procedentes de la Unión Europea (UE) de acuerdo a una iniciativa que ya propuso en junio de 2018. Se denominaron aranceles “en virtud del artículo 232”.

Curiosamente, y pese al revuelo, Europa no tiene grandes empresas productoras de aluminio –aluminio primario, como nos referimos al extraído por minería de sus fuentes naturales–. La razón se encuentra en su caro y costoso proceso de obtención.

Lo que ocurre es que las medidas no afectan solo a la materia prima, sino también a otros productos derivados como tubos de acero, papel de aluminio, ventanas, aparatos eléctricos, muebles, maquinaria… Y la UE sí que tiene empresas manufactureras de dichos productos.

El aluminio crítico

El aluminio presenta propiedades interesantes. Al ser un metal ligero y resistente a la corrosión se utiliza, además de en los productos ya mencionados, en otras tecnologías cruciales. Por ejemplo, está presente en motores de tracción, módulos de energía solar, recubrimiento de cables submarinos, turbinas eólicas, aleaciones para el sector espacial, electrolizadores de producción de hidrógeno, baterías eléctricas (batería Ni/Co/Al)…

Su importancia en estos sectores estratégicos es la causa por la que la UE lo incluyó en el listado de materias primas críticas en 2023. Esta lista es vital para orientar y elaborar políticas que eviten posibles colapsos económicos.

Para definir una materia prima como crítica hay que tener en cuenta dos factores: la importancia económica y el riesgo de suministro.

China disfruta de una posición que casi roza el monopolio en la producción de las materias primas más críticas: tierras raras, galio, germanio y magnesio. Además, es un actor importante en los mercados de producción de aluminio, antimonio, bismuto, indio, fósforo y silicio, representando al menos la mitad de la producción mundial.

Extrayendo aluminio de la bauxita

El aluminio es el metal más abundante en la corteza terrestre (84.15%) y, por eso, es curioso que se encuentre en ese listado, pero de nuevo hay que recurrir a su importancia estratégica.

La bauxita es el mineral del que se extrae el aluminio. Está compuesto por óxido de aluminio, o alúmina, generalmente acompañado de óxido de hierro. Aquí radica parte del problema ya que, en primer lugar, hay que separarlos.

Para llevar a cabo esta separación se utiliza el método Bayer, que consiste en disolver el mineral, la bauxita, con ácido sulfúrico y luego neutralizar la disolución resultante con sosa. Al alcanzar un pH neutro, el hidróxido de aluminio precipita, es decir, pasa a estado sólido, y se separa por filtración. El hidróxido de hierro queda en disolución generando residuos en unas balsas de color rojizo llamadas “lodos rojos”. Por su parte, el hidróxido de aluminio se calienta para formar óxido de aluminio, también llamado alúmina.

Comienza entonces la segunda parte del procedimiento de obtención de aluminio, que consiste en la electrolisis de la alúmina que se obtuvo de calentar el hidróxido de aluminio. Es el conocido proceso Hall-Hérault. Como la temperatura de fusión de la alúmina es altísima, casi 2 000 ºC, tenemos que usar un fundente, es decir, un compuesto que añadido al inicial rebaje la temperatura de fusión.

En este caso se utiliza la criolita, que rebaja la temperatura a casi la mitad. El proceso se realiza en una cuba donde también se sumergen unos electrodos de carbono. Al pasar la corriente eléctrica, obtenemos el aluminio metálico junto con dióxido de carbono procedente de la combustión del carbono.

Globalmente, es un balance costoso tanto energética como ambientalmente hablando. Se necesitan cuatro toneladas de bauxita para obtener dos toneladas de alúmina, de las que, mediante electrólisis, se obtendrá una única tonelada de aluminio. Además, hay que considerar el gasto energético (unos 13 kW/h), el precio de la bauxita y de las emisiones de CO₂.

Para reciclar el aluminio

Por supuesto, no todo son inconvenientes con este metal que ya usaba Napoleón III en su cubertería, por extraño y raro que fuera en la época. La gran ventaja es que el aluminio es un material muy fácil de reciclar porque no suele estar mezclado con otros metales, lo que evita tener que emprender costosos y contaminantes métodos de separación.

El proceso de obtención de “aluminio secundario”, o reciclaje de aluminio, se basa en refundir el metal, lo que requiere cantidades de energía mucho menores que las empleadas en la ruta original. Se estima que el consumo energético en las operaciones de refino del aluminio secundario es, aproximadamente, el 5% del requerido para la producción primaria del mismo. Esto supone una reducción significativa de las emisiones de dióxido de carbono, y más si se usan fuentes de energía renovables para el proceso.

Por tanto, a partir de ahora, por favor, recicle el aluminio en el contenedor amarillo y evitemos el costoso y contaminante método de obtención. Así, además, impedimos depender en gran medida de las importaciones procedentes de otros países para este material tan crítico.

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