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Falta de estímulos para la producción agrícola en el noreste aumenta migración hacia Estados Unidos: especialista 

Los productores del campo se ven obligados a emigrar, así como obreros desempleados, que empiezan a ser sustituidos por migrantes en las maquiladoras, porque se está explotando la mano de obra barata, afirmó Jorge Lera Mejía, profesor investigador de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT).

Monterrey, NL. La desigualdad económica ocasionada por la pobreza y el impacto del Covid-19 han provocado en los últimos tres años se haya registrado una oleada de migración de zonas rurales de la frontera noreste hacia núcleos de población más grandes, pero sobre todo buscan emigrar a Texas, Atlanta, Chicago y Miami, Florida, debido a la falta de estímulos para la producción agrícola, así como al crecimiento del subempleo en las ciudades, indica un estudio encabezado por Jorge Lera Mejía, profesor-investigador de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT).

En el capítulo “Desigualdad, migración, nueva coyuntura migratoria: propuestas paliativas”, de un libro que será editado por la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados, Jorge Lera Mejía y la coautora María Bárbara Lera Castellanos, señalan que la producción agrícola se vio afectada al desaparecer programas como Procampo, Proagro, estímulos para riego, producción tecnológica y precios de garantía.

“No tienen precios de garantía ante el quiebre de Segalmex y se dejó de apoyar a los productores, por ello los campesinos de zonas rurales prefieren emigrar a Estados Unidos, al igual que obreros desempleados, ya que en las ciudades crece el subempleo”, indica el estudio.

Los coautores, afirman que en la frontera las maquiladoras están contratando a menos mexicanos, ante la preferencia de pagar mano de obra más barata de centroamericanos, cubanos y haitianos. Se está explotando mano de obra de extranjeros que por necesidad están a la espera de que las autoridades migratorias les concedan una visa humanitaria o de trabajo en Estados Unidos”.

Estimaron que desde Tijuana hasta Matamoros, se encuentran entre 30 a 60,000 extranjeros que son población flotante y que para sobrevivir buscan ser contratados en la industria maquiladora o en el sector comercio, ante ello los mexicanos cruzan hacia Estados Unidos, y ello explica “que en años recientes se han multiplicado las remesas desde ese país a México”.

Tan sólo de enero a junio de 2023, Nuevo León ocupó el primer lugar en recepción de remesas en la región noreste, con 718.1 millones de dólares, lo que representó un incremento de 2.4% respecto al primer semestre del año anterior; le sigue Tamaulipas con 546.2 millones de dólares y 1.8% de crecimiento y Coahuila con 519.4 millones de dólares y una variación del 1.7 por ciento, según datos del Banco de México.

Con la entrada en vigor del Título 8, establece situaciones limitadas, es decir, que sólo se acepta en la frontera a quienes programen una cita con las autoridades de inmigración, ya sea que soliciten asilo o protección porque en otro país les fue negado.

Por ello, urgen políticas binacionales que permitan la expedición de más visas temporales de empleo a migrantes que cumplan con los requisitos para trabajar en Estados  Unidos, “como una válvula de escape por la crisis que se agravó con la entrada de controles más rigurosos, donde las ciudades fronterizas se ven rebasadas por miles de migrantes que están a la deriva”, explicó Jorge Lera Mejía a El Economista.

Consideró que es viable que México y Estados Unidos puedan negociar de forma bilateral dentro del apartado del T-MEC, condiciones de trabajo más accesibles y masivas para las visas temporales H-2A y H-2B a más largo plazo y reconocimientos a las capacidades técnicas de oficios.

“La actuales visas H-2A y H-2B pueden ser revisadas y contemplar una alternativa posible para promover visas temporales legales, que sean ampliadas de 6 meses a periodos desde 4 a 6 años”, dijo el especialista.

Consideró necesario realizar un programa intensivo de capacitación y adiestramiento laboral para convertir labores esenciales para el mercado de trabajo norteamericano, que incluya una certificación de capacidades laborales y el dominio del idioma inglés, creando alianzas con instituciones educativas, y posteriormente vincularlos con empresas estadounidenses que requieran de estos servicios.

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