Un sismo de magnitud 7.1 remeció el centro de México, derribando edificios y dejando a cientos de muertos y personas atrapadas. Los mexicanos organizaron con rapidez una enorme operación de rescate con policías, bomberos, soldados y otros profesionales asistidos por un ejército de civiles.
Karen Piña, doctora de la Cruz Roja. Desde la base de un edificio derruido de apartamentos, Piña se coordinó con rescatistas, médicos y equipos de ambulancias para organizar atención médica para los rescatados de entre los escombros. “No saber qué decirle a los familiares de la gente atrapada me daba impotencia”, señaló. Foto: AP
Lizabeth Jazmín López, voluntaria. Equipada con un casco y un chaleco reflectante, López se sumó a la laboriosa búsqueda de sobrevivientes, removiendo montañas de restos el primer día después del sismo. “En el terremoto del 85 tenía 14 años, era Girl Scout, trabajaba en el centro de acopio ayudando, pero con miedo. En el 2017 tengo mucha fuerza y esperanza”, dijo López. Foto: AP
Frida Islas, estudiante. Islas, de 22 años, estaba estudiando cuando se produjo el sismo, que cortó la luz en el edificio de su facultad. Caminó seis horas para llegar a su casa y empezó a ayudar en los rescates de inmediato. “Ayudo porque es gente que necesita apoyo, no los conozco”, dijo. Foto: AP
Verónica Aguilar, vendedora de computadoras. Estaba en un supermercado en el momento del terremoto, y corrió a su casa para buscar a su hija de 11 años. Al principio se quedó en casa, pero concluyó que tenía que hacer algo. Llevó a su hija a un edificio derruido para ayudar y mostrar a la niña la importancia de ayudar siempre que sea posible ante una tragedia. Foto: AP
Myrna Mogul, actriz. Tras el sismo fue a trabajar en un escenario diferente: un edificio de apartamentos en ruinas. Se puso un casco y empezó a cavar entre los escombros para ayudar a buscar a personas atrapadas. “Más allá de si eres hombre o mujer, uno tiene que ayudar como ser humano”, firmó. Foto: AP
Nadia Rosas se encuentra dentro de la casa de su tía cubierta con símbolos de pintura en aerosol que la designan condenada, después de que fue destruida por un terremoto en Atzala, México. Foto: AP
Mariana Mancera, una artista de maquillaje de 35 años, delante de un coche aplastado por el terremoto en la Ciudad de México. Mancera, cuya familia es propietaria de un restaurante, dijo que se ofreció voluntariamente para proporcionar comida a los que buscaban a sobrevivientes en los escombros después del terremoto de 7,1 el 19 de septiembre. Foto: AP
Luna Zetina fuera del edificio derribado, espera noticias de su primo en la Ciudad de México, México. Zetina está trabajando para compartir información de primera mano con familiares acerca de Angel Javier Saucedo, de 27 años, que estaba dentro del edificio de oficinas en la esquina de Álvaro Obregón y Yucatán cuando el terremoto ocurrió. Foto: AP
lya Monforte, una artista de maquillaje de 40 años, lleva naranjas para los trabajadores de búsqueda y rescate en un edificio que se derrumbó luego de un terremoto en la ciudad de México. Foto: AP
Margarita De La Cruz se encuentra dentro de su casa que fue declarada condenada después de ser dañada por un terremoto en Atzala, México. De La Cruz fue informada por las autoridades que tuvo que dejar su casa después del 19 de septiembre. Foto: AP
Abigail Carino Marin cocina para personas sin hogar afectadas por el terremoto en Atzala, México. Miles de personas han quedado sin hogar porque sus casas o edificios de apartamentos son inhabitable. Foto: AP
Juana Villanueva de 41 años, madre de Carmen Meresis quien murió en una iglesia que se derrumbó en Atzala, México. Foto: AP
Isabel Campana, de 28 años, sostiene un puño cerrado como un gesto para mantener el silencio fuera de un edificio derrumbado después de un terremoto en la Ciudad de México. Campana dijo que estaba filmando una película cuando ella y su equipo sintieron el terremoto. Foto: AP
Por: Redacción El Economista
martes 26 de septiembre de 2017 - 19:13