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BCE vigilará de cerca a altos mandos bancarios
El BCE quiere conocer in situ cómo se construyó la cuenta de resultados del primer trimestre de este año de las entidades financieras y cómo tienen pensado mantener sus rentabilidades.
El Banco Central Europeo (BCE) no quiere sorpresas desagradables. Intenta por todos los medios que no se vuelvan a repetir episodios como los producidos hace algo menos de una década, que supuso la desaparición de cientos de bancos y la inyección de miles de millones en el capital de otros tantos.
Para evitar en lo posible capítulos similares, el BCE se ha remangado. El pasado mes de abril solicitó al sector reuniones monográficas con todos los bancos. Quiere conocer in situ cómo se construyó la cuenta de resultados del primer trimestre de este año de las entidades financieras y cómo tienen pensado mantener sus rentabilidades. Pero la lista de temas a tratar fue mucho más extensa. Entre ellas, figura el apetito de cada entidad al riesgo, algo en lo que el BCE ha puesto especial atención, lo mismo que en la gobernanza.
Gran parte de las entidades ya han recibido la visita del BCE para abordar estos asuntos, o por lo menos alguno de ellos. Será en estos días de finales de mayo cuando el supervisor complete su visita a los consejos de los 15 primeros bancos del país. El BCE asiste como observador a estos consejos. El objetivo es conocer el grado de información que reciben los consejeros, y si esta es suficiente para tomar decisiones. Pretende saber si las reuniones del consejo son un mero trámite o si se producen debates.
Además, se están entrevistando con los presidentes y consejeros delegados, e incluso con los consejeros, sobre todo si estos acaban de incorporarse a este organismo de supervisión. En este caso el objetivo es conocer la preparación que tiene cada uno de ellos, y si conocen sus responsabilidades en caso de que exista algún problema o que la rentabilidad no llegue a las exigencias del BCE.
El control del riesgo se ha vuelto un objetivo clave en la supervisión del BCE, lo mismo que el gobierno corporativo. Con las visitas a los consejos, y también a las comisiones de auditoría e incluso preparan visitas para la de riesgos, quieren comprobar el grado de debate y de reparto de funciones que existen en estos órganos de gobierno. Quieren saber si los consejeros independientes ejercen de contrapeso frente a los ejecutivos.
El consejero coordinador, de hecho, gana peso. Su principal función es actuar de contrapeso entre el presidente y el consejo. Es el único que puede incluir nuevos puntos en el orden del día de un consejo.
El BCE, y más en concreto, el Mecanismo Único de Supervisión (MUS), no es partidario de los presidencialismos que existen en algunas entidades financieras españolas, explican varias fuentes conocedoras de las peticiones que está realizando el supervisor a la banca. Cree que las funciones deben estar más repartidas, razón por la que estas mismas fuentes apuntan a que uno de los proyectos del BCE es, que una vez que tenga en sus manos toda la información solicitada y comprobado in situ, reforzar más los filtros del gobierno corporativo y delimitar la figura de presidente ejecutivo. La información que se está solicitando es fundamental para incluir a los bancos en los nuevos grupos de supervisión que se están creando, y que van del 1 al 4 (de mejor a peor, y de ellos dependerá el grado de vigilancia al que le someterá el BCE).
El análisis del reparto de funciones en los consejos ha coincidido con un episodio en BBVA que sorprendió a todo el sector, incluso al BCE. El banco que preside Francisco González ha realizado un gran cambio de organigrama, uno de los mayores en un gran banco, y que llevó a la destitución fulminante de su anterior consejero delegado, Ángel Cano, y a la desaparición del comité de dirección.
Todas las fuentes consultadas aseguran que estos cambios, incluida la prejubilación de Cano, fue comunicada al BCE el lunes por la tarde, una vez aprobadas ya por el consejo, algo que no sentó muy bien al supervisor europeo. Además, consideran que el nuevo organigrama de BBVA es una auténtica revolución que debía haber necesitado un debate profundo, y que según se han transmitido los cambios parece que fue un proyecto muy presidencialista.
Un portavoz de BCE asegura que no hace comentarios sobre entidades concretas, mientras que en BBVA afirman que se siguieron las pautas habituales. Para despejar cualquier duda sobre el buen funcionamiento de los consejos, con sus contrapesos independientes, y para comprobar que los presidentes no se exceden en su papel de ejecutivos, el BCE, en varios casos a través del Banco de España, ha pedido a los bancos las actas de los consejos del último año. Esta medida no está apoyada en ninguna normativa, razón por la que la petición es considerada informal.
mfh