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Una tarjeta departamental
Sólo cuando va a ahorrar en una compra grande, vale la pena, pero hay que liquidarla pronto.
Expertos en finanzas personales coincidimos en una cosa: las tarjetas de crédito departamentales no son convenientes por muchas razones. Entre las más importantes se encuentra, sin duda alguna, la altísima tasa de interés que cobran.
Sin embargo, hace tiempo obtuve una por razones de conveniencia: iba a realizar una compra planeada, con un monto grande, en época de rebajas.
En un principio no pensé que me fueran a dar toda la línea de crédito solicitada, pero para mi sorpresa lo hicieron.
Entonces la utilicé, acepté el seguro de vida con un pequeño costo adicional (porque esta tarjeta no tiene un seguro gratuito de liberación de saldos por fallecimiento) y al cabo de 13 meses (sin intereses) terminé de pagar. Conservé mi tarjeta (no tiene ningún costo ni cuota anual) y ahí fue cuando los problemas comenzaron. Como ya no la usaba, salió de mi radar y una vez que mi estado de cuenta llegó tarde, tuve un retraso por no haber cubierto a tiempo el cargo del seguro que había aceptado.
Tomé mi responsabilidad (aunque no llegue el estado de cuenta uno es responsable) y pagué los cargos moratorios, que significaban 10 veces el importe del seguro que me cobraban. Y lo cancelé (ya no lo necesitaba).
Posteriormente tuve una boda y me llegó una invitación para reactivar mi tarjeta, con descuento de 10% aún sobre lo ya rebajado y aproveché la oferta; era época de rebajas y compré el regalo para la boda y un electrodoméstico para la casa. En ese momento la tienda tenía la promoción de compre ahora y comience a pagar dentro de cinco meses . Mi idea era pagar de contado en ese momento para no generar ningún interés.
Llegó mi estado de cuenta mencionando que no tendría que pagar nada todavía (por la promoción). Ya no me llegó ningún otro, lo cual me pareció normal dado que mi cuenta no registró ningún otro movimiento.
El mes que tenía que pagar, me llega el primer estado de cuenta, con la sorpresa de que ya tenía un cargo vencido, y que los cargos por intereses ordinarios, moratorios y de cobranza sumaban más de 1,000 pesos.
Llamé al teléfono de atención a clientes de la tienda, para hacer la aclaración.
Les informé que en ese momento estaría liquidando todo el saldo, pero que por favor comprendieran la situación y pedí que me eliminaran los cargos adicionales.
Me trataron de forma muy descortés: con la punta del pie y con una prepotencia y arrogancia desgarradora. Desde luego no pienso volver a poner un pie en esa tienda: han perdido un cliente.
Envié una carta tanto al Director de Crédito como al Director de Relación con Inversionistas de ese almacén, para informarles de la situación y mi posición con ellos. Es verdaderamente lamentable que algunas empresas prefieran perder a sus buenos clientes, con un amplio crédito y que siempre pagan sus saldos totales, por una situación pequeña.
Creo que era importante hacerles notar que un poco de cortesía y actitud de servicio al cliente hubieran bastado. Ésa es la diferencia entre las empresas que destacan y las que no.
Mi crédito ya está saldado. Sin embargo, es de notar que las dos pequeñas manchitas en mi historial crediticio están relacionadas con esta tarjeta.
Entonces: ¿Conviene tener una tarjeta de crédito departamental? Después de leer mi historia, yo creo que no. Pero independientemente de eso, creo que no por las siguientes razones:
No para compras cotidianas, porque cobra una tasa de interés mucho mayor y por lo tanto, el Costo Anual Total de ellas es altísima.
No porque de cualquier forma las promociones a meses sin intereses o descuentos están también disponibles si uno paga con otras tarjetas bancarias (salvo la de compre hoy y comience a pagar después).
No aunque uno esté acostumbrado a usar las tarjetas de crédito como se debe, y pagar cada mes el pago para no generar intereses, por lo que me sucedió.
No porque suelen tener un mucho peor servicio al cliente que muchos bancos (aunque uno no lo crea hay bancos que sí lo tienen).
No porque es un plástico adicional, con una línea de crédito adicional, que podría generar en cualquier momento tentaciones.
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