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Geopolítica

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AMLO en el mundo: 16 días

La diplomacia es una de las variables con la que se mide la fortaleza geopolítica de las naciones y las interacciones con el exterior por parte de los presidentes son determinantes para catalizar decisiones no solo entre políticos, también con empresarios.  

Foto: Reuters

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La diplomacia es una de las variables con la que se mide la fortaleza geopolítica de las naciones.  

Las embajadas son fieles representantes de la diplomacia. China sobrepasa a Estados Unidos al tener 173 frente a las 168 del país norteamericano. Detrás de las cifras se encuentran los intereses que tienen ambas potencias en el mundo, pero, sobre todo, el nivel de influencia que desean tener en el futuro. 

México es un país cuya estructura diplomática corresponde a la de una potencia regional, tiene 79 embajadas y 76 consulados, 50 de estos en Estados Unidos. 

Es Brasil el rival con el que México compite en la región.

En 2013, el mexicano Herminio Blanco perdió la contienda por la dirección general de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Fue el brasileño Roberto Azevedo quien ganó la contienda. Fue determinante el número de votos que obtuvo Azevedo en África. En ese año México contaba con seis embajadas: Brasil, más de 30. 

Las interacciones con el exterior por parte de los presidentes son determinantes para catalizar decisiones no solo entre políticos, también con empresarios.  

Al presidente López Obrador no se le vio en el exterior defendiendo los intereses de empresarios mexicanos ni tampoco se le observó promoviendo acercamientos. Tal pareciera que las conferencias de prensa en Palacio Nacional se convirtieron en su prioridad durante los seis años de su Gobierno.   

Viajar hacia Asia o Europa trastoca los enlaces en vivo a las 7 de la mañana, hora de su programa de televisión.  

El presidente López Obrador sólo se ausentó 16 días del país a lo largo de seis años, para cumplir compromisos en el extranjero; la mitad de ellos viajó a Estados Unidos el resto a Guatemala, El Salvador, Honduras, Belice, Cuba, Colombia y Chile. 

Los presidentes Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto viajaron al exterior 257, 188 y 218 días, respectivamente. 

No se puede olvidar que 2020 fue un año marcado por la pandemia donde los principales eventos políticos internacionales se tuvieron que hacer de manera virtual, pero no fue el motivo que impidió al presidente mexicano realizar giras al exterior. La mejor política exterior es la doméstica, suele decir.  

El TLCAN, seguro de vida 

La realidad fue distinta. Su impronta fue una diplomacia dogmática y no de Estados, por esa razón tres embajadores mexicanos fueron declarados non gratos: Bolivia, Ecuador y Perú.  

El presidente Carlos Salinas de Gortari acercó el mundo a México, particularmente con Estados Unidos. En los seis años de su gobierno viajó al exterior 165 días; realizó 13 viajes a Estados Unidos y visitó también China, Japón, Indonesia, Singapur y Australia. América Latina la recorrió casi en su totalidad, incluyendo Cuba, Nicaragua y Venezuela. 

Hoy, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte representa una especie de seguro de vida para México. En su momento, antes de su aprobación al inicio de los años noventa, la izquierda del PRD mostró una postura adversa a la firma porque lo consideraban neoliberal y colonizador de la cultura mexicana. 

Felipe Calderón no visitó Estados Unidos ni en 2006 (diciembre) ni 2007. Lo hizo hasta el 2008 cuando viajó en cuatro ocasiones y 10 veces más en el resto de su sexenio. La relación no terminó bien. “No more guns”, decía un espectacular que él promovió en la frontera de México con Estados Unidos. 

No todos los presidentes mexicanos han viajado a África. Vicente Fox viajó a Sudáfrica y a Nigeria; Peña Nieto a Costa de Marfil y Sudáfrica. Calderón a Uganda y también Sudáfrica. 

Ernesto Zedillo viajó al exterior 141 días durante su sexenio. Visitó Brunei, Cuba, Israel y viajó a Estados Unidos en ocho ocasiones. 

Luis Videgaray fue el artífice de la renovación del acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá (T-MEC). La llegada de Donald Trump aceleró la renovación, y por primera ocasión México se percató de que aquella frase: “nada es para siempre”, puede ser cierta.  

La Alianza del Pacífico, sepultada por la administración del presidente López Obrador, oxigenó las interacciones entre cuatro países que deseaban despolitizar los mecanismos de integración: Chile, Colombia, Perú y México optaron por dejar a un lado las grillas que generaban los escándalos del chavismo.  

Felipe Calderón fue el presidente mexicano que intentó copiar, hasta donde el nacionalismo lo permitía, rasgos de la Unión Europea para incentivar las relaciones de los cuatro países. 

A Ernesto Zedilllo le tocó negociar el Acuerdo Global con la Unión Europea, que, a diferencia del TLCAN, se integraba un capítulo compuesto por cláusulas sobre democracia y derechos humanos. Durante el sexenio de Peña Nieto se inició la renegociación y López Obrador lo pudo haber firmado. No lo hizo, inclusive, su secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrad, no visitó Bruselas un solo día de su gestión.  

Desperdicio 

En seis años del Gobierno de AMLO la diplomacia sufrió un abandono preocupante: el Servicio Exterior Mexicano (SEM) fue marginado del radio de intereses del presidente, enviando a exgobernadores priistas a ocupar embajadas relevantes a manera de pago de favores cumplidos. 

Los destinos más frecuentados por los presidentes mexicanos, además de Estados Unidos, están principalmente ubicados en América Latina: Chile, Perú, Brasil y Argentina. La frontera sur, Guatemala, Belice y Honduras, sí, aunque con baja frecuencia quedando relegados a destinos europeos como son España, Francia, Alemania e Italia. 

Los destinos lejanos también fueron visitados por los mandatarios mexicanos con excepción de AMLO.  

Calderón visitó Sudáfrica, Uganda, Singapur, Australia, Japón y China. 

Peña Nieto: Vietnam, Arabia Saudita, Emiratos Árabes, Kuwait, Catar, China, Turquía, Filipinas. 

Fox: Marruecos, Argelia, Ucrania, Rusia, Corea, Sudáfrica, Nigeria, Japón, Tailandia, China. 

Zedillo: China, Filipinas, Singapur, Corea, Japón, Nueva Zelanda, Israel, Brunéi y Malasia. 

Salinas de Gortari: Japón, Singapur, Australia, China e Indonesia. 

El interés por el mundo ha ido creciendo entre algunas capas demográficas en México, aunque el velo del nacionalismo ha incentivado una visión etnocéntrica en la mayoría de la población: poco interés en la política internacional, disminución de corresponsales en los medios de comunicación, baja lectura de medios referenciales como The Economist, Financial Times y The New York Times, y ya no digamos Le Monde, La Nación o El País. 

El riesgo de mantener una visión etnocéntrica de la vida política es creer que se tiene lo mejor en México, y se llega a comparar los sistemas de salud de México con el de Dinamarca. 

Se cree de manera equivocada que la pérdida del control del territorio, como ocurre en México con el crimen organizado, también pasa en el resto del mundo y que 200 mil asesinatos al sexenio también es la moda estadística en el mundo.

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Fue profesor investigador en el departamento de Estudios Internacionales del ITAM, publicó el libro Referéndum Twitter y fue editor y colaborador en diversos periódicos como 24 Horas, El Universal, Milenio. Ha publicado en revistas como Foreign Affairs, Le Monde Diplomatique, Life&Style, Chilango y Revuelta. Actualmente es editor y columnista en El Economista.

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