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España suprime el Premio Nacional de Tauromaquia ante mayor interés por el bienestar animal
Las corridas de toros siguen teniendo un público apasionado en España y los principales toreros son tratados como celebridades. Pero ya no es un espectáculo masivo. Las encuestas muestran un creciente desinterés en todo el país, especialmente entre los jóvenes.
El gobierno de izquierda de España anunció el viernes que suprimirá el Premio Nacional de Tauromaquia, una medida aplaudida por los defensores de los animales, pero que irritó a los seguidores de los espectáculos taurinos.
"Hay una mayoría de españoles cada vez más preocupada" por el bienestar animal, por lo que "no creíamos que tocara seguir manteniendo un premio que premia una forma de maltrato animal", explicó el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, al canal La Sexta.
Se entiende "aún menos que esas formas de tortura animal sean premiadas con medallas que encima van asociadas a premios dinerarios y que, por lo tanto, se le dedica dinero público", prosiguió el ministro, miembro del partido de extrema izquierda Sumar.
El anuncio de la supresión del galardón no tardó en acaparar el debate público en España, reavivando una cuestión que acostumbra a ser polémica. El conservador Partido Popular, principal formación opositora, se apresuró a prometer que restablecería el premio si regresa al poder.
La tauromaquia es una actividad que en España forma parte de nuestra cultura, de nuestras tradiciones, de nuestra propia identidad como pueblo", y la supresión del premio muestra "el sectarismo de quienes nos gobiernan", criticó ante periodistas el portavoz parlamentario del PP, Miguel Tellado.
"Patrimonio cultural"
El carácter cultural de las corridas lleva años generando fricciones entre los detractores y los defensores de la tauromaquia.
Los amantes del toreo subrayan su inscripción en 2013, por parte de un gobierno conservador, en la lista del "patrimonio cultural inmaterial" de España.
Creado en 2011, bajo un gobierno socialista anterior, el Ministerio de Cultura, como hace con otras disciplinas artísticas, comenzó a entregar en 2013 el Premio Nacional de Tauromaquia, que tenía una dotación de 32,000 dólares.
Toreros de renombre como Julián López, "El Juli", y Enrique Ponce fueron algunos de los galardonados. Una parte de la izquierda española rechaza, sin embargo, el carácter cultural de la tauromaquia y el gobierno de Pedro Sánchez, incentivado por la extrema izquierda, intentó excluir las corridas de toros del "bono cultural" ofrecido a los jóvenes de 18 años.
Pero el sector de la tauromaquía, apoyado por la derecha, salió victorioso de la reclamación que realizó ante la justicia. Tras conocerse la retirada del premio, varios gobiernos regionales -incluido el de Castilla-La Mancha, dirigido por un socialista crítico con Sánchez- anunciaron que crearán sus propios galardones taurinos.
La Fundación del Toro de Lidia, una ONG que promueve las corridas de toros en España, criticó en un comunicado la decisión tomada por Urtasun, que calificó como un "nuevo ejercicio de censura".
"Un ministro de Cultura no puede ejercer sus competencias en función de sus preferencias personales, tiene la obligación de promover y fomentar todas las manifestaciones culturales, entre las que se encuentra la tauromaquia", reclamaron.
Menor interés
Para los grupos de defensa de los animales el anuncio de la supresión del galardón fue, sin embargo, una gran noticia. "Esta medida marca un hito en la lucha contra la tauromaquia, una practica controvertida", se congratuló la asociación Animanaturalis.
Las corridas de toros siguen teniendo un público apasionado en España y los principales toreros son tratados como celebridades. Pero ya no es un espectáculo masivo. Las encuestas muestran un creciente desinterés en todo el país, especialmente entre los jóvenes.
Según las últimas cifras disponibles del Ministerio de Cultura, durante la temporada 2021-22 solo un 1.9% de los españoles asistió a una corrida de toros.
La región de Cataluña (noreste) prohibió las corridas en 2010, pero la decisión acabó siendo anulada a finales de 2016 por el Tribunal Constitucional, aunque la gran plaza de toros de Barcelona lleva más de una década sin celebrar ninguna.
El archipiélago de Baleares decidió, de su lado, prohibir la muerte de los toros, pero la decisión también fue revocada por el mismo organismo en 2018. El archipiélago de las Islas Canarias es la única región de España donde la prohibición las corridas de toros está vigente desde 1991.