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Geopolítica

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La guerra de Robert Mueller ha terminado

Durante dos años fue creciendo la tensión que provocaba lo que parecía algo inminente: una conspiración entre rusos y Donald Trump.

Fiscal especial Robert Mueller. Foto: AFP

Fiscal especial Robert Mueller. Foto: AFPFiscal especial Robert Mueller. Foto: AFP

La guerra de Mueller ha terminado, y el presidente Trump ganó. No se entregarán trofeos de participación a los demócratas vencidos, y las esperanzas de una derrota moral del mandatario estadounidense, rumbo a la reelección del 2020, se han disipado.

Si bien es cierto que la líder de la mayoría demócrata en el Congreso, Nancy Pelosi, presiona para que se haga público la totalidad del informe del fiscal especial Robert Mueller, el titular periodístico que los votantes recordarán sobre la batalla será: “No hubo colusión”.

Los candidatos demócratas podrán hablar sobre todas las demandas judiciales que la oficina del fiscal especial presentó contra ciudadanos rusos y asesores de Trump, pero la mayoría de los estadounidenses los ignorarán.

Trump pasó toda su campaña presidencial mintiendo sobre el muro fronterizo, temas de inmigración, Medicare, comercio, amenazas nucleares, terrorismo, déficits, recortes de impuestos y muchas otras cosas. Pero a diferencia de su mendacidad relacionada con los temas de Rusia, las mentiras de Trump sobre las políticas domésticas realmente son importantes para los estadounidenses.

Sería demasiado extensa la lista de promesas incumplidas del entonces candidato Trump. En realidad, la cifra es impresionante.

Rusia no necesitó conspirar, hackeó libremente

Antes de que Mueller fuera nombrado fiscal especial, era indiscutible que Rusia pirateaba correos electrónicos estadounidenses como clara estrategia para ayudar a Donald Trump en las elecciones del 2016. Posteriormente, mientras Mueller ya investigaba pesquisas sobre una posible colusión entre rusos profesionales y la campaña destartalada de Trump, ya era inverosímil, porque Rusia podría lograr sus fines sin coordinar sus actividades con una campaña llena de bajas y alta rotación.

A los votantes no les interesa lo que al presidente le interesaba hacer cuando usó los poderes constitucionales, por ejemplo, despedir al director del FBI, durante la investigación de Mueller.

A los votantes tampoco les interesa demasiado que la oficina del fiscal federal para el Distrito Sur de Nueva York esté investigando actividades comerciales de Trump y su familia.

Gracias a Mueller, la campaña 2020 no será conceptualmente la campaña 2016. Se tratará de un futuro posterior a Trump.

Inicia una nueva realidad en Washington y los demócratas, en caso de que quieran regresar a la Casa Blanca, tendrán que articular una nueva estrategia sin el contenido del caso Mueller.

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