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Mujeres, invisibles en los medios
Bill O’Reilly, de FOX News, pagó 32 millones de dólares para cerrar una demanda que le hizo la analista Lis Wiehl.
Ahora que se han expuesto las retorcidas conductas sexuales que han acontecido en el mundo del entretenimiento hollywoodense y en las empresas de medios de comunicación, estamos mejor, ¿cierto? No lo creas.
Las terribles conductas sexuales que por semanas han protagonizado los encabezados de periódicos o noticieros de televisión no se detendrán sólo porque algunos hombres de alto perfil hayan caído de la gracia de la opinión pública. Se podrían detener si después de las confesiones de influyentes figuras mediáticas como Bill O’Reilly, Mark Halperin y Leon Wieseltier, los medios tomarán con más seriedad las quejas internas.
Es probable que por algún tiempo, hombres poderosos se contengan y evitarán hacer uso de malas conductas sexuales para no perder su encumbrada posición.
¿Qué deben hacer los medios?
Las revelaciones son importantes pero algo mucho más profundo tendría que cambiar. Las compañías de medios de comunicación tendrían que orientar sus esfuerzos para erradicar la arraigada inequidad de género que se encuentra en las raíces de este conflicto. “No debe olvidarse que comúnmente el acoso sexual obedece más al abuso de poder que al sexo”, escribió Jill Abramson, antigua editora ejecutiva del periódico The New York Times, quien junto con la periodista Jane Mayer, investigó el caso de acoso sexual de Anita Hill contra Clarence Thomas en 1991, el cual incluyó en su libro, Strange Justice.
Cuando Abramson fue la editora del NYT —la primera mujer que ocupó esa posición— promovió a mujeres calificadas hasta lograr que la mitad de los puestos estratégicos fueran ocupados por mujeres. Afortunadamente, lo hizo con celeridad, puesto que fue despedida tres años después.
Este tipo de acciones logran hacer la diferencia, pues al haber una cantidad importante de mujeres en puestos estratégicos, en lugar de la sola presencia decorativa, se permite que las ideas emerjan y que las opiniones sean escuchadas. Esto también funciona con la diversidad racial.
La semana pasada, CBS nombró a Jeff Glor para remplazar a Scott Pelley como conductor del programa de noticias vespertino, uniéndose a Lester Holt y David Muir, de NBC y ABC, respectivamente, para formar un nuevo trío de conductores masculinos en las principales cadenas de televisión. (¿Una medida anacrónica en el 2017? El programa vespertino de noticias de CBS aún llega a más de 20 millones de espectadores por noche).
Por su parte, los hombres aún hacen la mayor parte del trabajo de reportaje en los periódicos, medios audiovisuales y plataformas de internet, de acuerdo con el Women’s Media Center. En algunos lugares, incluyendo The Washington Post, esa brecha de género es pequeña; en otros, como en el New York Daily News, es enorme, ya que tres de cada cuatro artículos son escritos por un hombre.
Los hombres tiemblan pavorosamente
Es así como nuestra cultura está conformada. ¿A quiénes vemos en las posiciones de poder en la televisión? ¿Quiénes reciben más difusión para sus libros y publicaciones? ¿Quiénes tienen más reflectores para propagar sus puntos de vista? Ahora, el mundo de los medios se encuentra confrontado por una ambigüedad emocional: esperanza de equidad, indignación y miedo. “El sonido que percibes”, se leía en un artículo del Post Style, “lo irradia 1 millón de hombres temblando pavorosamente”.
“Si esto equivale a una crisis, son buenas noticias. Estamos en un momento único de reflexión y responsabilidad, y es una oportunidad para discutir un gran cambio sistémico”, dijo Nikki Usher, profesora asociada de la Escuela de Medios y Asuntos Públicos de la Universidad George Washington.
Estos momentos de escrutinio, señaló, llegan cada cierto tiempo. Por ejemplo, a raíz de los falsos informes sobre armas de destrucción masiva en Irak, los periódicos ajustaron sus reglas sobre fuentes anónimas. Después del colapso financiero acaecido una década atrás, los periodistas reconocieron que habían omitido las señales de alerta que pasaron frente a ellos. “En momentos como éstos, el periodismo se hace preguntas que normalmente hacen a los demás”, me dijo Usher. Y, a veces, promueve reformas.
Cambios culturales o reformas administrativas
Pero usualmente esas reformas son superficiales: ¡Oye, empleado, mira este video de entrenamiento y no temas contactar a tus amigos en recursos humanos! ¿Cambio real? Basta recordar que un año después de que el influyente periodista Roger Ailes renunció de Fox News por mala conducta sexual, en la misma cadena, Sean Hannity se enorgulleció de entrevistar a Bill O’Reilly, otro presunto acosador. Ahora, algunos hombres poderosos han sido avergonzados o degradados. Sin embargo, los problemas subyacentes de desigualdad de género y la consecuente dinámica de poder siguen vigentes. Las mujeres tienen representaciones reducidas en los medios y sus voces permanecen silenciadas.
Es difícil que personajes como Bill O’Reilly y otros protagonistas de los medios de comunicación cambien su conducta sólo por algunas de las revelaciones que hemos visto en recientes semanas.
En realidad se requiere de un cambio profundo que se enfoque a modificar las distribuciones de poder en el tema del género. Cambios superficiales, no sirven.