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Geopolítica

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Nombre del nuevo Papa, mensaje clave para el mundo

El nuevo Papa electo en el cónclave enviará a los católicos del mundo un mensaje codificado a través del nombre que elija, ya sea para dar continuidad a sus antecesores o un cambio general.

Incluso antes de pronunciar sus primeras palabras en público, el nuevo Papa electo en el cónclave, envió a los católicos del mundo un mensaje codificado a través del nombre que eligió: Francisco I.

Quizá no sea un mensaje inmediatamente comprensible. Optar por un nombre poco escuchado proveniente del pasado papal distante -como por ejemplo Hilario o Ceferino- haría que los católicos corran a buscar sus libros de historia para ver qué podría significar tal selección.

Pero si el nuevo pontífice escoge uno de los nombres de la historia papal más reciente -Benedicto, Juan Pablo o sólo Juan- eso indicaría claramente que el nuevo líder de los 1,200 millones de feligreses quiere continuidad con el papado al que su denominación hace referencia.

Un nombre que resonaba en Roma antes de que los 115 cardenales electores ingresaran en la Capilla Sixtina para que comience el cónclave el martes era Francisco.

Francisco de Asis fue el santo más parecido a la figura de Jesús por su humilde procedencia. Benedicto VXI quería que se regresara en materia de teología al núcleo principal de la Iglesia, que es Jesús.

Ningún Papa ha elegido nunca el nombre de San Francisco de Asís, el reformador del siglo XIII que vivía en la pobreza y dijo a sus seguidores: "Predica siempre el Evangelio, si es necesario usa palabras".

PROGRESISTAS Y CONSERVADORES

León, del latín homónimo, lideraba la lista de apuestas de Paddy Power, un corredor de apuestas de Dublín que juega con las diversas posibilidades en torno al nuevo pontífice, como su nombre y edad.

El nombre tiene cierta fuerza progresista, dado que el último en elegirlo, el Papa León XIII, ayudó a la Iglesia a modernizar su pensamiento sobre la era industrial durante su papado, entre 1878 y 1903.

Su encíclica titulada "Rerum Novarum" (Sobre Cosas Nuevas) fue la primera sobre justicia social y defendió los derechos de los trabajadores. Argumentaba que tanto el comunismo como el capitalismo eran imperfectos y que el Estado debía trabajar por el bien común de todos sus ciudadanos.

La opción preferencial por los pobres que implica ese nombre se convirtió en una bandera en América Latina, por lo que un candidato de la región -el cardenal brasileño Odilo Scherer fue uno de los más frecuentemente mencionados- podría escogerlo.

Pío, usado por última vez por Pío XII entre 1939 y 1958, hubiera indicado cierto tinte conservador mientras que Juan, que remite a su sucesor, Juan XXIII, que lideró a la Iglesia entre 1958 y 1962, podría hacer referencia tanto a un pastor compasivo como a un reformador.

Juan XXIII fue un Papa de estilo jovial que llevó a cabo el Concilio Vaticano Segundo (1962-1965), que produjo algunas reformas que los últimos papas rechazaron.

El cardenal de Milán, Angelo Scola, otro de los que fueran máximos candidatos, podría optar por Pío, el segundo nombre en la lista de apuestas. En un sermón el domingo dijo que el próximo Papa debería guiar a la Iglesia "sobre las huellas marcadas por los grandes papas de los últimos 150 años".

Hubo cuatro papas llamados Pío en el último siglo y medio, todos ellos marcadamente conservadores y seguidores de la idea de un papado fuertemente centralizado. El más reciente, incluso es una figura controvertida por su papel durante la Segunda Guerra Mundial.

Tras su elección en el 2005, el cardenal alemán Joseph Ratzinger dijo que optaba por el nombre Benedicto para honrar a San Benedicto de Nursia, "cuya vida evoca las raíces cristianas de Europa", y al Papa Benedicto XV, quien buscó la reconciliación durante la Primera Guerra Mundial.

¿JUAN PABLO EL MÍNIMO?

La máxima en latín "nomen est omen" -un nombre es una señal- es válida hoy para los papas, como lo fue para los antiguos romanos, cuyos emperadores tomaban nuevos nombres o títulos cuando asumían el poder.

Cuando Albino Luciani fue electo en 1978, optó por primera vez por un nombre compuesto en la historia papal, Juan Pablo I, para mostrar que quería combinar las reformas de Juan XXIII con la postura más tradicional de su predecesor inmediato, Pablo VI (1963-1978).

Cuando Juan Pablo I murió 33 días después, el cardenal polaco Karol Wojtyla decidió honrarlo tomando el nombre papal Juan Pablo II.

Es poco probable que otro pontífice elija nombrarse Juan Pablo en el futuro cercano. Dado que Wojtyla entró en la historia como Juan Pablo el Grande, tal como lo llaman sus seguidores, un sucesor que opte por esa denominación podría arriesgarse a ser conocido como Juan Pablo el Mínimo.

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