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Geopolítica

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¿Qué está pasando en Sudán? Contexto histórico del conflicto actual

Foto: Shutterstock

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Conocido en la Antigüedad como Nubia, el territorio completo de Sudán, lo que hoy son Sudán y Sudán del Sur, fue incorporado paulatinamente al mundo árabe durante la expansión islámica del siglo VII. Cuando todavía los musulmanes no habían llegado al territorio del sur, este sufrió las incursiones de cazadores de esclavos. Posteriormente, y poco a poco, fue conquistado por el territorio norte.

Entre 1820 y 1822, Egipto conquistó lo que hoy es Sudán. Más tarde fueron los británicos quienes se hicieron cargo de sus dominios. Allí establecieron un gobierno de carácter esencialmente militar.

La doble colonización supuso nuevos problemas para la zona. Ambas naciones, Egipto y Reino Unido, impusieron una serie de valores culturales de forma heterogénea. En el norte hubo una mayor influencia islámica debido a la cercanía a Egipto mientras que el sur se acercó más a la lengua y tradiciones británicas, además de a la religión cristiana.

El Reino Unido reconoció la independencia de Sudán en 1956. Desde entonces la historia del territorio ha sido convulsa, con constantes guerras civiles y conflictos étnicos y religiosos deudores de la historia del país. Así, la confrontación entre el gobierno musulmán y las facciones cristianas y animistas opuestas a la sharía ha provocado frecuentes golpes de Estado.

La separación

La primera guerra civil se libró de 1955 a 1972 por las diferencias fundamentales entre norte y sur, ya que este último buscaba el reconocimiento de su autonomía respecto al gobierno de Jartum, ideológicamente cercano a la Unión Soviética. El conflicto duró casi dieciséis años y terminó con el Acuerdo de Addís Abeba, en 1972, dando ciertas garantías a Sudán del Sur sobre su autonomía como región.

En 1983 llegó la segunda guerra civil sudanesa, que fue una continuación del conflicto anterior a raíz del incumplimientos de los acuerdos mencionados y que trajeron, como consecuencia, que el sur no tenía ninguna autonomía, en contra de lo pactado.

Esta segunda guerra terminó en 2005. En ese momento, se reconoció la plena autonomía de Sudán del Sur. El 9 de julio de 2011, Sudán se dividió en dos estados tras un referéndum de segregación celebrado en enero de ese año. Se crearon entonces la República de Sudán y la República de Sudán del Sur. Sin embargo, esta decisión no llevó la paz al territorio.

Gobiernos y alianzas inestables

El territorio del norte, conocido como Sudán, ha vivido una situación crítica desde la separación. La tensión se incrementó en los últimos años cuando, después de treinta años de un gobierno encabezado por el presidente dictador Omar al Bashir, este fue depuesto en 2019 tras un golpe de Estado que buscaba instaurar una democracia.

Desde ese momento y hasta 2021, Sudán estuvo gobernado por una alianza muy inestable en la que el Gobierno, de carácter civil, estaba supervisado por el general Abdel al-Burhan, jefe de las fuerzas armadas sudanesas. Sin embargo, en ese mismo año se produjo un nuevo golpe de estado, la llamada Revolución de la Trompa del Elefante, por la que Abdel al-Burhan disolvió el Consejo Soberano de Sudán, órgano supremo de gobierno, y se nombró a sí mismo jefe del Estado sudanés por un período indefinido.

Pero no llegaron la paz ni la estabilidad. En abril de 2023, dos líderes militares acabaron enfrentados, el jefe del Estado, general al-Bufhan, y un antiguo amigo de este, el general Mohamed Hamdan Daglo, que había sido su segundo, y que lideraba una facción militar sublevada, las Fuerzas de Apoyo Rápido. La pretensión que pretendían de defender el bienestar de los sudaneses era un pretexto para hacerse con una parte del pastel del poder político que llevan años sustrayendo a la sociedad.

El 7 de noviembre de 2023, tras establecer unas conversaciones de paz en Arabia Saudí, las partes en conflicto llegaron a un acuerdo para proteger la integridad de los civiles. También para asegurar la entrada de ayuda humanitaria para los 25 millones de sudaneses que la necesitan.

Resistencia de la sociedad sudanesa

En medio de ese fuego cruzado entre militares, a pesar de los acuerdos, las víctimas civiles aumentan exponencialmente. Sin embargo, ni siquiera esa violencia desatada y los bombardeos indiscriminados de zonas residenciales han conseguido aplastar la resistencia ciudadana. Esta resistencia se organiza como puede para coordinar la solidaridad y también para oponerse a la guerra.

Tras siete meses de enfrentamientos entre el Ejército y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), las fuerzas paramilitares sudanesas anteriormente operadas por el gobierno de Sudán, la violencia se ha recrudecido, sobre todo en Darfur (oeste del país). El asesinato a mediados de noviembre de unas 800 personas, en su mayoría de una minoría étnica –la etnia masalit–, a manos de las Fuerzas de Apoyo Rápido, activó las alarmas de la comunidad internacional.

Además, la violencia se ha generalizado, yendo más allá de Darfur y alcanzando casi todos los rincones. La Organización advierte de que la guerra podría perpetuar la crisis humanitaria actual si no se cumplen los acuerdos del 7 de noviembre.

Lo que sucede en la República de Sudán del Sur

Por otro lado, Sudán del Sur es una emergencia olvidada. La segregación de los territorios trajo una serie de rivalidades tribales que desembocaron en una guerra civil que comenzó el 14 de diciembre de 2013. Entonces, el Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán en la Oposición (una facción escindida del Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán) intentó dar un golpe de Estado. Eso provocó un enfrentamiento entre las fuerzas gubernamentales y los opositores de Salva Kiir, el Movimiento de Liberación de Sudán del Sur, quien, finalmente se hizo con la victoria y fue nombrado presidente de la república.

Tras muchos enfrentamientos, en septiembre de 2018, Kiir acabó firmando un acuerdo de paz con el principal líder rebelde, Riek Machar, que puso fin formalmente a una guerra civil de cinco años y que acabó con Machar como primer vicepresidente: sin embargo, eso no acabó con el conflicto.

La razón para seguir con el problema fue que el exceso de poder del presidente en todo el territorio. Kiir, finalmente, no cumplió con el compromiso de descentralización del país y dio al traste con la pretendida autonomía de las regiones, lo que hizo que el problema continuara.

De hecho, grupos de rebeldes integrados en la Alianza de Movimientos de Oposición no firmaron los acuerdos de paz. Por eso, los intentos de pacificación fueron un fracaso. Hasta ahora, el conflicto ha causado el desplazamiento de dos millones de personas, que viven en albergues improvisados bajo los árboles o a la intemperie, a veces en lugares aislados y de difícil acceso hasta para la ayuda humanitaria, y la migración a Etiopía, Sudán y Uganda de otros dos millones.

Un desastre económico y social

El conflicto ha dejado al país en situación de desastre económico y social: los precios de los elementos básicos para la alimentación y la subsistencia se han disparado, lo que ha encarecido hasta niveles extraordinariamente altos el coste de la vida, además de sufrir carencias de abastecimiento de todo tipo de alimentos.

Además, hay un conflicto étnico en un país con más de 200 etnias, y en el que el principal recurso es el petróleo. La distribución de los recursos ha dado lugar a tensiones entre las distintas comunidades étnicas. Y estas tensiones han aumentado por el deseo de los dirigentes políticos de controlar los ingresos por sus riquezas petrolíferas, lo que ha aumentado la crisis interétnica del país.

La falta de ayuda al estado más joven del mundo amenaza con provocar un desastre humanitario lejos de los focos mediáticos.

Alfredo A. Rodríguez Gómez, Profesor. Director del Máster en Estudios de Seguridad Internacional de la UNIR, UNIR - Universidad Internacional de La Rioja

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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