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Seattle, ecléctica y seductora

Esta urbe estadounidense combina matices artísticos, corporativos y tecnológicos que cautivan a todo tipo de viajeros.

sábado 15 de octubre de 2016 - 15:15

SEATTLE, Washington. Cuando bajó del avión, realmente no sabía qué esperar. Las referencias que tenía sobre Seattle antes de esta visita no le alcanzaban para vislumbrar con qué tipo de ciudad se iba a encontrar.

¿Sería acaso la cuna de Boeing y Microsoft una urbe tecnológica y futurista o el centro sibarita y sofisticado que inspiró a la autora de las 50 Sombras de Grey? ¿Era el suburbio alternativo de los bares en que surgieron los gritos del grunge con Nirvana o la metrópoli desde la que Starbucks revolucionó la experiencia de tomar café?

La primera inspección por este grisáceo destino, conocido por sus frecuentes lluvias como Rain City, la hizo a 300 metros del suelo, en la cumbre de su edificio más alto: el Columbia Tower.

En su mirador de 360 grados, ya de noche, muy poco pudo aclarar sobre lo que habría de ver al siguiente día. Y es que al despertar, los anteriormente iluminados rascacielos parecían abrirle paso al visitante, para descubrirle algo más, desde bibliotecas y museos hasta sus antiguos barrios, mercados y jardines, sin dejar de lado su bahía e infraestructura empresarial.

DESPERTAR CON CAFÉ Y ATARDECER CON VINO

La costumbre y la mercadotecnia, aunadas a la cercanía con su hotel, lo llevaron, en punto de las 6 de la mañana, hacia el 1912 de la Pike Place, donde una placa certificaba que allí fue abierta la primera sucursal de Starbucks a nivel mundial, en 1971.

Después de tomarse un latte alto con leche descremada y un par de fotografías al lado de las tazas conmemorativas y el logo original de la compañía, un tanto más simple y amarillento, pero en esencia el mismo, salió hacia el mercado más ecléctico que había visto hasta el momento, el cual iniciaba operaciones justo en la acera de enfrente.

Vivo y colorido como pocos, el Pike Place Market es el mercado agrícola más antiguo del país, donde se pueden encontrar desde flores, frutas y vegetales hasta tiendas de pastas, dulces, especias y tés, expendios de carne y, por supuesto, con la bahía a un lado, pescaderías, muchas, con productos verdaderamente exóticos que eran arrojados por el aire, entre gritos y acrobacias, por los protagonistas de este lugar: los lanzadores de pescado, que hacen de las compras un show aparte, incluso musicalizado por los artistas urbanos que llegan a mostrar su propuesta a cambio de unas monedas.

Puerto Escondido

Y esto es sólo la superficie, porque en el piso de abajo, el versátil espacio donde por las tardes se imparten clases de danza y otras actividades resguarda, aún, más curiosidades: desde artesanías y joyas hasta tiendas de juguetes, monedas o cómics; artículos que se entremezclan con cafeterías, restaurantes, bares y hasta un pequeño teatro, cuyos espectadores, según se cuenta, dieron origen a una no muy grata sorpresa: el muro de chicles, donde hoy miles de turistas acuden a poner su masticada contribución, dejar su mensaje o simplemente tomarse la foto más cómica para sus redes sociales.

Las empinadas calles de los alrededores del mercado muestran más tiendas y galerías de arte, una bizcochería rusa, una fábrica de quesos, una tienda de mapas y una boutique de paraguas le salen al paso a Gabriel mientras se dirige a la zona del Seattle Center, donde habrá de disfrutar, en el restaurante giratorio del ícono arquitectónico de la ciudad: la Space Needle, de un buen salmón, acompañado de uno de los tintos que se hacen en este estado, que es el segundo productor de vinos premium más importante de Estados Unidos.

CAMINAR POR LA JET CITY

Desde allí, a casi 185 metros de altura, tuvo una perspectiva distinta de lo que iba a disfrutar durante el resto del viaje. Y sintió ganas de sumergirse en la ciudad, conocida como la puerta de Alaska, por la gran cantidad de cruceros que zarpan de su puerto con rumbo a ese destino estadounidense.

También quiso caminar, lo más que pudiera, las calles de la Jet City, que fue sede de la primera fábrica de producción de aviones de Boeing. Y respirar profundamente esta ciudad esmeralda, nombrada así por los frondosos árboles que rodean y embellecen su imagen urbana ya de por sí atractiva.

Al bajar visitó Pioneer Square, el vecindario más viejo de esta ciudad, que fuera sepultado por un incendio en 1889 y cuyos vestigios aún se pueden ver en un tour conocido como Seattle Underground, mientras que por encima se muestra una pérgola de hierro que se construyó como parada de tranvías, junto a un gigantesco tótem y el busto del jefe indio Sealth, de quien deriva el nombre de esta ciudad.

Puerto Escondido

De regreso al Seattle Center, recorrió museos tan sui géneris como el mercado y se sorprendió con el colorido del Chihuly Garden and Glass, que muestra las espectaculares esculturas de vidrio de Dale Chihuly en ocho galerías y un jardín lleno de flores de vidrio.

Después grabó un disco en el Experience Music Project (EMP Museum) y repasó las efervescentes trayectorias de músicos como Jimi Hendrix y Kurt Cobain. Atravesó las salas de fantasía y ciencia ficción, donde encontró desde un terminator hasta el Hombre de Hojalata del Mago de Oz. Al caer nuevamente la tarde y tras haber pasado por otros recintos culturales, como el Museo de Arte y la Biblioteca pública, subió a la noria gigante de la zona del Waterfront, donde también descubrió un Acuario y se preparó para lo que aún le quedaba por delante: desde los bares donde se gestó el grunge hasta el recorrido por la fábrica de aviones y las catas en los viñedos circundantes.

Así de ecléctica y sorpresiva resultó ser su estancia en la ciudad de Seattle, la gema oculta de Washington.

ricardo.alonso@eleconomista.mx

Dato de viaje

Seattle ha sido cuna de grandes emporios líderes globales en sus respectivos campos, como Starbucks, Boeing, Microsoft y UPS.

Información

Tecnológica y sibarita, Seattle, la ciudad más grande de Washington, tiene atractivos para todos los viajeros. Sus rincones artísticos y su nutrida oferta de cafeterías y galerías cautivan al instante.

Cómo llegar

No hay vuelos directos entre la Ciudad de México y Seattle, pero Delta Airlines ofrece itinerarios con escalas en Atlanta, Nueva York, Detroit o Salt Lake City.