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Las nuevas generaciones y el futuro del mezcal, entre la tradición y la modernidad

Los jóvenes se integran a la industria del mezcal con visión fresca, pero enfrentan un dilema: preservar las raíces rurales o adoptar la modernización y nuevas tecnologías

El futuro del mezcal depende en gran medida de cómo las nuevas generaciones logren equilibrar su deseo de modernización con el respeto por la tradición.

El futuro del mezcal depende en gran medida de cómo las nuevas generaciones logren equilibrar su deseo de modernización con el respeto por la tradición.foto: playadura, x-photographer de fujifilm, capturada con una fujifilm x-t1 en zimatlán de álvarez, oaxaca

La industria del mezcal, con su profundo arraigo en las tradiciones mexicanas, enfrenta un cambio generacional. Mientras personas mayores han dedicado su vida a mantener las técnicas artesanales en el campo, los jóvenes están entrando a este sector con una perspectiva diferente, impulsadas por la tecnología, el marketing digital y la demanda global de productos premium.

Sin embargo, existe un dilema que marca esta transición: el campo y el trabajo duro que implica el cultivo del agave no es atractivo para muchos jóvenes que buscan un estilo de vida diferente.

En una investigación realizada por El Economista, durante el Tianguis Nacional de Pueblos Mágicos que se llevó a cabo en septiembre del 2024, se identificó que, a pesar de la importancia del mezcal como símbolo cultural y económico, muchos jóvenes no están dispuestos a seguir el camino de sus padres y abuelos en las regiones rurales.

El trabajo en el campo, que requiere dedicación y esfuerzo físico, es visto como menos atractivo frente a otras oportunidades en la ciudad. Las opciones tecnológicas y urbanas, como el comercio digital, la gestión empresarial o el diseño de experiencias para marcas, son cada vez más atractivas para esta generación que busca innovar sin perder el vínculo con el mezcal. Por otro lado, existen aquellos jóvenes que sí ven valor en la tradición. Estos emprendedores están encontrando maneras de modernizar la industria sin perder sus raíces.

Por ejemplo, algunos están imple mentando tecnologías de producción sostenible, utilizando energías renovables en el proceso de destilación o métodos de reforestación de agaves. Además, han encontrado en él difusión a través de las redes sociales para contar la historia del mezcal y conectar con audiencias internacionales.

Este enfoque más urbano y tecnológico no solo permite a las nuevas generaciones mantenerse conectadas con la cultura del mezcal, sino también posicionarlo como un destilado premium a nivel global.Las marcas jóvenes están aprovechando el auge de la coctelería artesanal y el interés en productos sostenibles para atraer a consumidores conscientes y de alto poder adquisitivo. 

Desafíos

Uno de los desafíos que enfrenta esta transición generacional es la pérdida potencial de conocimientos tradicionales. Los maestros mezcaleros, que han de dicado décadas a perfeccionar sus técnicas, están preocupados por la falta de interés de algunos jóvenes en aprender el oficio.

La falta de sucesores en el campo podría poner en riesgo el legado artesanal del mezcal. Para enfrentar este desafío, varios proyectos co munitarios y educativos están surgiendo, enfocán dose en la capacitación de nuevas generaciones pa ra que aprendan no solo sobre el proceso del mezcal, sino también sobre el valor cultural y la importancia de preservar el oficio artesanal. 

Estos esfuerzos bus can crear un puente entre la innovación y la tradición, donde los jóvenes puedan integrarse a la indus tria sin que ello signifique abandonar el campo, sino modernizarlo y hacerlo más sostenible y rentable. 

El futuro del mezcal, entonces, depende en gran medida de cómo las nuevas generaciones logren equilibrar su deseo de modernización con el respeto por la tradición. Aunque el campo puede no ser tan atractivo para algunos, otros han encontrado mane ras de hacerlo más accesible y rentable, integrando prácticas sostenibles y aprovechando las oportunidades del mercado global. 

Fuera de las manos

Las nuevas generaciones redefinen la industria del mezcal, enfrentando problemas como el cambio climático, la inseguridad y la escasez de mano de obra, mientras buscan modernizar sin abandonar sus raíces. Uno de los mayores retos que enfrenta el mezcal es la inseguridad en las regiones rurales. 

Muchos productores, especialmente en Oaxaca y Durango, han reportado problemas de violencia e intimidación, lo que disuade a las nuevas generaciones de involucrar se directamente en el cultivo de agave. Este contexto de inseguridad es un obstáculo importante, ya que desincentiva la inversión en las zonas rurales y con tribuye a la migración hacia las ciudades. 

El cambio climático es otro desafío significativo, según el sitio Sprinerlink, las variaciones en las temperaturas y las condiciones extremas están afectando el cultivo de agave, alterando los ciclos de crecimiento y dificultando la previsibilidad de la producción. La falta de prácticas agrícolas sostenibles ha llevado a la erosión del suelo en algunas regiones, lo que incrementa la vulnerabilidad del campo a largo plazo. Además, la escasez de mano de obra es un problema cada vez más grave. 

Muchos jóvenes optan por no dedicarse al cultivo de agave debido al arduo trabajo físico que implica. El trabajo en el campo requiere paciencia y dedicación, lo cual contrasta con las expectativas de las nuevas generaciones, que buscan empleos más dinámicos y menos demandantes físicamente. 

Esta falta de personal podría llevar a una reducción en la producción artesanal, poniendo en riesgo la calidad y autenticidad del mezcal. A pesar de estos retos, muchos jóvenes están encontrando maneras de modernizar la industria sin perder sus raíces. Implementar prácticas sostenibles y utilizar tecnología en la reforestación de agaves es solo una de las estrategias para enfrentar los problemas climáticos. 

El futuro del mezcal dependerá de cómo las nuevas generaciones logren equilibrar la innovación con la preservación de las tradiciones artesanales. El reto será encontrar una manera de hacer que el trabajo en el campo sea atractivo y rentable, al tiempo que se enfrentan los problemas estructurales de la inseguridad y el cambio climático.

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Coordinadora de Operación Editorial de Suplementos y Ediciones Especiales de El Economista. Licenciada en Economía por la Universidad Nacional Autónoma de México. Estudió una especialización en Periodismo Económico en la Universidad de Miami, auspiciada por la Fundación Reuters. Ganadora del premio por la "destacada cobertura en finanzas verdes", entregado por la BMV y el Consejo Consultivo de Finanzas Verdes. Ha sido analista de mercados, editora de finanzas y creadora de ranking de negocios, responsabilidad social y mercados, y ha trabajado en la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas, Reforma, Excélsior, Mundo Ejecutivo, Expansión, Fortuna, Infosel y Economática.

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