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El fracaso de la troika como alternativa económica en Grecia
El gobierno de Tsipras no quiere comprometer el futuro de la economía griega en términos sociales en el pago de los intereses de la deuda
El pasado 5 de julio, el rechazo contundente del más del 60% de la población sobre las medidas de ajuste estructural que proponía la troika en Grecia significó, para algunos analistas, la apertura hacia un nuevo consenso en donde las alternativas políticas y económicas deben mantener un compromiso no sólo con el pago de los intereses de la deuda a las entidades financieras, sino en buscar la recuperación del crecimiento de la economía griega, evitando que la deuda también amalgame el detrimento del desarrollo social de dicho país.
Es importante considerar que el origen de la crisis de la deuda griega es consecuencia de la desregulación de los sistemas financieros internacionales, quienes han provocado el incremento de las vulnerabilidades en los mercados globales, generando riesgos del tipo sistémicos obligando a los estados nacionales a emitir constantes rescates financieros.
Por otra parte los elementos que definieron a las propuestas de la troika sujetaban a la economía griega a una serie de políticas de austeridad (recortes en educación, salud y vivienda) hasta el año 2018, situación que deprimiría los niveles de inversión, producción y empleo de su economía.
Es decir, las propuestas unilineales emitidas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) no consideraron dentro de sus proyecciones que agravarían la problemática estructural de Grecia, encaminándola a entrar a un círculo vicioso de estancamiento para las siguientes décadas.
Para el premio nobel de economía en 2001, Joseph Stiglitz, es trascendental en los términos de negociación de la deuda no romper con los mecanismos de estímulo de la economía en términos de inversión productiva, dado que son los mismos que pueden paralelamente dinamizar los niveles de crecimiento y el cumplimiento de las obligaciones sin interrumpir la expansión económica.
El gobierno de Tsipras ha manifestado abiertamente que no rechaza la participación de Grecia como miembro de la Zona Euro, sino únicamente considera que las formas en que se le obliga a su gobierno a cumplir con los intereses de la deuda no son las adecuadas. y los han orillado a buscar nuevas alternativas en términos de negociación sin ceder los costos sociales de la población griega.
sebastian.irigoyen@eleconomista.mx