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Estiman volatilidad y caídas selectivas en Bolsa de Argentina

Estudios sugieren que subas en el consumo y bajas en retornos bursátiles suelen ser, respectivamente, el premio para el ganador y costo para el país del equipo derrotado.

Una derrota como la que sufrió la selección argentina ayer puede afectar el ánimo de los inversionistas de manera tal que se faciliten las pérdidas en la plaza bursátil del país sudamericano o, como mínimo, que se achiquen los resultados positivos. Así lo afirma un estudio de 2007, mientras que otro de 2006 señala que Alemania puede gozar de un breve impulso a su nivel de actividad, sólo como resultado del tardío gol que le valió la Copa del Mundo. Los operadores financieros locales, sin embargo, sostienen que la definición de la negociación por la deuda en default será más determinante.

No son tantos los intentos por medir el impacto de un Mundial en la economía, ni tan concluyentes sus resultados. Pero aunque no resulte ser determinantes como eventos más estructurales ni permitan hacer predicciones útiles a la hora de operar, lo que pasa con la pelota afecta a los números de la economía

Los dos esfuerzos más importantes hechos para tratar de probar eso fueron hechos en 2006 por ABN AMRO y en 2007 por dos economistas estadounidenses y un noruego. Lo que dicen estas investigaciones es que el ganador de un mundial puede esperar un impulso modesto al crecimiento económico, mientras que el mercado bursátil del país perdedor puede tener días sombríos en las primeras ruedas tras la derrota.

En cuanto al efecto para el perdedor, el estudio más citado se llama ?Sentimientos deportivos y retornos de las acciones? y sigue los resultados de 1,100 partidos internacionales de 39 países. Firmado por Alex Edmans, Diego García y Oyvind Norli, el estudio intenta probar el efecto del estado de ánimo en las decisiones de los participantes del mercado y recurre -¿qué mejor?- al día después de un partido de futbol de una selección nacional.

El resultado es que una victoria no genera efectos relevantes, pero el impacto de una derrota no es para nada despreciable. ?Las derrotas en partidos de futbol tienen un efecto negativo económica y estadísticamente relevante para el mercado de acciones del país perdedor?, dice el estudio. La eliminación de un campeonato genera, al día siguiente, un desvío -a la baja- de 38.4 puntos básicos en el retorno promedio de la plaza bursátil del país. Si la eliminación es de la Copa del Mundo, ese desvío trepa a 49.4 puntos. Y las cifras pueden ser mayores en los países donde reina el futbol, un grupo de siete que incluye a Argentina y Alemania.

Con todo, los operadores locales no esperan grandes cambios para hoy. ?No se espera que el Mundial vaya a afectar al mercado del lunes (por hoy). El optimismo siempre ayuda a la rueda, pero solo se trata de un mejor ánimo a la hora de operar?, comentó Rubén Pasquali, de Mayoral. Como ejemplo, señaló que ?en Estados Unidos no van a dejar de comprar o vender acciones por lo que pase en el Mundial?.

Por su parte, la analista de Portfolio Personal Sabrina Corujo sostuvo que el tema holdouts acapara toda la atención de los inversionistas, más cuando el acuerdo se tiene que definir antes de fin de mes. ?No creo que veamos un impacto en precios, tal vez en los negocios, siempre que no surjan noticias relevantes relacionados a los fondos buitres?, aclaró.

En cuanto al impacto que gozaría Alemania por la victoria -y que nosotros no vamos a poder saborear-, un estudio de 2006 de ABN AMRO llegó a la conclusión de que quién levanta la copa disfruta de un impulso a su actividad equivalente al 0.7% de su producto bruto.

El economista Martín Tetaz pone como ejemplo el efímero pero notorio efecto del título logrado en 1986, donde un Plan Austral en retroceso recibió ayuda de Diego Armando Maradona. Pero la ayuda duró poco.

El consumo (público más privado) creció el 4.7% en el tercer trimestre de 1986, aunque el cuarto trimestre mostró una contracción del uno por ciento. Lo mismo pasó con el dólar, que a medida que se agotaba el Plan Austral había comenzado a subir desde abril del ?86. La devaluación del peso, que en julio se había acelerado, en agosto se frenó suavemente. Para septiembre, sin embargo, la magia del título ya no alcanzaba para eclipsar el desgaste del modelo y la moneda norteamericana escaló el 23.9%?, dijo. ?Lo mismo pasó con España en 2010, cuando el campeonato coincidió con el freno a una recesión que llevaba ya dos años?, agregó.

Contenido de la Red Iberoamericana de Prensa Económica

fondos@eleconomista.com.mx

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