Lectura 5:00 min
Fondo soberano noruego en búsqueda de una nueva filosofía
Capaz de asegurar por generaciones las pensiones de sus ciudadanos, hoy participa en casi 10,000 compañías y controla el 1.3% de cada empresa cotizada a nivel global.
Como cabe esperar de alguien que en su día dedicó seis meses a estudiar a Kant, Hegel y Heidegger, Yngve Slyngstad es, de alguna forma, un filósofo dentro del entorno empresarial.
El consejero delegado del fondo soberano más grande del mundo, la gestora que controla el sistema de pensiones noruego, no se contenta con intentar que la población del país gane más dinero. El ejecutivo se dedica a analizar al detalle cómo funcionan las empresas y los mercados.
"¿Cómo podemos estar seguros de que una empresa va a ser capaz de ofrecer una propuesta rentable y que además tiene flexibilidad para gestionar su negocio?"
Este tipo de reflexiones vienen derivadas del enorme alcance de su fondo. Con menos de veinte años de antigüedad, la gestora ha experimentado un espectacular crecimiento, sobre todo en la última década, periodo en el que sus activos se han multiplicado por siete hasta alcanzar los 870,000 millones de dólares. El fondo tiene participaciones en casi 10,000 compañías y, de media, controla el 1.3% de cada empresa cotizada a nivel global.
No obstante, este poder genera cada vez más responsabilidad. El tamaño de la participación del fondo en muchas empresas implica que se ha visto obligado a dejar de lado su insistencia en ser un mero inversionista financiero, tomando un papel más activo y aumentando la importancia que concede al gobierno corporativo.
Slyngstad asegura que existe cierta tensión entre su responsabilidad y el deseo de algunos inversionistas de diversificar sus participaciones para reducir el riesgo. El ejecutivo insiste en que al fondo le resulta imposible hacer un profundo análisis de las 10,000 compañías, de ahí que los grandes inversionistas estén externalizando parte de las responsabilidades de gobierno corporativo a consultoras como ISS. Aun así, en los últimos dos años, el fondo se ha convertido en un inversionista más activo recurriendo a tres estrategias:
1.- Dando a conocer sus intenciones de voto en las reuniones anuales. Hasta ahora, revelaba su votación el día después de la reunión. Así aumentarán la transparencia y su propia influencia. Slyngstad reconoce que ha sido un comienzo prudente aunque, dice que es "un paso positivo".
Además, su intención es ampliar el número de empresas que el fondo analiza en profundidad de 500 a 1,000 y aumentar las contrataciones, ya que "seguramente se acumule el trabajo después de estos cambios".
Las directrices
2.- El fondo está emitiendo "directrices" en las que expresa sus principios de gobierno corporativo. Una de ellas está relacionada con la representación de los accionistas frente a otros grupos (que se discute bajo el término proxy access), limitando el poder de los administradores a través de una mayor presencia de los inversionistas.
Gran parte del trabajo se centrará en el consejo de administración: su composición, responsabilidad y la interacción entre accionistas y consejeros. Slyngstad asegura, sin embargo, que no tiene intención de que los inversionistas usurpen el papel tradicional del consejo de administración. "La frustración de los accionistas con la remuneración de los consejeros delegados ha llevado a una situación en la que no sólo pueden emitir su opinión al respecto, sino que en ocasiones deciden en este sentido. No creemos que esta sea la solución", opina.
Vigilado de cerca por la City londinense y los consejos de administración europeos, Slyngstad insiste en que quiere que el papel del fondo en asuntos de gobierno corporativo sea hablar de los principios, no inmiscuirse en los asuntos de la compañía.
Por tanto, es probable que se redacte un documento en el que se hable sobre las reticencias de los primeros ejecutivos a ser presidentes, evitando un ataque frontal a Goldman Sachs y JPMorgan sobre Lloyd Blankfein y Jamie Dimon (aunque el fondo votó en contra de los dos en las reuniones anuales de mayo).
3.- Esta estrategia tiene un carácter más local. Según el modelo escandinavo de gobierno, los mayores accionistas de una empresa normalmente forman parte del comité que decide quiénes serán los consejeros. Después de años de evitar incorporarse a las empresas, el fondo pasó en 2013 a formar parte del fabricante de camiones Volvo y de la papelera SCA, ambos suecos. A principios de este año, SCA fue víctima de un escándalo que provocó la dimisión en cadena de su consejero delegado, presidente y otros consejeros, lo que afectó gravemente al fondo y le llevó a replantearse el atractivo del modelo escandinavo. Los accionistas suecos han criticado al fondo por adoptar una actitud demasiado pasiva ante el caso de SCA. Sin embargo, Slyngstad insiste en que no deberían confundir el silencio ante los medios de comunicación con la falta de acción.
La acción
En su opinión, el escándalo pone de manifiesto dos problemas con los comités de nombramiento: que no se permite refutar sus decisiones y que los accionistas deben votar por todo el consejo, no por consejeros individuales. Sobre el trabajo de gobierno corporativo del fondo, Slyngstad cree que está en fase de aprendizaje en relación con el modelo sueco de gobierno corporativo, tan elogiado. En su opinión, "lo que hemos visto hasta ahora son problemas con los comités de nombramiento de los que no éramos conscientes y para los que no tenemos una respuesta clara. Esto nos lleva a plantearnos si este modelo se pude aplicar a otras jurisdicciones", concluye.
fondos@eleconomista.com.mx