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La primer lección financiera debe ser en el hogar

A pesar de que la OCDE propone que la educación financiera forme parte de las materias de los estudiantes en niveles iniciales, la primera escuela es y será la casa; es importante que los padres les brinden herramientas que les permitan mejorar su calidad de vida.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) propone que la educación financiera forme parte de la currícula de los estudiantes desde niveles iniciales. Pero la primera escuela es y será la casa: mientras muchos padres hacen grandes sacrificios para darles a sus hijos lo mejor, fallan a la hora de brindarles una sólida educación financiera, algo que puede perjudicar sus posibilidades futuras en la vida real.

Lo que aprenden en sus hogares será lo que marcará qué tipo de personas serán de más grandes, los preparará para que sean adultos productivos, eficientes, independientes en su forma de pensar y autárquicos en la manera en la que manejan sus finanzas, con la oportunidad de alcanzar sus objetivos derivados directamente a partir de su propio trabajo.

Es obligación de los padres hacerles entender a los chicos las diferencias entre ser, hacer y tener. El primero se refiere a los valores, creencias y prácticas personales que habilita todo lo demás. Ahí, entra la educación en formar y forjar un perfil inquieto y ávido de conocimientos, nutrir las dudas y acercar información para tomar las decisiones correctas en el momento propicio.

Pero el hacer implica pensar, sentir y sobre todo actuar en la vida. De nada sirve ser si no se hace, al igual que pensar sin actuar correctamente después. El tener es la consecuencia de todo lo anterior, la realización personal y la felicidad conseguida sobre la base de lo que uno es y hace mediante sus acciones.

Entender las finanzas de pequeño provee una mejor preparación en este terreno, lo que ayuda a afrontar mejor una crisis. Su educación es importante porque a corta edad no han tenido muchos episodios extremos a los que enfrentarse.

Los niños saben menos cómo reaccionar si provienen de países más estables: pregúntele a uno argentino qué es la inflación o cuanto vale el dólar y seguro sabrá responder con más facilidad de lo que lo haría uno de otro país de la región o más aún de Escandinavia. No tiene que ver con el grado de desarrollo económico sino con todo lo que lo rodea.

La educación es básica para equiparar esos conocimientos así como las diferencias que se arrastran de antes por ser alumnos nativos en relación a los hijos de inmigrantes. Eso debería hacerse desde los primeros niveles y en forma obligatoria, al mismo nivel que aprender inglés.

Saber interpretar los costos de una transacción en el mercado, resolver problemas financieros no habituales o entender el impuesto sobre la ganancias serán temas a los que deberán enfrentarse de más grandes.

Pero los adultos pueden comenzar en casa con algunos tópicos básicos como el esfuerzo, el trabajo hogareño, el presupuesto, el ahorro, el conformarse, el dinero en todas sus formas y la inversión, entre otros.

El primero implica explicarles que el dinero se obtiene del trabajo y del esfuerzo cotidiano y que hay que cuidarlo (y hacerlo crecer) y que puede comenzar en casa con pequeñas tareas domésticas.

Por eso, hay que fomentar los pequeños trabajos hogareños para ganarse algunas propinas o sueldos surgidos del fruto de su propio esfuerzo. Desde ayudar a limpiar u ordenar para los más pequeños, pasando por hacer las compras, bañar a la mascota o limpiar la pileta, hasta cortar el pasto y lavar el auto para los más adolescentes.

Cuando los grandes elaboran un presupuesto familiar, hay que involucrar a los chicos para que se vayan acostumbrando a que los recursos son escasos, y que la compra de bienes que son necesarios requiere de una mínima planificación y descartar los que no son accesibles.

También, hay que educarlos para que tengan un objetivo concreto, que puedan ver el fruto de su esfuerzo materializado en un bien. Por ejemplo: reunir lo obtenido en las tareas hogareñas para comprarse un juguete.

Cuando un niño absorbe información por televisión, siempre quiere lo más caro, hay que enseñarle que no siempre es lo mejor o que puede comprarse otro bien más barato. A su vez, hay que explicarle las distintas formas de dinero, tanto el físico como el plástico así como sus ventajas y desventajas.

El ahorro puede generar más o crecer mediante la inversión. Es un campo amplio y para dedicarle mucho tiempo. Desde los productos bancarios tradicionales hasta las opciones más avanzadas.

Ya de más grandes (adolescencia), una cuenta de inversión con su dinero o con una suma simbólica para que puedan operarla ellos mismos online es vital y hasta básico para alcanzar este objetivo.

De más grandes, esto ayuda mucho además al consumidor a defender sus intereses y promueve un mayor crecimiento económico a largo plazo: la importancia de que los ciudadanos conozcan el funcionamiento de la economía no se circunscribe a los más pequeños, sino que debería ser un objetivo para todos los habitantes de un país, y merece una actualización constante.

Es esencial tanto para los consumidores como para los empresarios que necesitan protegerse. Así, las personas entran mejor en el mercado laboral y participarán más plenamente en sus economías, pero requerirá a posteriori de un constante esfuerzo por actualizarse y aprender sobre finanzas.

A nivel privado, muchas ONG llevan la cruzada, pero además los bancos han sido es uno de los promotores de algunos estudios de la OCDE. La reina Máxima de Holanda es economista y consejera del secretario general de la ONU para finanzas inclusiva.

fondos@eleconomista.com.mx

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