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Vamos a ser competitivos porque lo digo yo

Uno de los principales retos de cada nueva administración, no sólo gubernamental, sino al interior de cualquier organización, es lograr la tan anhelada competitividad.

Uno de los principales retos de cada nueva administración, no sólo gubernamental, sino al interior de cualquier organización, es lograr la tan anhelada competitividad; sin embargo, con base en la estricta definición que el entorno empresarial hace del uso de dicho concepto, la relación costo-beneficio se ve inmersa en el significado.

Ahondando en esta relación, en ningún momento parece un objetivo o un dictamen gubernamental, es más bien la consecuencia de una serie de factores que al converger de manera temporal propician el mejor nivel posible para la paridad entre las entradas y las salidas productivas.

Los índices de competitividad, cual buen indicador, sirven como referencia para categorizar a las entidades en función de la convergencia de varios indicadores económicos, obteniendo como resultado una serie de rankings bastante inconsistentes unos con otros, pues están basados en distintas metodologías.

El tener un lugar de privilegio en estos rankings o los últimos lugares de las tablas no pueden ser considerados como un buen o mal desempeño de la economía respectivamente, sólo es una medida relativa al comportamiento de otros. Ni por ser el primer lugar la economía regional se encontrará en su mejor nivel, ni por ser el último se estará en las peores condiciones.

Al día, no hay un referente de los mejores niveles que pueden alcanzar los índices de competitividad y, por ende, del estado ideal de la economía que propicie las mejores condiciones para las organizaciones; no obstante, de manera independiente, cada variable económica sí presenta un indicador consistente, perfectible sí, y con posibilidades de ser alcanzado.

Cada variable económica: inflación, tasas de interés, producción, consumo, paridades, infraestructura, seguridad, tasas impositivas y recaudación, importaciones y exportaciones, y demás referentes deberán ser valuadas en lo individual y con una búsqueda constante de llevarlas a los mejores niveles posibles en el marco de las condiciones globales que hoy tenemos.

En conclusión, la competitividad per se no puede considerarse como un referente globalizador de las condiciones económicas de ninguna región o país, por el contrario, la integración de los logros económicos en lo individual conlleva a mejorar los niveles en los distintos índices de competitividad explorados. No debe ser el objetivo la mejora en los niveles de competitividad, pues hay un enorme riesgo, y muy probable en México, de convertirnos (y quedar satisfechos) en el menos malo de los peores, situación que parece que se ha estado haciendo costumbre no sólo en el ámbito económico, sino también en el político.

*El MF Ricardo Gutiérrez es profesor del Tecnológico de Monterrey Campus Toluca y Campus Santa Fe. ?ricardo.gtz@itesm.mx

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