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Opinión

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Cuando menos es más

A lo largo del camino he explorado muchas maneras de manejar las finanzas personales. He probado varios métodos hasta que he encontrado lo que mejor funciona para mí.

Durante un tiempo, manejé distintas cuentas de inversión, para tener mi dinero separado. Una era para mi fondo para emergencias, otra mi portafolio de largo plazo (retiro), una más como ahorro para la educación de mi hija y también una para viajes.

Además, tenía dos cuentas bancarias: la de nómina, donde recibía mi salario y otra personal para “separar” ciertos gastos irregulares.

Pensaba que tener dinero en distintos “lugares” me impediría tomarlo y me mantendría mejor organizado.

Por otro lado, también tuve tres tarjetas de crédito bancarias (cada una con marca distinta) y algunas otras departamentales que me daban ciertos beneficios.

Pensaba que manejaba esas tarjetas como un maestro. Aunque soy totalero, buscaba el mayor financiamiento gratuito, rotándolas optimizando fechas de corte, usando cada vez que podía promociones a meses sin intereses. De esta manera en lugar de pagar intereses, los ganaba dejando mi dinero invertido en un fondo de inversión de liquidez diaria.

Pensaba que mi sistema era el mejor. Que aprovechaba los programas de puntos y el financiamiento gratuito que me otorgan los plásticos de la mejor manera posible, haciendo rendir mejor mi dinero. Nunca pagaba antes de la fecha límite, para exprimir hasta el último centavo de rendimiento.

Pero manejar eso era un dolor de cabeza. Cuando recibía mi salario tenía que hacer al menos cinco transferencias a distintas cuentas y además ingresar a cada una de las de inversión, para distribuirlo en mi portafolio (hacer varias compras y a veces ventas, para rebalancear).

Además, casi todos los días del mes tenía que hacer pagos, no sólo de cada tarjeta sino de otros servicios como mantenimiento, agua, gas, hipoteca, etc.

Aunque siempre lo hacía en línea, era una inversión de tiempo considerable. Alguna vez, además, por estar ocupado o de viaje, se me pasó alguna fecha de pago. Nunca tuve una consecuencia por eso, ya que llamaba al banco y como tenía excelente historial, si habían cargado una comisión por pago tardío siempre me la borraban. Pero era un esfuerzo adicional.

Alguna vez me puse a ver que lo que realmente “ganaba” con ese sistema tan rebuscado eran, si acaso, unas pocas decenas de pesos al mes. Por otro lado, a pesar de tener esa separación de mis cuentas, en alguna ocasión llegué a necesitar “pedirme prestado” y sacar de las distintas cuentas de inversión. Es decir, la “separación” de esos fondos tampoco me ayudó a “no tocar” ese dinero.

Hoy manejo mis finanzas de una manera mucho más simple. Sólo tengo una cuenta bancaria y una tarjeta de crédito principal (tengo otra de respaldo que casi no uso). A principios de mes hago todos mis pagos, independientemente de su fecha límite o de vencimiento. Tampoco compro a meses sin intereses: prefiero pagar de contado. No tengo cuentas de inversión separadas para distintas metas.

Manejo mi dinero según mi plan de gastos. No necesito ver el saldo de mi cuenta bancaria para saber si puedo hacer una compra: miro el saldo disponible en esa categoría de gasto. Mi plan de gastos es el mapa.

Aprendí que no importa la “ubicación” de mi dinero. Lo que importa es el trabajo que ese dinero tiene que hacer por mí.

Entendí que en el contexto de nuestras finanzas personales, menos es más. La simplicidad es muy bella. La vida es suficientemente complicada como para enredarla más con una estructura financiera demasiado compleja, con distintas fechas de corte y de pago, con múltiples cuentas y tarjetas y con un manejo activo del flujo de efectivo que no aporta valor y que distrae de lo que realmente es importante.

Además, al pagar todas mis facturas y tarjetas el mismo día, me quito de preocupaciones. No tengo que pensar en ellas el resto del mes y me enfoco en disfrutar mi vida.

Ejecutivo de alto nivel en seguros y reaseguro con visión estratégica de negocio, alta capacidad de liderazgo, negociación y gerencia. Además es columnista de Finanzas Personales en El Economista, Coach en Finanzas Personales y creador de la página planeatusfinanzas.com

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