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Opinión

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100 Días de Trump: ¿Y Tesla?

El segundo mandato de Donald Trump ha traído consigo una oleada de incertidumbre para el comercio mundial, con especial impacto en sectores clave como la electromovilidad. En el centro de este torbellino se encuentra Tesla, la compañía de Elon Musk, que ha sido aliada y víctima de las decisiones políticas de su nuevo jefe.

Entre la guerra arancelaria que desató Trump, un entorno geopolítico convulso y una relación mediática polémica de Musk con el mundo, Tesla ha visto una caída significativa en sus ventas globales y en el valor de sus acciones en los primeros meses de 2025.

Uno de los factores más relevantes ha sido la intensa guerra comercial entre Estados Unidos y China, agudizada por la arrogancia de Trump en espera de que Xi Jinping le llame para negociar. Las medidas arancelarias impuestas por Trump que ya alcanzan el 140% de arancel para un sin número de productos, y en particular sobre componentes tecnológicos y baterías importadas —materiales críticos para la producción de vehículos eléctricos— incrementaron los costos de manufactura de Tesla en Estados Unidos y afectaron su competitividad en el extranjero.

Como muchas otras empresas en su cadena de proveeduría, Tesla depende de proveedores chinos para partes esenciales, con lo cual los aranceles impactan directamente en sus costos y en los resultados de la compañía.

Además, las represalias comerciales desde Beijing están provocando una pérdida de terreno para Tesla frente a rivales chinos como BYD, XPeng y NIO, que han ganado participación en el mercado local y regional en medio de un ambiente menos favorable a las marcas estadounidenses, al tiempo que China estrecha sus lazos comerciales con Malasia y Vietnam, entre otros.

La relación entre Trump y Elon Musk ha sido uno de los capítulos más controversiales de esta historia. En eventos públicos, el presidente ha elogiado a Musk, incluso manejando un Tesla Model X para la flota presidencial, lo cual fue interpretado como un gesto político más que comercial.

En un giro inesperado tras la victoria de Trump, Elon Musk fue nombrado para dirigir el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), una entidad creada para reducir el gasto público y modernizar la tecnología gubernamental. Desde su posición, Musk ha implementado recortes masivos y eliminó contratos federales, acciones que incluso generaron controversia y oposición dentro del propio gabinete.

Esta cercanía ha generado fuertes críticas por parte de consumidores y analistas. La marca Tesla ha sido percibida tradicionalmente como una empresa de innovación global y liderazgo tecnológico. Asociarse con una figura como Trump le da atributos muy distintos y que para muchos de sus clientes no tienen nada que ver con las razones que los llevaron a adquirir un Tesla. Ante este rechazo hoy en muchos países dueños de Teslas se están deshaciendo de sus autos.

Musk ha mantenido relaciones tensas con varios secretarios del gabinete, quienes han chocado con su enfoque agresivo de recortes. Su forma de operar ha sido descrita por múltiples fuentes como la de un “elefante en una cristalería”. La controversia más reciente la tuvo con Peter Navarro, a quien Musk calificó de “más tonto que unos ladrillos”; y más grave aún, Navarro acabó por ceder ante el poder de Musk, minimizando los insultos para dejar atrás el enfrentamiento.

Todo lo anterior ha tenido efectos importantes en la compañía de autos de Musk. En el primer trimestre de 2025, Tesla reportó una caída del 13% en sus ventas globales, especialmente en Europa y Asia. La percepción de la marca como “demasiado cercana al poder” ha generado resistencia en mercados que valoran la neutralidad política en sus decisiones de consumo. En diciembre de 2024 las acciones de Tesla llegaron a valer $460 dólares. Al cierre de ayer, cotizaron a $220 dólares; una caída de más del 50% en tan solo 4 meses. Eso sí, Tesla aún vale mucho más que Ford a $9 dólares o que GM a $44 dólares por acción.

La pregunta que ronda ahora es si Tesla podrá reposicionarse como un líder automotriz independiente y global. Algunos inversionistas confían en la capacidad de Musk para reinventar la narrativa de la marca, mientras que otros consideran que será necesario tomar distancia de la política y reforzar su presencia en nuevos mercados. Sin embargo, Donald Trump no es un político del que Musk podrá distanciarse con facilidad y en buenos términos.

Julio es egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, con maestría en políticas públicas de la Universidad de Georgetown.

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