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El 2025, una coyuntura compleja para México
El panorama económico de México para 2025 se presenta desafiante, con un crecimiento proyectado de entre 1.2 y 1.3%, inferior a 2.3% estimado por el gobierno. Esta desaceleración se atribuye a problemas estructurales internos y a la persistente incertidumbre global.
La inversión pública ha disminuido significativamente, con una caída estimada de 16.3% en términos reales para este año. Los recursos se han destinado a proyectos de bajo retorno económico, como algunos desarrollos ferroviarios, mientras sectores estratégicos como infraestructura industrial y logística son desatendidos. Esta asignación ineficiente de recursos limita el potencial de crecimiento y la capacidad de México para aprovechar oportunidades como el nearshoring.
En el ámbito laboral, la creación de empleo formal ha sido insuficiente. En noviembre de 2024 se generaron apenas 26,000 empleos, y en diciembre se registró una pérdida de 405,000 puestos, la mayor caída en más de dos décadas. Aunque diciembre suele mostrar ajustes estacionales, esta cifra es alarmante. El empleo formal creció sólo 1% en 2024, lo que restringe el consumo privado, motor clave de la demanda interna.
La inflación muestra signos de moderación, cerrando 2024 en 4.55%, y se espera que en 2025 converja hacia el objetivo de Banxico de 3 por ciento. Sin embargo, los precios de alimentos y energía seguirán siendo una fuente de volatilidad, especialmente si los conflictos geopolíticos afectan el mercado energético.
En cuanto a las finanzas públicas, el gobierno busca reducir el déficit de 5.9 a 3.9% del PIB mediante recortes al gasto programático y ajustes en los ingresos tributarios. Sin embargo, este objetivo se apoya en proyecciones de ingresos optimistas que podrían no materializarse, especialmente considerando las presiones adicionales que podrían derivarse de Pemex y de los programas sociales. Aunque la deuda pública se mantiene estable en 51.4% del PIB, enfrenta riesgos asociados al creciente costo de su servicio y las responsabilidades de Pemex, que continúan drenando recursos del erario.
Pemex, con déficits operativos constantes y los costos asociados a su enfoque en refinación, limita la capacidad del gobierno para redirigir recursos a sectores de mayor impacto. Mientras tanto, el mercado eléctrico enfrenta restricciones regulatorias que frenan el crecimiento del sector privado.
A nivel externo, los riesgos geopolíticos y las políticas comerciales de Estados Unidos serán determinantes para la economía mexicana en 2025. La posible imposición de aranceles adicionales o restricciones al comercio por una administración estadounidense adversa podría afectar sectores clave como el automotriz y la manufactura. Además, los impuestos a las remesas reducirían significativamente los ingresos de millones de familias mexicanas, afectando el consumo interno. En el contexto global, la desaceleración de la economía china y el aumento en los precios del gas natural añaden incertidumbre al desempeño de las exportaciones mexicanas y los costos industriales.
En resumen, México enfrenta un entorno económico complejo en el 2025, con desafíos tanto internos como externos que limitan su potencial de crecimiento. Pero no todo está perdido, aún existen oportunidades. Como país, podemos seguir dificultándonos las cosas con leyes que ahuyentan inversiones y llevan a empresas mexicanas a buscar opciones fuera, o bien, adoptar soluciones que nos permitan capitalizar las oportunidades que nos quedan. Sobre esto último, continuaré la próxima semana.