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Opinión

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El 8 de marzo y el verdadero debate

Recuerdo una de las mentorías que impartí en los programas de Fundación Azteca, donde trabajamos con niñas y jóvenes para ayudarles a encontrar su elemento (donde se cruza tu pasión y donde eres bueno). Durante una de las sesiones, una alumna me compartió su inquietud, "Me apasiona la ingeniería, pero siempre me han dicho que es una carrera más para hombres". Su duda me sorprendió, no porque la pregunta fuera nueva, sino porque sigue siendo una creencia arraigada en muchas partes de la sociedad.

Le respondí con total certeza que el talento no tiene género y que lo más importante es que se prepare y trabaje con amor y disciplina para alcanzar su meta. Cada 8 de marzo, el debate sobre la equidad de género suele centrarse en cifras, porcentajes y cuotas, como si la solución al problema fuera simplemente alcanzar una paridad matemática de 50 y 50. Sin embargo, el verdadero enfoque debe estar en garantizar que todas las niñas crezcan sabiendo que pueden aspirar a lo que sueñan sin barreras ni techos de cristal.

Es innegable este dato, en promedio las mujeres ganan 6 mil 360 pesos al mes, mientras que los hombres perciben 9 mil 762 pesos. Esto se traduce en una brecha de ingresos del 35% de acuerdo con la última Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos en los Hogares (ENIGH). Es decir, por cada 100 pesos que gana un hombre, una mujer recibe 65 pesos. Esta diferencia refleja no solo problemas estructurales, sino también generar las reglas correctas donde las mujeres puedan desarrollarse en igualdad de condiciones.

La lucha no debería centrarse en imponer una igualdad vacia, sino en garantizar que las oportunidades sean accesibles para quienes tengan la capacidad, el talento y la preparación para aprovecharlas. Aunque la regla del 50 y 50 se ha impulsado como una solución para lograr equidad de género en distintos ámbitos, esto no siempre se traduce en mejores oportunidades ni en verdadera justicia. En algunos casos, los hombres no son los más aptos para ciertos puestos, pero también ocurre que algunas mujeres acceden a posiciones únicamente para cumplir con una cuota, sin contar con la preparación o la experiencia necesarias.

La verdadera equidad radica en eliminar los obstáculos sociales, educativos y culturales que aún limitan a muchas niñas y jóvenes a la hora de elegir su futuro, asegurando que quienes ocupen los cargos sean los más aptos, independientemente de su género, y fomentando un sistema basado en mérito, talento y esfuerzo.

Desde edades tempranas, debemos inculcarles que pueden ser científicas, ingenieras, emprendedoras, líderes políticas o cualquier otra cosa que deseen ser. No porque haya una cuota que llenar, sino porque tienen las habilidades y el potencial para hacerlo. La discusión debe alejarse de una lucha por números y enfocarse en la construcción de una sociedad donde las niñas tengan confianza en sí mismas y acceso a herramientas que les permitan desarrollar sus capacidades.

El reto es cambiar el enfoque de la conversación y entender que la equidad no se logra con imposiciones, sino con el fortalecimiento de una cultura de mérito, esfuerzo y preparación. En este mes de la mujer, la mejor manera de avanzar es asegurarnos de que cada niña sepa que su género no define sus límites, sino su talento y determinación.

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Director General de Fundación Azteca de Grupo Salinas

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