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AMLO “pasó la charola”, como antes lo hicieron varios distinguidos neoliberales
El 23 de febrero de 1993, en casa del exsecretario de Hacienda, Antonio Ortiz Mena, se realizó una cena convocada por el entonces presidente del PRI, Genaro Borrego.
Acudieron el presidente Carlos Salinas y los hombres más ricos del país, muchos de ellos beneficiarios de la privatización del sector paraestatal que se inició en 1983.
Ahí, Salinas solicitó 26 millones de pesos para financiar la campaña presidencial priista (unos 8.4 millones de dólares de entonces). Uno de los asistentes no sólo aceptó aportar ese monto, sino hasta 75 millones, oferta que fue igualada de inmediato por otro.
Sin embargo, alguien filtró a este diario lo que sucedió en la peculiar cena. El escándalo que siguió fue mayúsculo. Borrego fue removido del PRI y premiado con la Dirección General del IMSS. Su lugar lo ocupó Fernando Ortiz Arana, quien había negado que Salinas hubiera “pasado la charola”.
Pasaron los años y llegó el 22 de octubre del 2001, día en que se realizó otra cena, ahora en el Castillo de Chapultepec, convocada por la primera dama Marta Sahagún de Fox, en su calidad de presidenta de su Fundación Vamos México.
Ese día 1,000 personas, que previamente pagaron 10,000 dólares cada una, cenaron, bebieron y escucharon cantar al inglés Elton John.
Vamos México informó que recaudó 10 millones de dólares, equivalentes a 186.46 millones de pesos al tipo de cambio actual. De ese monto, 6 millones supuestamente fueron a las arcas de la fundación para “apoyar programas viables de desarrollo y no asistenciales”. Los 4 millones restantes fueron a parar en los bolsillos de Elton John y los organizadores del evento.
Los “pases de charola” de Salinas y Marta Sahagún causaron enojo e indignación generalizados y fueron condenados por el entonces perredista Andrés Manuel López Obrador.
El mismo enojo e indignación que ha causado la manera en que el ahora presidente solicitó el apoyo de 100 de los más importantes empresarios mexicanos que invitó a cenar el miércoles pasado a Palacio Nacional.
Además de tamales de chipilín y chocolate, a cada uno se le sirvió una carta compromiso para participar “de manera voluntaria” en la compra de billetes de la Lotería Nacional relacionados al exavión presidencial y para la adquisición de equipo médico. La carta anota el monto preciso de cada aportación: 20, 50, 100 o 200 millones, ni más ni menos.
AMLO informó ayer que 75 de los 100 aceptaron contribuir 1,500 millones de pesos (80.4 millones de dólares). Los 25 restantes dijeron que deben consultar el asunto con sus socios, consejos de administración, etcétera. Andrés Manuel insistió en que “todo es voluntario” y que los empresarios “eran libres de aceptar o no, y que no se sintieran mal si no querían hacerlo”.
Nadie puede negar que los recursos que pretende reunir AMLO tendrán un buen destino; no irán a una campaña electoral o a una fundación privada.
Sin embargo, el presidente, que es tan afecto a los refranes y frases populares, olvidó los que dicen “No hagas cosas buenas que parezcan malas” o “El camino del infierno está empedrado de buenas intenciones”.
Lo acepte o no, AMLO se equivocó y “pasó la charola”, como antes lo hicieron Salinas, Martita y otros distinguidos neoliberales.
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