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Opinión

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AMLO y la economía

El tema de los Derechos Internacionales de Giro parece estar salado, el gobierno podría utilizar los dólares adicionales del Banxico para mejorar el perfil de su deuda a cambio de otro activo, como se ha hecho antes, sin violar la autonomía del banco.

Es difícil saber en qué medida un gobierno contribuye al desempeño de la economía. Son muchos los factores. Sin embargo, malas decisiones de política económica sí que pueden generar una crisis severa. Recordemos cómo en los 90’s, en México, cuando la obsesión por mantener fijo el tipo de cambio, por medio de los Tesobonos, generó un desequilibrio cambiario con enormes consecuencias en la economía real.

En los últimos tres años, a diferencia de lo que algunos pronosticaban, lo que tenemos es estabilidad en las finanzas públicas. Esto gracias al control del gasto y a mayores ingresos generados por una muy eficiente administración tributaria. Se ha combatido en serio la evasión y la elusión fiscal, con resultados que parecerían muy difícil de alcanzar. Se mantuvo también la relación entre la deuda y el producto. Esto genera espacio, por ejemplo, para utilizar el financiamiento privado en proyecto de infraestructura, que complementen la inversión presupuestal, como el tren que va a alimentar de pasajeros al aeropuerto de Santa Lucía, lo que va a ayudar a la recuperación.

En general, la estabilidad financiera permite aprovechar plenamente factores externos positivos, como el incremento de las remesas, y en poner al país en el camino correcto para lograr la recuperación económica en la etapa final de la pandemia. Además, gracias a que se logró una buena provisión de vacunas, la recuperación no parece estar en riesgo por los efectos de covid que otras economías.

En otros frentes, el tema de los Derechos Internacionales de Giro parece estar salado, el gobierno podría utilizar los dólares adicionales del Banxico para mejorar el perfil de su deuda a cambio de otro activo, como se ha hecho antes, sin violar la autonomía del banco. En general, el gobierno ha sido capaz de aprovechar la caída en las tasas de interés para disminuir el costo financiero de la deuda.

Es verdad que el panorama de las finanzas públicas no luce tan optimista en el mediano plazo, especialmente por el tema de las pensiones y por el cambio en la curva poblacional, que, por ejemplo, va a demandar mayores servicios de salud. Sin embargo, la buena noticia es que las finanzas públicas no se vieron deterioradas por la pandemia, y que ya se han tomado medidas para mejorar el esquema de financiamiento del sistema de pensiones. Además, existe toda una agenda tributaria, en la que se identifican claras áreas de oportunidad para incrementar los gravámenes a las personas de mayores ingresos, así como para facilitar el cobro de los tributos y fortalecer los impuestos locales.

Estas reformas deben de avanzar pronto para mejorar el perfil de las finanzas del país para las próximas a administraciones. En la actual, los proyectos y las políticas desarrolladas caben dentro del marco financiero establecido. Por otro lado, el gobierno ha podido avanzar en la agenda de igualdad sin utilizar el presupuesto, es decir, sin cargo al contribuyente, por medio de incrementos al salario mínimo y a la reforma al outsourcing, lo que ha permitido incrementar de manera constante los ingresos de las y los trabajadores de menor salario.

Se demostró que era falsa la idea de que incrementar el mínimo tendría un efecto faro, que generaría incrementos salariales desmedidos en todos los sectores de la economía y graves consecuencias inflacionarias. Por lo pronto la economía mexicana luce atractiva, está en plena recuperación, ofrece estabilidad financiera y cambiaria, por lo que, una vez superada la parte más crítica de la crisis sanitaria, la inversión, nacional y extranjera se está reactivando lo que trae consigo un panorama esperanzador en cuanto al avance de la política económica y social.

Twitte: @vidallerenas

Licenciado en Economía por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), cuenta con una Maestría en Política y Gestión Pública por la Universidad de Essex, Reino Unido y un Doctorado en Administración y Gerencia Pública por la Universidad de York

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